Cuando el dolor se comparte… a tres años de la matanza en Orlando
Las redes sociales se mueven noticia a noticia, hashtags y likes que van y vienen, hechos que se olvidan (solo por algunos). Hace un tiempo todos fueron París o Bruselas, mientras este 12 de junio se volvieron a recordar aquellos días de 2016 cuando todos compatían fotos y mensajes con ta etiqueta “We are Orlando”.
Era domingo, un terrible atentado en el bar Pulse de esa ciudad norteamericana dejó el saldo de un centenar de muertos y otro tanto de heridos. Las víctimas eran en su mayoría hombres hispanos, entre los cuales fallecieron dos cubanos: Christopher Joseph Sanfeliz y Alejandro Barrios Martínez, de 24 y 21 años de edad respectivamente.
En ese entonces había había sido la peor masacre en Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre (hasta el atentado en Las Vegas en 2017), perpetrada por el ciudadano de origen afgano Omar Mateen, quien según medios de prensa, había visitado el club varias veces antes de cometer el atentado.
Esa noche mientras navegaba en Facebook me saturé de tanta información sobre el suceso, pero entre tantos post me llamó la atención el de Darien Acosta, un joven bailarín habanero que figuraba entre mis amigos pero yo no conocía. Entonces supe que aunque el dolor se comparta, toca más fuerte entre los familiares o amigos de alguna de las víctimas.
Orquídea Martínez, tuvo que viajar destrozada al funeral de su hijo Alejandro Barrios. Solo hacía un año, el joven había partido por razones familiares hacia Estados Unidos desde su natal Bayate, en el municipio de Candelaria, Artemisa.
“Nunca imaginé que ese abrazo sería el último que nos daríamos. Él fue mi amigo, mi hermano, mi confidente. Siempre estuvimos juntos hasta el último día. Nadie puede imaginar el dolor que siento porque hoy ya no está, su vida le fue arrancada”, me comentó Darien.
“Siempre voy a recordarlo. Desde hace un año no pude verle. Aunque no era mi hermano de sangre, era un amigo que valía mucho para mí. Él era todo, siempre estaba en mi casa, salíamos juntos. Siempre me decía que cuando volviera a Cuba iría corriendo hasta mi casa para darme un abrazo.”
Ese abrazo lamentablemente nunca llegó por culpa del odio y la intolerancia, al igual que Junior Sanfeliz tampoco podrá abrazar más a su hermano Christopher:
“Mi corazón está completamente roto. Mi hermano pequeño y la persona más importante en mi vida, ha fallecido debido a sus lesiones. Yo y Christopher éramos uno, siempre sabíamos en qué estaba pensando el otro y podíamos darnos cuenta cuando el otro estaba disgustado”, comparte en las redes.
Hoy la masacre de Orlando es solo un recuerdo que se acentúa en las mentes de aquellos que perdieron un amigo o un familiar. Ya han pasado tres años. Jamás he vuelto a conversar con Darien desde hace meses, pero un día me afirmó que todavía le afectaba y que por siempre quedará una huella en su memoria.
Mientras, las redes sociales siguen moviéndose noticia a noticia, con hashtags y likes que van y vienen, hechos que se olvidan (aunque solo por algunos). Hace un tiempo todos fueron París o Bruselas, hoy se habla de Trump, el candidato que sembró más odio durante su campaña y es hoy presidente de Estados Unidos.
Muchos esperan que reflexione sobre la falta de restricciones para la posesión de armas de fuego y los cada vez más frecuentes actos de violencia que corroen esa nación. El tiempo es corto antes que otra lamentable tragedia con el sello de la intolerancia vuelva a sacudir al mundo.