Tú eres mi espejo

Ná más que tontás

Andrej Hillebrand
Juntando letras
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3 min readNov 13, 2018

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Como actividad de empresa hemos ido a hacer una dinámica con caballos y lo que he descubierto te sorprenderá. Quería usar esa frase de clickbait alguna vez en la vida. Hecho este uso lamentable de tu tiempo, estimado lector o lectora, espero sigas leyendo que es donde realmente cuento algo, espero que con algo más de sentido.

Con lo que me quedo de esta actividad es que el caballo es un espejo de ti, o sea de mí. Al comienzo, al acercarme al caballo éste estaba nervioso, desconfiado y no hacía mucho caso a lo que nos decían que debíamos forzarle a hacer. Me surge una primera pregunta, ¿por qué debería el caballo hacerme caso? ¿Quién soy yo para decirle qué hacer y qué no? No soy nadie, no soy quién para decirle nada. Fue un primer punto de simpatía. El hecho de que no me hiciera caso me cayó bien, a mí tampoco me gusta que me digan lo que tengo que hacer.

Por otra parte, como ya he mencionado, el caballo no se fiaba de mí. Es lógico, no me conoce de nada, yo podría ser un imbécil estratosférico. Esto sería un proceso mental lógico, sin embargo, después de vivirlo diría que muy reduccionista. Creo al menos, porque no soy experto en caballos ni pretendo serlo. Me parece más acertado pensar que era yo quien no confiaba en él. Aquel caballo solamente me devolvía lo que yo le daba. A medida que me fui relajando, él se relajó. A medida que yo entendía que éramos dos seres vivos, con ideas y deseos diferentes, entendí que aquello no consistía en imponer mi camino, sino de caminarlo juntos. Cada uno con sus ideas, sus aspiraciones y su forma de ver el mundo, pero unidos por este trayecto que aspiramos a recorrer.

Expuesto así puede parecer una obviedad. Puede que lo sea, pero ha sido un aprendizaje bonito, además de un recordatorio interesante sobre algo que también aplica a las personas. Muchas veces no entendemos por qué los demás nos tratan de un modo u otro y es fácil caer en la idea de que la culpa es de esas personas, que son malas, que son antipáticas, lo que sea. Pero esto de nuevo es, a mi juicio, muy reduccionista. Puede ser que tratemos con personas tóxicas, pero antes de echar la culpa a los demás, conviene hacer un ejercicio de introspección. Cuestionarse lo que proyectamos nosotros y lo que estamos ofreciendo nosotros al mundo nos puede sorprender, y no para bien.

Cerremos con la referencia manida al dicho el que siembra recoge, pero me gusta más su versión en alemán so wie es in den Wald reinschallt so schallt es wieder raus, que traducido viene a decir lo que gritas al bosque te viene de vuelta, y así es. Cuando alguien es de una manera con nosotros, por ejemplo, antipático, antes de decir que esa persona es de determinada manera, hagamos el ejercicio de pensar si nosotros estamos siendo de la misma forma. Muchas veces nuestro interlocutor solo replica lo que percibe en nosotros.

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Andrej Hillebrand
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