Viviendo en un mundo de fantasías

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readMay 2, 2020

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Hyde Park, Londres — Febrero 2018.

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“A priori, la vida no tiene ningún significado. Antes de nacer, la vida es nada; depende de ti darle un significado, y el valor no es más que el significado que le das”.

— Jean-Paul Sartre, filósofo y escritor francés.

“Es que tú vives en un mundo de fantasías, alejado de la realidad”. Me dijeron hace poco. Ocurrió mientras conversaba por teléfono con una amiga sobre los problemas cotidianos que ocurrían en este nuevo contexto de aislamiento por el COVID-19. No era la primera vez que lo mencionaba, recuerdo que hace menos de un año lo comentó por primera vez. En ambas situaciones, sentí que lo dijo al quedarse sin argumentos para explicar el control — o falta de control — que tenía sobre su situación actual y sus emociones.

Entiendo que quiso evitar una posible disonancia cognitiva, como le llaman los psicólogos a la tensión que generan dos ideas contradictorias, la cual la expusiera a una situación aún peor. Atiné a responder con el silencio. Pasaron los minutos, e intenté explicar mi punto de vista sin mucho éxito.

Sin embargo, me quedó la duda. ¿Por qué tendrían que juzgar mi manera de percibir la vida? O más aún, ¿por qué sugerir indirectamente que la realidad de otra persona es mejor que la mía?, ¿cuáles son los parámetros que determinan lo que es ‘mejor’?, ¿cuál es la diferencia entre fantasía y realidad?

Yuval Harari, historiador y escritor israelí, encuentra posibles respuestas con el concepto de ‘realidad imaginada’, narraciones y mitos que, a lo largo del tiempo, cada sociedad ha creado y en la que todos sus miembros creen. Realmente todo lo que vemos a nuestro alrededor, es fruto de percepciones e interpretaciones y — mientras esas creencias persistan — podremos colaborar unos con otros. ¿Ejemplos? La moneda, los dioses, la educación, el sistema financiero, las leyes, etc.

“Tú eres tus elecciones”.

— Séneca, filósofo estoico romano.

Entonces, nadie debería juzgar la realidad que yo mismo creé para vivir mi día a día.

La siguiente pregunta entonces es ¿a dónde me llevará esa realidad que he creado? ¿será la realidad ‘correcta’?

En este caso, la filosofía estoica nos da una señal. Ellos creían que la base para llevar una buena vida, era la serenidad y los dos caminos para no alcanzarla, eran la insaciabilidad y nuestra preocupación por cosas que están fueran de nuestro control. Sobre la primera, si pasamos nuestra vida siempre deseando, acabaremos atrapados en una constante búsqueda, en un círculo infinito nunca satisfecho y que, por consecuencia directa, nos llevará a la infelicidad. Sobre el segundo camino, ‘dicotomía del control’, deberíamos tomar acción sobre las cosas que tenemos total o parcial control y simplemente olvidarnos de las que no tenemos algún tipo de control.

Para mí, vivir una vida tranquila es felicidad. Cada vez que alguien lo cuestiona pienso si esa persona ha creado su propia manera de ser feliz, de acuerdo a cómo percibe la vida, basada en una reflexión netamente personal y no solo a cómo su entorno lo percibe. No es fácil alejarse del camino que nuestros padres, amigos y familia piensan que es el adecuado para nosotros. Especialmente si al crear nuestras realidades — nuestros mundos — son muy distintas a las de ellos. Quizás el camino es la búsqueda de aquellas personas que sí las comparten.

En mi caso, suelo reflexionar sobre mis decisiones a diario. Salgo a la terraza de mi casa y — el cielo y las nubes por las mañanas y las estrellas por la noche — me ayudan a ponerme en perspectiva y recordar de dónde venimos y cómo somos parte de la naturaleza. Me hace pensar en lo que se viene, cómo puedo prepararme, cómo me siento y las razones por las que debo sentirme contento.

Alineo diferentes eventos que he tenido durante el día: nuevas oportunidades de negocio, la enseñanza en la universidad, conversaciones con mis amigos y familiares, pensamientos de libros y artículos. Es un proceso que me ha tomado un tiempo establecer y también tomar decisiones radicales pero finalmente me ha dado estabilidad para tomar mejores decisiones en cuanto a cómo dirigir mi vida.

Entonces, respondiendo al comentario de mi amiga, que si vivo en un mundo de fantasías. Pues la respuesta es un rotundo sí, un mundo donde yo le doy forma a cómo me perciben, a cómo yo percibo a los demás, donde todo es posible, donde el bienestar propio y de los demás es lo que más importa, donde valorar todo lo que tenemos se hace de manera diaria, donde la magia de este mundo radica en maravillarse por lo increíble que es el mundo que nos rodea: desde ver cómo crece una nueva hoja en la sala de mi casa hasta cuando una persona se toma un tiempo para hablar conmigo.

¡Bienvenido a mi único, irrepetible y fantasioso mundo! Feliz de recibir a los que quieran ser, y ya son parte, de él.

“La tendencia se mueve hacia una religión profundamente personalizada, donde cada hombre llegue a un idioma propio, encuentre sus propias palabras, cuando se dirija al ser supremo”.

— Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austríaco.

Mis más sincero agradecimiento por tomarte el tiempo de leer mis ideas. ¡Que tengas un buen día!

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