Viviendo en un cuento (I)

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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5 min readSep 6, 2021
Bayswater Rd, Londres. Agosto, 2017.

“El hogar no es donde vives, sino donde te entienden”.

Christian Morgenstern, autor alemán.

Sábado por la mañana. Me levanta la alarma del celular. Me descubro la sábana de la cara. Me encanta quedarme dormido cubriéndome totalmente el cuerpo, incluyendo mi rostro. Así, con algo menos de oxígeno, suelo dormir más rápido y sin distracciones.

Tomo el celular y pongo algo de música. Me dirijo al baño. Mis manos tocan el agua mientras me percibo en el espejo sonriendo. Prendo la ducha, me retiro lentamente la ropa de dormir e ingreso a darme un buen baño.

Mientras siento el recorrido del agua fría por mi cuerpo, comienzo a pensar en lo que tendré que hacer. La siguiente canción interrumpe el divagar de mi mente. Vuelvo al presente, termino de jabonarme y salgo de la ducha.

Ya cambiado con alpargatas, bermudas y una camisa manga corta, me dirijo a la cocina a prepararme el desayuno. Unos tres huevos duros, un jugo, leche de almendras con avena instantánea con arándanos y dos porciones de pan de molde. Voy al comedor, prendo la laptop, ingreso a Netflix, activo ‘Rick and Morty’ y me siento a disfrutar de la comida y las ocurrencias de la serie.

West Kensington — agosto, 2017.

Cuando ya no queda nada en el plato, vuelvo a la cocina y dejo todo limpio. Voy por última vez al baño a terminar de asearme. Cojo mis cosas, es hora de salir. Cierro la puerta y desciendo por las escaleras a paso ligero. Cierro con llave, activo Citymapper con dirección a Paddington. Camino dos cuadras y doblo hacia la izquierda. Continúo el recorrido lleno de áreas verdes. Paso una residencia mientras cruzo la avenida con cuidado. La izquierda es derecha y la derecha es izquierda para los carros en esta parte del mundo.

En la estación del bus, espero los dos minutos que el app me indica debo esperar, hasta que llegue la línea que me llevará a mi destino. Al aproximarse, subo, paso mi billetera para pagar, sigo subiendo y me siento a disfrutar la vista.

Ya en la zona de mi destino, mucho más movida, aprecio muchas más personas caminando de un lado al otro y tiendas que ofrecen diversos productos. Es momento de bajar. Esta vez, abro Google Maps para saber la dirección exacta. Camino dejándome guiar por el asistente virtual. Se me hace difícil encontrar el número del edificio. Luego de varios minutos paseando por callejones, encontré el lugar. Le escribo al inquilino, el cual cordialmente baja a atenderme. Subimos mientras me cuenta el panorama de la casa: él vive solo, suele trabajar durante el día, su mamá a veces lo visita y busca a alguien que estudie una maestría y no realice mucho escándalo. Me muestra los ambientes, el cuarto donde me quedaría, las salas comunes y el baño. Me comenta que puedo tomarme una semana para decidir.

Me retiro del edificio, aún no me queda claro si ese lugar es para mí o no. No importa, tengo que ir al siguiente, esta vez voy caminando. Prácticamente voy en dirección recta en paralelo a Hyde Park. Paso Oxford Street, donde hago una parada técnica para comprarme una hamburguesa y poder continuar mi camino.

Media hora más tarde, me encontraba en el nuevo departamento. Tuve que esperar unos diez minutos hasta que la persona llegara, tuvo unos imprevistos de última hora. Finalmente llega, no exactamente ella pero sí su asistente de apoyo. Me abre la puerta y comienza a mostrar el lugar. Era pequeño, con menos espacio para movilizarse e incluso el baño se veía antiguo y descuidado. El piso tenía las mismas condiciones. Salí lo más rápido que pude.

Recibí un mensaje que cancelaba la visita del siguiente departamento. Era una señal. Mi día de búsqueda de departamentos había terminado y no me encontraba nada que me satisfaciera. La vivienda que más me había convencido hasta entonces, era la primera. ¿Podría convivir con esa persona? Estaba muy poco acostumbrado a vivir con alguien que no sea un miembro de mi familia. ¿Tendrá costumbres raras? ¿Podré hacer lo que yo quiera? Si no quiero estar con nadie ¿me invitará a tomar algo? ¿Tendré mi propio espacio privado? ¿Podré llevar personas sin ser interrumpido o interrumpir? ¿Qué tan cómodo me sentiré en el ambiente?

West Kensington — agosto, 2017.

En mis dos primeros meses en Londres, estuve viviendo en West Kensington gracias a un amigo de Costa Rica que cursaba la misma maestría que yo estaba a punto de comenzar. La diferencia era que él ya pasaba a segundo año y se había dirigido a hacer sus prácticas a España. Su departamento quedaba vacío, así que me lo alquiló. A ambos nos quedó perfecto. Sobre todo para mí ya que me alivió el estrés inicial de búsqueda de vivienda. La zona era residencial, tranquila y se encontraba muy cerca de mi universidad. Lo desfavorable era que estaba algo alejado de las diferentes actividades centrales de la ciudad. ¿Qué hacer ahora que me tengo que ir?

Volviendo a mi casa algo desilusionado, decidí persistir en mi búsqueda de departamentos. Seguí navegando por google buscando diferentes alternativas. La mayoría de residencias de estudiantes de maestría y doctorado, eran edificios con cuartos muy pequeños. Los precios bajos ya no se encontraban disponibles y los altos, estaban fuera de mi presupuesto. Además, sentía que no encajaba con lo que yo buscaba.

¿Qué buscaba? Tener privacidad para estar totalmente aislado cuando me provocara pero también un ambiente donde pudiera conocer estudiantes de otras universidades y realizar actividades en conjunto. Digamos que buscaba un gran balance entre estar con uno mismo y poder socializar sin problema. ¿Sería posible?

Los días pasaron y finalmente encontré una residencia que llamó mucho mi atención, por lo menos desde las fotos. “London’s finest postgraduate residential community” deciá el título de su página web. ¿Será verdad? Ingresé rápidamente a ver las fotos y la arquitectura del lugar me hacía recordar a alguna escena sacada de una película de ‘Harry Potter’. Los cuartos se veían cómodos y alguno de ellos se encontraban dentro de mi presupuesto. Además, noté que tenía los galardones de ‘best specialist accommodation’ y de ‘quality mark international accommodation’ de los últimos años. Nada mal, pensé.

A medida que seguía investigando sobre la residencia, mis ganas por conocerla incrementaron. No pude más cuando leí que todos los sábados hacían tours para conocer los espacios y conversar con los administradores y estudiantes sobre la experiencia de vivir ahí. Sin dudarlo, agendé la visita para ese mismo sábado. Mi entusiasmo llegó a su máximo nivel.

¿Qué sucedería luego? Una de las mejores decisiones que pude tomar me permitiría vivir unos dos años de manera totalmente increíble. ¿Por qué? Por ahora, esta historia continuará…

“El hogar es lo que te llevas contigo, no lo que dejas atrás”.

- N.K. Jemisin, escritor estadounidense.

¡Que tengas un buen día!

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