El café que nunca debiste pagar

Relatando en corto

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3 min readSep 23, 2018

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Renzo Gallardo, peruano. Dejó su trabajo de pintor en una empresa que hacía varios meses que no le pagaba. Aguantó por las promesas de que la semana que viene cobraría pero esa semana nunca llegó.

Hoy entra a un Starbucks cerca de la Avenida Panamá para una entrevista de trabajo. Es la primera vez que se acerca a uno de estos sitios. En su barrio no hay, uno se toma el café en su casa bien temprano antes de salir a coger el micro que te llevará por toda la Javier Prado. Al entrar, se le ve perdido, no sabe muy bien a dónde mirar ni a donde ir, al final se coloca detrás de unas cuantas personas que parece que están en cola. Mientras espera se puede ver como intenta entender las pizarras que hay al fondo del mostrador, pero no se le ve que entienda los cafés que hay. Él solo quiere un café como el que bebe en casa.

El barista, que no tiene un salario que le permita desayunar en el Starbucks, mira a Renzo con los párpados medio cerrados y la boca torcida y suspira incluso antes de que abra la boca. Como si cagase dinero y se enfrentase por primera vez a alguien que no entiende lo que pasa allí, no le da ni los buenos días. Con mucha impaciencia golpea la lengua contra el paladar y responde de manera muy seca a sus preguntas.

–¿No tiene café normal?

–¿Normal para quién? Nosotros solo servimos cosas normales, en cualquier Starbucks encontrará la misma carta–como si solo existiesen los Starbucks–¡Pucha, decídase que la gente está esperando!–le increpa el barista al pobre Renzo que está más perdido que un delfín en el Serengueti.

Al final se decide por la opción que más se parece a un café normal y el barista le dice que son 20 soles, eso equivale a unos 5 euros. Esto hizo que a Renzo se le abriesen los ojos como a un búho espantado.

–¿Está seguro?–le preguntó al barista al oír el precio.

–Sí, obvio.

De ahí siguieron otros 12 minutos en los que Renzo negoció opciones para conseguir una opción de tan solo 16 soles. Durante ese tiempo en la cola estaban esperando, entre otras muchas personas, quienes le habían citado para la entrevista. Después de que les tocase su turno y terminada la conversación, que no debió de duran más de 15 minutos o así, le dijeron que le agradecían el hecho de haber venido, pero que no era el perfil que andaban buscando.

Hay días en los que uno se pregunta para qué nos esforzamos para hacer tantas cosas que en realidad no nos aportan nada. Seguro que este debió ser uno de esos días para Renzo.

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