Cara o cruz: hablemos de Trust Investing

Juventud Técnica
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39 min readJun 14, 2021
Ilustración: G.Rei

Miles de cubanos se han lanzado a la búsqueda de prosperidad financiera mediante un esquema empresarial con operaciones en criptomonedas. Pero el ambiente, ya polarizado respecto a sus pros y contras, se debate en torno a sus valores conceptuales, éticos, empresariales, económicos y legales.

Por María Lucía Expósito y Dariel Pradas /Gestión de mapas y gráficos: Ernesto Guerra/Infografías: Ricardo Valdivia Matos y Dary Steyners/Ilustración: G. Rei/

*Queda prohibida la reproducción total o parcial de este trabajo por cualquier medio sin previa autorización de JT. En redes sociales y plataformas de mensajería es libre de compartir el enlace.

En los últimos diez meses, Cristian Luis pasó de ser un estudiante universitario corriente, con su mochila, apuntes y estipendios, a convertirse en un hombre de negocios del mundillo de las criptomonedas.

Siempre le interesó buscarse la vida mediante empresas de Internet, que si clic por aquí, clic en esta otra página… copia, pega, gana algún satoshi… Por probar, probó hasta minar bitcoines.

“En abstracto, todo aquello era muy bonito, pero no veía el dinero en mi bolsillo. Muchos negocitos ‘michi-michis’ se caían y desaparecían de la web. He estado en miles de esas paginitas”, admitió Cristian.

Por suerte, dijo, su fortuna cambió cuando encontró a Trust Investing (TI). Ahora sus días en nada se parecen a los de antes: más allá de la pandemia y de sus ausencias justificadas a clases, hoy amanece con una mentalidad distinta… o emprendedora, repetirían algunos.

Pegado al celular, desayuna y revisa su cuenta en la plataforma de la empresa. Por datos móviles, un afiliado le escribe porque necesita saldo para ampliar su red. Otro fulano le pide consejo, pero en ese momento interrumpe aquella muchacha que vio su estado de WhatsApp y está interesada en invertir: “Mañana nos vemos y te explico”, responde él.

Google le vomita la noticia de que Elon Musk, director de Tesla Motors — y ocupante ocasional del trono de la mejor billetera del mundo — , fulminó el valor del bitcóin con apenas un tuit. Si bien unos meses atrás anunció que aceptaba esta criptomoneda como pago por los autos eléctricos de su compañía, después retiró lo dicho por el supuesto impacto medioambiental que ocasiona la gestión de ese dinero.

Cristian se cerciora de que, en efecto, el precio del bitcóin disminuyó diez por ciento. ¿Será una buena ocasión para comprar? Lo meditará luego, pues empieza el programa “Keiser Report”, de Russia Today, donde los conductores y expertos financieros Stacy Herbert y Max Keiser — quien se identifica como criptoanarquista — , bombardearán su mente durante 30 minutos con argumentos sobre la decadencia de la moneda fiat (dinero sin valor intrínseco, sino el designado por el Estado) y el surgimiento del bitcóin como el oro 2.0.

Y así, sin despegarse casi del móvil, vuelan las horas y termina su jornada laboral. Apaga la luz. Se acuesta. Cierra los ojos…

Los abre. Prende el celular y por última vez revisa TI.

Como Cristian, hay 234 mil usuarios cubanos en TI, cifra divulgada en mayo por la propia empresa en su canal oficial de Telegram. De un total que supera a 800 mil inversionistas repartidos por todo el mundo, el grupo de Cuba es, por mucho, el más multitudinario.

En su página web, esta compañía se presenta como una “gestora de monedas digitales con sede en Estonia”, cuyos directores son tres brasileños nacionalizados españoles. Cuentan “con un equipo de monitoreo del mercado de criptomonedas, que trabaja en conjunto con operadores experimentados en el mercado financiero”.

En la práctica, acepta cualquier inversión en bitcóin de, como mínimo, un valor de 15 dólares, hasta un máximo de cien mil. Promete su anuncio que esos montos se duplicarán mediante el trading o negociaciones bursátiles, lo que ocurre en el transcurso de diez meses como promedio.

Solo es posible entrar en el negocio a través de un “patrocinador”. Este, de cada inversión hecha por sus afiliados, recibe un extra: el “bono directo”, que representa diez por ciento del monto depositado. Además, existe el “bono binario”, cuya cifra depende, en cierta medida, del total invertido por todos los que estén en una escala inferior a ti en tu red personal, pirámide, árbol, equipo… como se desee nombrar.

La dinámica resulta sencilla: entras a la plataforma, compras un plan de inversión y, en la espera de los diez meses referidos, recibes tus ganancias mensuales mientras invitas a nuevos miembros que, a su vez, afilian a otros y estos a otros nuevos hasta que, en un pestañeo, ya tienes a cientos o miles de personas en tu equipo. Con buen viento, llueven los bonos directos, los binarios, compras planes más caros y el dinero empieza a acumularse.

Entonces llega el momento de cosechar las ganancias. Primero creas una “billetera” de bitcoines en la aplicación Electrum u otra de su tipo. Transfieres la plata virtual de TI hacia allí. Ya, después, lo mismo puedes ofrecer milésimas fracciones de bitcóin (satoshis) en grupos de compra-venta en redes sociales, que recargarte el saldo del móvil a través de la app Bitrefill, o convertir con TropiPay tus criptomonedas en divisas y enviarlas a una tarjeta cubana MLC (Moneda Libremente Convertible). Abundan disímiles variantes para “habilitar” los ingresos de la plataforma, pues lo cierto es que hoy, en Cuba, las criptomonedas pueden obtener su liquidez tanto como las divisas o los pesos corrientes.

Cristian Luis supo de TI por un compañero de la facultad, recién ingresado en esa plataforma. Él le proporcionó materiales formativos sobre el tema y algunos conceptos financieros; documentos que, a su vez, Cristian después entregaría a futuros afiliados suyos.

“La verdad es que no le hice mucho caso al principio”, afirmó.

Antes ya había sufrido una mala experiencia con una dudosa página que, como TI, prometía cuantiosas ganancias por cada inversión: Cryptozilla se llamaba. “Se la sugerí a un socio que automáticamente perdió los cien dólares que había depositado allí. ¡Cómo se me quedó la cara cuando me lo contó! Y yo ni había puesto dinero”.

La vergüenza de entonces hizo que ignorara este nuevo negocio. Sin embargo, tiempo después cambió de opinión por una joven que lo endulzó con anécdotas de sus experiencias positivas con TI. “Tanto me trabajó, que acepté”, sonrió Cristian.

Como la mayoría, el universitario invirtió el mínimo exigido de 15 dólares. Pasaron un mes, dos y crecieron sus fondos, pero aún se sentía frustrado: “El plan de 15 no me daba mucho, ni tenía a tanta gente. Y veía a otras personas explotadas en dinero, con un equipo enorme”.

La comunidad truster cubana ha creado y promovido soportes visuales para sus equipos y así promover y visibilizar la empresa en Cuba. (Foto: María Lucía Expósito)

Pero poco a poco, gracias a los estados de WhatsApp, su red creció.

“Cuando empiezas, lo haces flojito”, confesó el exminero de bitcoines. “Pero a medida que generas ganancias, tus planes de inversiones crecen y… es como dicen: el primer millón es el que cuesta más trabajo”.

Como muchos, Cristian sospecha sobre la veracidad y la posibilidad del desplome repentino de TI, acusada de ser un esquema fraudulento e insostenible. Aun así, este veinteañero es optimista: “Las dudas siempre estarán y se manejan según tu mentalidad. Hay quien piensa que tiene los días contados. Otros, como yo, son más emprendedores. Toda inversión lleva su riesgo”.

“Ahora — acotó cabizbajo y meditabundo — , si en realidad pasara algo malo, se cae TI y no cumplen lo que prometieron, me olvido para siempre de estos temas. Ya tiré mi última carta en este negocio”.

Más rápido que Cristóbal Colón

El segundo aniversario de la empresa cayó el domingo 9 de mayo de 2021, Día de las Madres. Por una “directa” emitida a través de Zoom, durante tres horas la directiva de TI celebró esta fecha y el hecho de haber incorporado a 800 mil inversores, cuando el plan original era de un millón en cuatro años. Además, divulgó nuevos servicios, el top 20 de los miembros más ricos y, entre otras cosas, una respuesta terminante al gobierno cubano, de la que luego hablaremos…

Si bien esta compañía dice gozar hoy de un esplendor inusitado, partió de un proceso lento desde los humildes orígenes de sus dueños.

Diego Chaves, director ejecutivo y uno de los fundadores de TI, en su adolescencia emigró a España con su familia, en busca de una mayor solvencia que la ofrecida por su ciudad natal, Sao Paulo, en Brasil. Indocumentado y menor de edad, trabajó en campos de limones en Málaga y en una panadería en Granada: allí lavó latas e hizo de todo, hasta que a los 22 salió como encargado del local.

Su padre, Diorge, fue su mentor en el marketing multinivel, un sistema basado en la comunicación directa entre el vendedor y sus clientes, y en la posibilidad de que estos, incentivados por bonificaciones, se conviertan también en agentes vendedores.

Diorge estuvo vinculado a negocios similares como Herbalife, que desde 1980 desarrolla y oferta productos relacionados con la nutrición, el control de peso y dietas deportivas. Pero no ganaba dinero: su barriga era tan grande que conceptualmente no lo ayudaba a conseguir clientes –bromeó el propio Diego en una conferencia ocurrida en 2019 en Murcia.

El hijo panadero ya estaba casado, con hijos y tres tiendas en Sao Paulo que administraba en sociedad con la familia de sus suegros. Odiaba las empresas multinivel. Las tildaba de estafa y pérdida de tiempo. Sin embargo, invitado por su progenitor, ingresó a una en 2012 y a los seis meses ganó su primer millón de dólares. Desde entonces no se ha dedicado a otra cosa que no sea invertir o conquistar inversores.

Contó Diego en la misma conferencia que aquella multinivel fue cerrada a los dos años por autoridades del gobierno de Dilma Rousseff, bajo la acusación de “pirámide financiera”. Después participó en varios proyectos semejantes, de los cuales algunos desaparecieron al instante con todo el dinero invertido. Dicho fenómeno abundaba tanto, que Diego repetía que de diez empresas multinivel que abrían en Brasil, cerraban 11.

Tiempo después, se involucró con el segmento de las criptomonedas, haciendo trading y aunando fondos de inversión. Al principio eran él, su padre y Fabiano Lorite, actual director de Marketing. Luego llegó Claudio Barbosa, hoy director de Tecnología y, sin pretenderlo — o eso dicen — , agruparon a 50 inversionistas y amigos. Ahí se gestaba TI y el 9 de mayo de 2019 abría oficialmente sus puertas.

Las ramas de TI llegaron a Cuba el doble de rápido que Cristóbal Colón. Con previos conocimientos sobre criptomonedas, blockchain (o cadena de bloques: la tecnología de encriptación de las monedas virtuales) y network marketing (multinivel), el tunero Ruslan Concepción entró a la plataforma en junio de 2019 a través de un patrocinador español. Este veinteañero, graduado en Ingeniería Industrial, es reconocido por todos como el primer “truster” de la Isla.

Sin experiencia, poco acceso a Internet y una esposa de dos meses encinta, Ruslan se lanzó con 15 dólares a una aventura de alto riesgo, a sabiendas de que en el país el servicio de datos móviles llevaba menos de un año en uso (diciembre de 2018) y de que la mayoría de los internautas locales apenas conocía la existencia y la utilidad del bitcóin.

“Decidí ponerle alma, corazón y compromiso. Involucré a mis redes sociales, amistades; ocupé todo mi tiempo y comencé a crear mi reputación y la de la compañía. Dejé atrás mi empleo unos meses después, porque estaba seguro de que esta oportunidad cambiaría totalmente mi vida”, declaró Ruslan para la publicación vocera de TI, Revista Trust. “Y así hice: empecé a organizar las reuniones presenciales, network marketing a la vieja escuela… Mucha gente se ha hecho millonaria comenzando así, de boca a boca, persona a persona”.

Aun con esos ánimos, el crecimiento de la empresa sería complicado en el entorno nacional, al menos tecnológica y financieramente: casi no había vías para adquirir los bitcoines requeridos por el proyecto.

Ramiro Mejías, especialista A de la división territorial de Etecsa en Las Tunas. Top 16 de TI y director regional. (Foto: tomada de su perfil de Facebook)

“La expansión fue muy difícil; había que romper estándares y esquemas mentales. Nadie estaba preparado para este modelo de negocio”, agregó Ramiro Mejías, uno de los iniciadores de TI en Cuba, quien ostenta actualmente el rango de director regional (en la compañía existe un sistema de graduaciones basado en la envergadura de un equipo y los montos de inversiones depositados).

Por suerte, arguyó, disponían de Fusyona, una exchange — plataforma digital de cambio de monedas virtuales — de procedencia brasileña, la cual operaba en cooperación con Cuba. Transferían dinero de una cuenta bancaria en CUC a un agente que, en menos de 24 horas, acreditaba ese dinero en el sitio web, con un descuento oneroso a modo de comisión. Entonces podían, desde allí, comprar bitcoines y mandarlos a una billetera. Después Fusyona tuvo encontronazos con las autoridades nacionales por causa de esta actividad económica, y finalmente suspendió el trueque.

También se podía obtener criptomonedas recibiéndolas del extranjero o con fórmulas menos comunes. Por ejemplo, Carlos Noriega, de rango mánager (justo debajo del director regional en el organigrama de los rangos), en aquella época visitaba a un guajiro de monte adentro en Las Tunas que, aparte de vacas, cerdos y gallinas, poseía una billetera virtual. Bien temprano, cuando la conexión no daba complicaciones, iba y le compraba sus preciados bitcoines.

A pesar de dichos obstáculos, TI se popularizó de tal manera que Ruslan y Ramiro decidieron organizar la primera conferencia presencial para explicar detalles de la compañía. Convocaron, a través de las redes sociales, a una tertulia el 13 de octubre de 2019, en un local de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba (Unaic).

La gente acudió al encuentro y de boca a boca, como vaticinaba Ruslan, la “novedosa alternativa económica” rebasó las fronteras tuneras. Pero en ese mismo mes la directiva de TI dispuso migrar hacia otro servidor que soportara mejor el incremento despiadado de las nuevas cuentas y del tráfico en la red, sin contar que la plataforma vieja lucía fea como una tabla de Excel. Dicho mantenimiento provocó que la página web se mantuviera inaccesible entre octubre y noviembre.

Pero los directivos, quienes iban informando del proceso cada semana, una buena tarde anunciaron la reanudación de su sitio en Internet. Antes arribaron a Cuba y, el 30 de octubre, impartieron una charla ante 80 o 90 personas en el hotel Four Points, en el municipio habanero de Playa.

“La conferencia sirvió de mucho”, reconoció el mánager Noriega, quien también asistió. “A partir de ahí, comencé a confiar”.

El viaje de TI en Cuba era el de una ambulancia con sirenas alocadas, en un barrio sin semáforos. En enero de 2020 surgió la opción de transferir saldo interno de una cuenta a otra, lo que causó una inyección increíble de afiliados cubanos. Entonces, según Carlos Noriega, la red contagió al país: coloquios en Holguín, Santiago de Cuba, Granma, Ciego de Ávila, el Palacio de la Computación de La Habana Vieja, un parquecito escondido de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI)…

En junio, TI estableció el uso del USDT — una criptomoneda cuyo valor está equiparado con el del dólar estadounidense — para operaciones internas y las cuentas de sus afiliados. Antes, el bitcóin tenía semejantes funciones, pero desde entonces quedó relegado a la moneda con la que se ingresa capital, o se retira.

A los dos meses sucedió otra migración de servidor. Esta vez, hacia el de Amazon. Devinieron algunos periodos cortos de mantenimiento y, luego, enero de 2021 despegó con un hackeo masivo a 300 cuentas de TI, la cual denunció el supuesto robo. La vulnerabilidad del software se corrigió pronto: a partir de entonces, cada usuario ha tenido que emplear un complejo sistema de seguridad para acceder a una cuenta, basado en el 2FA (doble factor de autentificación) y el KYC (Know Your Costumer, o Conoce a tu Cliente, en español).

Cuando el live del segundo aniversario, Diego Chaves y sus directivos anunciaron la futura aplicación de Truster Coin, una exchange que se sumará a otros servicios de inversión paralelos de la compañía, como Trust Diamond (basado en una mina de esmeraldas en Brasil), Trust Wine (bodega de vinos en España) y Trust Travel Club(agencia de viajes).

Desde mayo pasado, bajo la justificación de estar instalándose este nuevo servicio, la plataforma de TI sufre una tercera gran recesión que ha impedido a muchos inversionistas suyos transferir o retirar saldos.

Bastante gente se pregunta si esta vez — entre la desesperante demora, la caída del bitcóin y el acecho de la policía — , será la definitiva.

–Visto desde afuera, se tiende a confundir nuestro modo de trabajo. Lo ven como un fanatismo. Y lo que nos mueven son las emociones –dijo enérgica Sara Duarte, “la muchacha” de TI que afilió a Cristian Luis–. Hacemos talleres para quienes empiezan de cero, y al momento la gente piensa que es una secta. ¡Que no somos fanáticos!

¿Música para los oídos o preludio de estallido en los tímpanos?

Más o menos un mes sin “poder entrar, afiliar a más personas, ver la cuenta, ¡nada!”, recordó Saúl Avilés, mánager, la incertidumbre por aquel parón entre octubre y noviembre. “La empresa nos seguía anunciando las ganancias diarias en redes sociales, pero solo podíamos confiar. Si fuera esta un esquema Ponzi, ahí nos daríamos cuenta”.

Desde su creación, TI ha soportado el estigma de parecer un Ponzi: las bonificaciones que ofrece por afiliar a nuevos inversores, las exuberantes ganancias en corto plazo y el carácter multitudinario de la empresa, la han condenado al paredón de fusilamiento ético.

El esquema — que debe su nombre al italiano Carlo Ponzi, quien en las primeras décadas del siglo XX estafó a diestra y siniestra en Estados Unidos — , invoca a cualquier negocio que paga a sus primeros inversores con el dinero depositado por inversionistas posteriores. Normalmente, no posee un activo real y busca aparentar prosperidad.

“Ofrece un rendimiento superior al del mercado porque, al no ser conocido, de otra forma nadie le daría su dinero”, añadió el Doctor en Ciencias Jorge Barrera, reconocido economista, exvicepresidente del Banco Central de Cuba y especialista de la Empresa de Aplicaciones Informáticas (Desoft).

Estas pirámides financieras suelen perdurar siempre que reciben flujos constantes de nuevas inversiones. “Pero, a la larga, esos flujos empiezan a disminuir: por una crisis o porque se corrió la bola de que estás engañando a la gente; o deja de entrar dinero, simplemente. Llega el momento en que ya no puedes pagar y tras la primera vez que no pagues explota todo”, explicó Barrera.

“El Ponzi es algo viejo”, dijo Enrique Canet, un joven economista. “Lo nuevo de estos esquemas es que están basados en criptomonedas”.

TI soporta estocadas a cada rato. En el verano de 2020, le atacó a través de un informe Tulip Research, firma de análisis forense financiero centrada en blockchain. Su sentencia: Ponzi. Otros sitios web como BeInCrypto y ONG Bitcoin Chile — por citar algunos — , también coincidieron con ese dictamen. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de España, por su parte, publicó el 1º de junio de 2020 una advertencia sobre TI, notificando que no está autorizada a prestar servicios de inversión. La respuesta de la TI fue incluir el USDT como valor de paridad con el dólar estadounidense, para así evadir las regulaciones que establecen los gobiernos sobre mercados de dinero fiat.

Diez días después, la Superintendencia del Mercado de Valores (SMV) de Panamá hurgó en la misma llaga y lanzó una declaración casi idéntica a la de su homóloga ibérica.

En el panorama cubano, la compañía fue criticada principalmente por influencers y youtubers antes que cualquier postura oficial.

Yosbel Rodríguez, informático y administrador del grupo de Facebook, Trust Investing=Esquema Ponzi, acentuó que esta gestora de criptoactivos “usa el Ponzi de manera inteligente” que al sustentarse del dinero de los nuevos referidos, recae en este concepto. Sin embargo — aclaró — , no utiliza la fórmula piramidal clásica; su estrategia, eso sí, se sostiene mediante “conferencias ostentosas y buen marketing digital, llegando al punto de cegar a sus miembros con una ideología caótica”.

“Eso es un Ponzi de libro”, fue más severo Erich García, programador y youtuber, en un video emitido en su canal Bache Cubano en abril de 2020. Aquella expresión resume los 33 minutos de críticas a TI por parte del material audiovisual, cuyo impacto causó que la comunidad de trusters embistiera al autor en las redes, entre quienes asomó su cabeza el regio Diego Chaves. Incluso, algunos llegaron a amenazarlo por privado.

Me etiquetan como el anti-Trust Investing”, admitió Erich en una entrevista con Juventud Técnica. “Ellos solo pararán cuando explote aquella burbuja o se queden sin liquidez. Y desaparecerán por esa razón. Ahí perderán, sobre todo, quienes invirtieron y no les dio tiempo a recuperar el dinero”.

Según Canet, se puede identificar un Ponzi al saberse, por ejemplo, si para obtener ganancias es un requisito “meter gente mientras inviertes”.

JT se cercioró de que no es obligatorio en TI, pues varias personas que no han afiliado a nadie no dejaron de cobrar cada mes (Amaury Díaz, después de invertir la primera vez, desistió de continuar en TI; sin embargo, obtuvo sus ganancias correspondientes).

Aun así, señaló el joven economista, quizás la compañía tenga tanta solvencia, que puede mantener a esos singulares miembros. “La única manera de ver si es un esquema piramidal, es que todos dejen de meter gente: que se detenga la pirámide”, sentenció.

Ante esto, los trusters veteranos mencionan el tiempo que estuvo paralizada TI, entre octubre y noviembre de 2019. “Matemáticamente, no sería posible sostener eso. El Ponzi subsiste mientras haya reclutamiento. Si la empresa utilizara ese esquema, hubiera aprovechado para irse”, comentó el informático y top 16 de la compañía, Ramiro Mejías.

No obstante, Erich García lo rebatió al afirmar que “la fórmula matemática de TI da para que (la empresa) dure dos años cerrada”.

“A veces critican sin estudiar”, objetó Carlos Noriega, harto de que señalen a TI con el dedo. “Es el mismo discurso en todos los canales”,

El argumento defendido por esta comunidad de inversores recae en que, lejos del Ponzi, lo que emplea TI es el marketing multinivel. En este modelo, a diferencia del piramidal, ingresar a nuevas personas es opcional. Además, según dijo Cristian Luis, las tasas de ganancias diarias no son fijas, lo cual se corresponde con las altas fluctuaciones del mercado de criptoactivos. “TI promete un rango diario entre 0,1 y 5 por ciento. Lo de 20 por ciento de ganancia mensual es una media. Si en diez meses no te llega el doble de la inversión, en 11 sí”.

Mediante una videollamada con JT, el tunero Ramiro Mejías, a más de 650 kilómetros de distancia, aseveró que muchas críticas a TI son “música para los oídos: yo lo oigo, yo lo digo”: “Tenemos evidencias de eso. Por ejemplo, en un Ponzi siempre gana más el de arriba que el de abajo. Ruslan es el top 3 y su patrocinador se llama David Haldo. Mas quien invitó a David no está ni en el top 20”.

Ingeniero Alexis Massó, profesor de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana (Foto: María Lucía Expósito)

Alexis Massó, especialista en criptomonedas y profesor del Instituto de Criptografía de la Facultad de Matemática y Computación (Matcom) de la Universidad de La Habana, explicó que el marketing multinivel no es en sí un esquema Ponzi, siempre y cuando se posea un activo; de lo contrario, al no producir nada, dependería solo de los ingresos frescos. Por lo general, este modelo se utiliza para atraer a nuevos inversores de una forma económica, ahorrando el dinero del marketing clásico. Eso sí, casi todas esas empresas tienen un límite de inversión que en cuanto lo alcanzan, paran, porque más que eso podría comprometer su rentabilidad.

No obstante, advirtió, “todas las combinaciones se pueden dar. Quizás captes ingresos mediante un esquema piramidal, y con ese dinero hagas trading. Puede ser que, incluso, así te dé para mantener la estabilidad en el sistema. Lo que habría que ver es cuando el trading no te dé”.

Más allá de si TI es Ponzi o multinivel, los detractores de la compañía cuestionan la formidable rentabilidad que ofrece esta.

Tulip Research echó sal a la herida, pues señaló que la rentabilidad es aún más “desorbitada” cuando solo usan 60 por ciento de cada inversión para trading. El otro 40 es para “expandir el negocio”, supuestamente.

Massó, el profesor de Matcom, quien conoce mucho del mercado de los criptoactivos, aseguró que sí es posible alcanzar tales rendimientos: “Incluso más. Lo que no hay forma de saber exactamente cuánto será”.

La dualidad de criptomonedas que emplea TI — argumentó — se usa también en compañías similares, sea para medir el valor del bitcóin o como estrategia de ganancia: el bitcóin en un año (afirmó en marzo de 2020) ha tenido un crecimiento muy grande con respecto al dólar y el USDT, los cuales se han devaluado. Bajo esa lógica, aun sin mover en el mercado los bitcoines recibidos, la compañía podría conceder una rentabilidad superior a 200 por ciento. “Pero si el bitcóin baja, perdiste”.

El Doctor en Ciencias Barrera compara los esquemas piramidales con un temible depredador marino: “El tiburón, para respirar, tiene que moverse. Si los Ponzi no se mueven, mueren”.

“Cualquiera que prometa un rendimiento mayor a lo que razonablemente puede obtenerse en el mercado, detrás tiene un esquema Ponzi, porque el dinero no se inventa”, aseveró el especialista. “Un rendimiento de 200 por ciento en diez meses, es mentira. Una estafa. Quizás se puede aguantar durante un tiempo, porque el bitcóin ha subido, pero es imposible que eso (TI) no reviente en un momento determinado”.

“Cuando le preguntas a aquellos economistas”, refutó Ramiro Mejías, “pasa que tienen el modelo clásico donde hay una tremenda cadena de distribución: con mayoristas, minoristas, tiendas, almacenes… Mucha gente compara las empresas tradicionales con las de network marketing. Esas personas no conocen las bonificaciones. Todo el mundo puede opinar, pero no todo el mundo tiene la información correcta”.

Los trusters arguyen que 20 por ciento de ganancia al mes es normal en mercados de criptomonedas, pero imposible en bolsas que laboran con dinero fiat. Según Ramiro, TI “trabaja con siete mesas de operaciones, haciendo trading, arbitraje, bolsa de valores y apuestas deportivas”.

La empresa destina, en efecto, 60 por ciento de cada inversión al trading, cuyo monto se divide entre cada trader para su trabajo, de modo que no se arriesgue todo el capital en una sola mesa. “Esta estrategia hace a TI infalible, incluso cuando los mercados se desplomen o la bolsa se caiga”, vaticinó un artículo optimista del blog digital Trust Diamond.

Sin embargo, muchas personas consideran que TI resulta insostenible en el tiempo. Erich insistió en que las primeras “capas” de trusters sí habrán recuperado y multiplicado su inversión, pero las últimas, no. “Hay alguien que se quedará sin dinero al final”, coincidió Canet, y secundó Barrera: “Un Ponzi puede sobrevivir cinco, diez, 15 años, mientras tenga un flujo constante de inversión. Pero, a la larga, siempre revienta”.

Basándose en varios estudios, Massó dijo que casi todos los esquemas piramidales duran tres meses. Otros suelen desbaratarse en siete o, si no, al año. Pero los hay que duran nueve años. “Lo que te aseguro es que estos últimos no ofrecen los rendimientos de TI. Tendría que ser menor la rentabilidad, porque para mantener esas ganancias bestiales, el mundo entero tendría que estar afiliado a su sistema”.

Los corporativos de TI han anunciado que la empresa terminará en 2024 su modelo de network marketing; entonces cambiará su estructura a la de una especie de compañía tradicional con accionistas: “Se convertirá en un club privado donde no va a entrar nadie más y seguiremos ganando dinero”, resumió Ramiro, director regional.

“El plan de TI es súper sostenible en el tiempo”, agregó.

Según él y otros trusters, la empresa tiene formas de proteger su solvencia: existe un límite de los retiros de dinero que se pueden hacer diariamente; el bono binario tiene un techo de pago que, en caso de excederse, el porcentaje de la bonificación disminuye; o como ya se dijo, TI no se compromete a duplicar la inversión en una fecha fija…

“Desde que empezaron, las reglas son las mismas. Eso es atractivo, porque indica que hay una sustentabilidad”, dijo Cristian Luis.

Además, los Trust Diamond, Trust Wine y Trust Travel Club están destinados al consumo interno de los inversores de la compañía, lo cual fortalece, en teoría, la capacidad de resiliencia de esta.

“Han diversificado. Se han hecho más sostenibles…”, comentó Carlos, exaltado. “TI durará lo que dure la visión de ellos”.

Aparentemente, esta comunidad inversionista confía en la gestión de los corporativos brasileños. A pesar de ello, están conscientes de que “una empresa con alta rentabilidad tiene un alto riesgo”, como repite Ramiro.

El top 16 advirtió que un mal diseño en los planes de compensación puede causar que cualquier empresa multinivel no soporte en el mercado el balazo de un imprevisto crecimiento exponencial: así han quebrado muchas compañías aun sin utilizar esquemas Ponzi, argumentó.

“Si cerrara TI, esta ha dicho que asume la inversión de los afiliados”, relajó el ambiente, “Pero eso yo no lo puedo asegurar”.

El resto del debate sobre la veracidad de TI se esgrime en el terreno de los detalles. Los detractores dicen que el sitio web se creó a partir de una mera plantilla; o que la compañía monta su plataforma en servidores públicos gratuitos y la migra a cada rato; que su director ejecutivo está implicado en procesos judiciales; o si las fotos de sus instalaciones no se corresponden con las direcciones reales… y más, mucho más.

Claro, tienen para cada acusación una respuesta.

Una de las controversias difundidas recae en el tema del registro de TI en Panamá: unos dicen que no está registrada o que le es conveniente hacerlo en un paraíso fiscal. Entonces los trusters rebaten con que el país centroamericano está adelantado respecto a criptomonedas y que su cuota fiscal es menor a las de otros muchos países. Además, su nombre comercial — señaló Ramiro — no es Trust Investing, sino Trucrypto S.A.

Respecto a los comunicados de la CNMV de España y de la SMV de Panamá, con los que desaprobaban a TI, Ramiro defiende que esta no presta servicios de inversión, sino es gestora de criptomonedas. Por tanto, no tiene que estar asentada en comisiones de valores de ningún país, ni necesita sus autorizaciones, pues no opera con dinero fiat. “Porque no se ha decidido aún si las criptomonedas son valores o activos con valor”.

TrustDiamond reconoce que, tal como indica la SMV, TI no está regulada y puede ser proclive a estafas. Pero señala que Binance tampoco, y sin embargo constituye un millonario y prestigioso exchange.

Por tales embates y tras el consejo cauteloso de sus abogados, los corporativos de la compañía “decidieron migrar sus registros hacia Estonia”, informó Ramiro.

Con la residencia electrónica que otorga Estonia, el profesor Massó explicó que muchas empresas de criptomonedas van para allá: “puedes trabajar, firmar documentos…” Ahora — dijo — , Estonia está reevaluando el tema porque gran parte de esos negocios han terminado en escándalos.

Otra crítica generalizada apunta a la identidad anónima de los traders que contrata TI. Ramiro alegó que media un contrato de confidencialidad por cuestiones de seguridad personal para estos. “Esto no es un sindicato. No funciona así. Esas son las reglas, y las aceptas o no juegas”.

De cualquier manera, TrustDiamond afirma que, según Fabiano Lorite, podría accederse a dichos contratos, pero no serán públicos.

Ante la saturación informativa de uno y otro bando, cada quien decide creer en lo que quiere. Ver a Diego Chaves “dando la cara”, mostrándose junto a su familia, en constante comunicación con los inversores o, incluso, de visita a Cuba, suele motivar más confianza que cualquier dato en frío. Normalmente, en una estafa piramidal se ocultan los artífices.

Sin embargo, esas “evidencias” importan un comino.

“Es que no tengo pruebas para decir si TI es o no un esquema Ponzi”, admitió Massó. “Pero, como funciona la empresa, bien puede serlo. Muchas otras que han utilizado ese esquema de negocios, han resultado ser un Ponzi aunque sus directores fueran públicos”.

Carlos Noriega, de rango mánager y patrocinador de Sara Duarte, piensa que las personas se han superado con la llegada de TI a Cuba:

–Yo no era tan buen estudiante y ahora leo más y consulto más gracias a Trust Investing, además de que la economía personal me ha cambiado. Lo que nos mueven son las emociones.

Sonando en Cuba

Arbistar 2.0 es una empresa española que, como TI, hacía arbitraje con criptomonedas, pero de forma automática mediante un bot. Prometía, como TI, alta rentabilidad e independencia financiera. Y, como TI, su director Santiago Fuentes también “daba la cara”: hoy disfruta de libertad condicional en espera de juicio, acusado de fraude, pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales.

En septiembre de 2020, la compañía detectó un error de cálculos en el bot y “no tuvo otra alternativa” que congelar las cuentas de miles de sus clientes, quienes entonces no pudieron retirar ni un céntimo. La CNMV de España ya había publicado, igual que con TI, un aviso sobre Arbistar.

Los perjudicados llevaron al presunto esquema Ponzi ante la Audiencia Nacional de España, el segundo tribunal más importante.

Contó Alexis Massó que aquella empresa sonó hasta en Cuba.

AttonBank aseguraba ganancias diarias de uno por ciento. Un dólar mínimo de inversión. Decía ser una entidad bancaria londinense que prestaba a corto plazo. Qué raro: un banco sin la firma de su banquero.

La plataforma abrió en 2018 y en julio de 2020 desapareció para siempre de los motores de búsqueda de Internet. En Cuba tuvo bastantes implicados. Algunos conocidos de Saúl — dijo él — , incluso vendieron sus motos y carros para invertir allí. Todos perdieron su dinero.

Mind Capital fue más o menos lo mismo, lo que con un final más suave. O digno. Quizás solo más largo. Cerró de pronto, pero juró que en nueve meses devolvería gradualmente su dinero a todos los afectados.

Otras empresas parecidas también circulan en la Isla: está X-Toro, Qubittech (o QubitLife); esta última se parece muchísimo a TI, excepto por que la inversión mínima es de 100 dólares y el rendimiento, de 250 por ciento en diez meses, promedio. Y tiene más variantes de bonos.

Qubittech es la segunda multinivel más popular en Cuba, detrás de TI. Y Roger Juaristi ostenta, según él, el top 2 de Cuba en esa compañía. Dirige un negocio cuentapropista llamado HighVista, que visualiza a otros emprendimientos en redes sociales y gestiona recargas, remesas…

Cuando un cliente le encargó promocionar el link de su cuenta en TI, Roger visionó el cuerno de la abundancia y creó HighInvest[1]: refería inversores y les asesoraba y vendía bitcoines; del resto se ocupaba el mecanismo de TI, Mind Capital y Qubittech, las compañías multinivel que opera. Entre las tres, tenía 135 afiliados cuando JT lo entrevistó en febrero, pero prefería QubitLife porque “son más serios”.

HighInvest sale como proyecto de apoyo en el sitio web de HeavenEx, cuyo nombre era antes CubaXchange. Como puede sospecharse, compran y venden criptomonedas con un descuento de 0,5 por ciento de comisión. Además, ofrecen servicios de transferencias, cursos online, intercambio de tokens criptográficos NFT o de autenticación, sobre los cuales algunos artistas montan sus obras en tecnologías blockchain y las venden como arte digital único e inmutable.

El éxito de HeavenEx proviene del halo de seguridad en sus transacciones — así lo aseguró Isabella Soto, estudiante de Economía y trabajadora de este emprendimiento — , más cuando abundan las estafas y hackers en grupos de compra y venta de bitcoines en redes sociales.

A diferencia de su director Félix Ulloa, ella no está en TI. Se lo han propuesto mil veces: “llegan hasta a atacar por ganar referidos”, confesó; pero se niega, al no entender como economista, el rendimiento de la empresa.

Félix, por su parte, ha estado vinculado a las criptomonedas desde hace mucho tiempo. Incluso, ha hecho del trading un pasatiempo suyo. “Están saliendo varias comunidades de traders en el país, pero falta mucho camino por recorrer”, opinó. Massó coincide, pero reconoce que cada día hay más gente interesada en adquirir cultura financiera.

A partir de la apertura del acceso a Internet por datos móviles, en 2018, los servicios de la web proliferaron, tanto como el uso del bitcóin. Varios negocios “tradicionales” empezaron a cobrar con criptomonedas: el restaurante habanero Come y Calla, la hamburguesería Burguer Like, en Santiago de Cuba, locales de impresión, de reparación de móviles…

Además, con el recrudecimiento del bloqueo económico y de las vías para importar remesas al país, los exchange ganan más importancia. A eso se suma la pandemia, que impide viajar y que se refresque la circulación de efectivo en divisas. Se ha erigido todo un mercado alternativo basado en criptomonedas descentralizadas con una usual tendencia alcista. Y eso es favorable, de momento.

La volatilidad de esos dineros digitales no desaparecerá hoy ni mañana. Si bajara abruptamente el precio del bitcóin, ¿cuántos de esos negocios perderán? O peor: ¿cuántas empresas multinivel sobrevivirán?”.

No estaba convencido al principio, pero finalmente entró a TI en agosto de 2019, con una primera inversión de 60 dólares. En febrero de 2021, Saúl Avilés, mánager y patrocinador de Carlos Noriega, revisó su cuenta un día y se percató de que ya había afiliado a 96 personas y que tenía un equipo de 21 785: “Me siento responsable de cada referido mío”.

–No busco inversiones grandes, busco gente que haga “red”. Lo prefiero por la dedicación que le dan a la empresa– dio las mieles.

Ese día de febrero, Saúl constató que había ganado un total de 237 516 USDT por sus bonificaciones, y como 48 mil por sus inversiones.

La ilusión del joven-adulto varón blanco universitario

“TI devolvió las esperanzas a muchas personas”, valoró Mairelys Ramírez, contadora de 24 años. En 2020 entró a la empresa por su esposo. Desde entonces, su vida ha cambiado considerablemente.

Gracias a TI, la pareja puede contar con un extra que le ayuda a sobrellevar el día a día: “Me motiva que realmente se gana dinero. Al mes, liberamos más de 130 USDT. Esto nos ayuda mucho”, afirmó ella.

Mairelys está contenta, además, porque cada vez hay más mujeres que se suman al staff de inversionistas: “Seguimos presentes; creciendo y demostrando que tenemos potencial y que nada nos detiene”.

Liliana Menéndez, por su parte, hace tiempo no baila. Es profesional de la Compañía Acosta Danza, pero debido a la COVID-19, apenas se estira y practica piruetas en casa para no oxidarse, mientras gana algún dinerito promocionando productos cosméticos e invirtiendo en TI.

Si bien ella se enteró por una colega, su prometido es quien realmente le creó y maneja su cuenta de TI, porque al principio ella no entendía cómo funcionaba. “Él se encarga de todo”, asintió confiada.

Le encanta el negocio por el bajo costo de la inversión inicial y porque “ahora en Cuba casi todo funciona con dólares y no hay de dónde sacarlos… y esta es una forma”.

A partir de un sondeo de JT en Internet [2] a la comunidad de trusters, con la supervisión de la doctora en Ciencias Ángela Peña y un equipo de profesoras del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana (UH), solo 19 por ciento de los encuestados — de 2 961 en total — es del sexo femenino.

Más allá de su género, se asemejan bastante las motivaciones de cada cual para ingresar en TI. Neilser Rodríguez, de 20 años, aspira a lograr la liquidez necesaria como para independizarse junto a su novia y mantener una relación duradera, con estándares ventajosos en su calidad de vida.

Roberto Rodríguez, otro truster sin rango, busca una forma no ilícita de mejorar económicamente y que le permita mantener su empleo de profesor en la Facultad de Biología de la UH, donde se siente en verdad realizado. “Simplemente, utilizo TI como una vía para completar el salario que no me da mi profesión”, justificó el veinteañero.

Un dato curioso apunta a que la mayoría de las personas encuestadas dice trabajar en el sector estatal, tanto en el presupuestado (26,3 por ciento), como en el empresarial (29,1 por ciento).

“Muchas razones por las que están tantos cubanos en TI, son de tipo estructural, económico”, infirió la socióloga Peña. “Tiene que ver con las opciones de los jóvenes para acceder a formas de capital que les permitan crecer con cierta independencia”.

“No solo hay un problema de crisis económica, que ya data de varias décadas”, afirmó, sino que existen escasos mecanismos para una retribución rápida. Un camino es invertir tiempo y labrarse una carrera — proceso que no garantiza tocar oro — ; el otro es el del emprendimiento, pero suele requerir un capital inicial. Los jóvenes, en general, tienen menos herramientas para alcanzar esa meta.

“La pandemia ha disparado todo: las limitaciones, la innegable escasez; cada proceso social pasa hoy por ahí, independientemente de la Tarea Ordenamiento, de la crisis económica… La pandemia es un parteaguas”, sentenció Peña.

Y en medio del desgaste, explicó, se presenta esta “oportunidad” que implica bajo riesgo de manera inicial. Eso motiva a cualquiera que, además, posea determinados medios y conocimientos tecnológicos.

Otro dato estadístico interesante recae en que, de la muestra, casi 60 por ciento de los trusters ha concluido estudios universitarios.

Así lo evidencian la contadora Mairelys, el biólogo Roberto y Neilser, que aún no se ha graduado de físico; otros entrevistados como Ernesto Orosa, de la UCI; o Humberto Caballero y Yasniel Zekeira, ingenieros de la Universidad Tecnológica de La Habana (Cujae).

De hecho, de existir un retrato de la masa mayoritaria de la comunidad de TI en Cuba, bien podría parecerse, según los resultados de la encuesta, al de un joven-adulto varón blanco con nivel universitario.

A pesar de tal dictamen, la diversidad se manifiesta en cada una de sus variantes: tanto ancianos de 83 años como adolescentes de 16; representantes de todas provincias, de todos los sexos posibles, de todos los empleos: cuentapropistas en diferentes posiciones, trabajadores informales, cooperativistas, pensionados, estudiantes; graduados de educación preuniversitaria, tecnológica, secundaria, hasta primaria…

Por ejemplo, Roberto González es barbero en Guanabacoa (La Habana) y sus clientes nunca sueltan el tema de TI: “Está de moda, todo el mundo ve que está dando dinero y se habla mucho de eso”, reafirmó. Sin embargo, ya dejó la compañía: si bien entró en 2020, luego prefirió no invertir más y usar su dinero para “cosas de la casa”.

A la socióloga también le habían propuesto antes ingresar en la empresa: alumnos suyos con determinados privilegios, principalmente. No obstante, con el tiempo vio que la red ya había llegado a los barrios. Así, llegó a concebirse TI como una opción viable y legítima para “salir del bache”, en el imaginario de aquellos jóvenes en situación de pobreza o con vulnerabilidad económica. “Estos, normalmente, se autoperciben como sujetos ajenos a las oportunidades sociales”.

“Hoy por hoy, está a otro nivel ese sistema. Ya la base de TI es realmente social”, sentenció.

Ahora, ¿qué otra semejanza, aparte de las motivaciones económicas, suele compartir aquella mayoría universitaria con el resto de los trusters?

Por los testimonios de las personas entrevistadas y por los datos resultantes del sondeo, se puede concluir que casi todos conocieron de TI por un amigo (66,7 por ciento de los encuestados) o un familiar (14,1 por ciento) que ya pertenecían a la gestora de criptomonedas.

Nada extraño, dado que el propio marketing multinivel propicia ese tipo de expansión “boca a boca, persona a persona”, como vaticinó Ruslan. Ante la mirada sociológica de Peña, TI crece así porque se basa en el funcionamiento del “capital social” que tiene la gente en sus redes de confianza. Básicamente, como confías en quien te presenta TI, y crees de forma tácita en sus propias historias de éxito o en las ajenas que te cuenta, no sueles cuestionarte demasiado el sistema.

“A las personas no les importa que exista o no una verdadera inversión en la empresa”, zanjó. “Lo que les interesa es que el sistema funcione y que obtendrán una rentabilidad en un plazo breve de tiempo”. Los canales de la web, además, otorgan un formato tecnológico al contenido social que ya existía, lo cual agiliza más el proceso. Y, por otra parte, está la innegable realidad de que “no tenemos una cultura de inversión”. En eso también coinciden Alexis Massó y Jorge Barrera.

“Los cubanos nunca hemos tenido la posibilidad de realizar inversiones en ningún modelo de negocio, por la limitación de los bajos salarios y las cero carteras de posibilidades para las personas naturales”, levantó la mano Osvaldo Trujillo, un truster “sin relevancia”, según él.

Y aún falta lo peor: mientras más se arraiga la fama de TI, menos se conversa, dentro de la comunidad, sobre riesgos y responsabilidades.

La encuesta indica que, para los trusters, los beneficios que acarrea la compañía están mucho más claros que los riesgos en sí. Roberto, el joven biólogo, estuvo los primeros meses sin afiliar a casi nadie, aplicando el método científico de la prueba y error, a fin de certificar la veracidad de TI antes de presentarle el negocio a otros. Pero en 2021, cuando la compañía adquirió mayor legitimidad social, reorientó su enfoque y empezó a asumir que cada quién toma su propia decisión y sus riesgos.

Esta mentalidad de “tú inviertes bajo tus propios riesgos” abunda entre los trusters: “Hay un criterio de elección racional”, explicó Peña. “Se supone que tienes toda la información, quieres participar y sabes los riesgos. Por lo tanto, si pierdes, no es mi responsabilidad, sino la tuya”.

Y se conoce de quienes dan a sus afiliados carpetas de materiales educativos y proselitistas sobre TI; de quienes prometen “libertad financiera”, que serás “tu propio jefe” o incitan a tirar la casa por la ventana, solo con un mero pinchazo en su link; pero cuando esos llegan a “los barrios”, parecieran hacer su agosto con las hambres de sueños.

Su antiguo alumno de guitarra Ruslan Concepción, en 2019 se volvió su patrocinador de TI. Ramiro Mejías después afilió a Saúl Avilés.

Con 39 años, Ramiro vive junto a su madre, su abuela y su tía. Llegaba cansado de su trabajo en la sucursal en Las Tunas de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa), en la cual desempeña funciones de programador informático. Estiraba los pies, se recostaba y a partir de la nueve de la noche atendía su red mientras preparaba talleres y materiales educativos, al fin y al cabo, es director regional y top 16 de TI.

–Me gusta mi trabajo. Pienso estar ahí hasta que prescindan de mí. Me apasiona esto: programar (en Etecsa) y dedicarme a Trust Investing.

Elección racional para el capital social

Amanece cada día, llueve o hace sol, y todavía no existe normativa que regule directa o indirectamente las criptomonedas en Cuba.

Mariana Fernández, joven abogada del Ministerio de Justicia. (Foto: María Lucía Expósito)

“No hay nada que las regule, pero tampoco que las permita”, señaló Mariana Fernández, jurista del Ministerio de Justicia que actualmente investiga sobre este tema dentro del ámbito legislativo.

“Es una realidad que no se puede desconocer y más temprano que tarde debe haber una respuesta”, afirmó la doctora en Ciencias Yarina Amoroso, presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho e Informática. “La ausencia de un régimen jurídico genera desprotección para los usuarios”.

Según Amoroso, la naturaleza jurídica de las criptomonedas reside en que “constituyen un bien intangible que puede ser utilizado como medio de pago y como inversión, protegibles por el derecho de propiedad”.

Significa que se pueden adquirir, utilizar y transmitir como cualquier otro bien ordinario, interpreta el abogado Idael Bornot en su artículo de 2021, Aproximación jurídica al fenómeno de las criptomonedas en Cuba.

Además, dice, podrían intercambiarse por otros bienes en forma de “contrato de permuta” (Artículo 367 del actual Código Civil, Ley 56/87). O usarse, bajo el concepto de “dación de pago” (297.1, Ley 56/87), para zanjar una deuda con “prestaciones distintas a la debida”; la “prestación” puede consistir en “dar, hacer o no hacer alguna cosa” (46.3, Ley 56/87).

No obstante, siempre queda la duda de si se incurre, o no, en un delito de “actividad económica ilícita”. Según el artículo 228.1 del Código Penal (Ley 62/87), será condenado quien con ánimo de lucro realice, sin tener licencia, “actividades de producción, transformación o venta de mercancías” o de prestación de servicios; o quien realice una actividad de “esa naturaleza” que no esté expresamente autorizada por la ley.

Además de multas o privación de libertad (de tres meses a un año), los responsables pueden ser sancionados con la confiscación de sus bienes.

Bornot sostiene que invertir con criptomonedas no entra en las actividades de “esa naturaleza”, pues aquellos “bienes” no se consideran mercancías; y no se prestan servicios, sino que se contratan. Y al ocurrir todo en Internet, todo se anula por el principio de territorialidad de la ley.

Mientras la moneda virtual se mantenga en su billetera, puede incluso acumularse y no habrá infracción, por cuanto Cuba no regula nada al respecto, explicó Mariana Fernández. El delito se tipifica a partir de que se convierte en dinero fiat: como actividad económica no está autorizada y, además, se está percibiendo una ganancia que no se está declarando.

También la especialista se cuestionó el vacío legal que deja el artículo 228.1, respecto a si una criptomoneda es una “mercancía” o qué son exactamente las actividades de “esa naturaleza”. “Sin embargo, habla de un ánimo de lucro y de algo que no está tipificado en la norma”, añadió.

“Un buen abogado y una excelente defensa, si toman como punto principal que no existe regulación alguna sobre la actividad ejercida, pudiera conseguir un resultado favorable”, reflexionó ella.

Pero si se demostrara que TI utiliza un esquema Ponzi, la acusación podría encaminarse hacia los términos de una estafa.

“En el mundo digital no existe el ‘no derecho’. Y cualquier acción indebida — como puede ser el robo, la estafa — no elude la ley”, alegó Yarina Amoroso. “Se puede estar pensando que como (el delito) sucede en otro lado, no hay manera de ningún tipo de reclamación. ¡Ojo! El derecho internacional también tiene sus principios, y Cuba es un Estado que puede ejercer sus derechos en esa realidad”.

Dra. Yarina Amoroso, presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho e Informática. (Foto: María Lucía Expósito)

Para Fernández, lo complejo sería demostrar la estafa. Cuando explota un Ponzi, deviene un proceso que, por no estar reguladas las criptomonedas, tendría que formularse sobre la base del dinero fiat sustraído.

Además — opinó — , una supuesta estafa de tal envergadura (por flujos de activos y cantidad de personas), tiene muchos roles: en teoría, un cubano que participa en TI podría ser considerado cómplice, pero no el autor intelectual del delito. Según la lógica penalista, todos en la compañía serían víctimas y, a la vez, cómplices, excepto aquel que entró tarde a la “pirámide” y no pudo — o no quiso — afiliar a nadie, ni recuperar su dinero.

El aparato jurídico — dijo Amoroso — se involucra a partir de que llega una queja. O sea, mientras haya una demanda, “habrá una respuesta”.

Cabe preguntarse entonces, en el caso de que TI resulte ser una estafa piramidal, ¿valdrá la pena llevar a tribunales a miles de miembros de TI en Cuba? ¿O acaso solo a los líderes?

La socióloga Ángela Peña está en contra de criminalizarles. Si bien ilegalizar la práctica en TI puede impactar en su expansión, la red seguirá amparándose — a falta de un carácter formal — en la confianza y la legitimidad social; mientras TI pruebe ser rentable, nada cambiará.

“Al mercado negro en Cuba le dan por todos lados, pero sigue existiendo”, argumentó. “Aunque merme, no creo que desaparezca (Trust Investing). Para eso, tiene que fallar la red en sí misma: que reviente”.

Además, siempre hay métodos para evadir la persecución tecnológica.

Peña cree que incentivar una especie de cultura económica sería más provechoso. Dar herramientas e información a las personas los protegería de caer en futuras estafas; prácticamente es como emplear la propia lógica de la “elección racional” que usan los predicadores de la empresa.

“El capital social es cohesión social”, firmó la profesora, y agregó que cuando se comparte una comunidad de intereses, es difícil desarticular tal vínculo, que tiene sus raíces en un asunto estructural. Si el orden formal atacara ese sistema, aquella comunidad podría volcarse en su contra.

“Criminalizarlos sería criminalizar la necesidad que tienen las personas de crecer económicamente”, cerró la conversación.

Aguacero de mayo

El 22 de abril la policía detuvo a Ruslan Concepción y todo lo que se creía sólido se derritió como un reloj de Dalí.

El tunero Ernesto Rondón, director regional en TI y allegado del detenido, confirmó que el altercado ocurrió en el aeropuerto, cuando el top 3 y director nacional intentaba, junto a su familia, abordar un avión con destino a Rusia.

La noticia fue un bombazo en las redes sociales: coberturas de medios de prensa, tergiversaciones, teorías especulativas, perfiles de Facebook, Instagram y Twitter plagados con el hashtag “TodosSomosRuslan”.

Rondón dijo saber de primera mano, por sus vínculos con la familia de Ruslan, que este se hallaba bajo investigación por presunta actividad económica ilícita. Culpó de su situación al youtuber Manuel Milanés por filtrar y manipular un polémico audio, en el que el primer truster cubano se jactaba de las supuestas cantidades de dinero que guarda en el banco.

Distintos medios de prensa empezaron a tildar de estafa piramidal a TI, cuya reacción fue un torrente de dislikes y comentarios en la web.

Días después detuvieron en Las Tunas a otros altos rangos de la gestora de criptomonedas, entre ellos el entrevistado de JT, Ramiro Mejías, a quienes les ocuparon dinero y equipos en sus casas, aseguraron Rondón y otras fuentes.

El temor se ha vuelto tal, que Cristian Luis, Sara Duarte, Carlos Noriega y Saúl Avilés pidieron ocultarse tras el anonimato (estos son sus seudónimos), semanas después de permitir a este equipo de reporteros que les entrevistara y se usaran sus nombres reales.

Empezando mayo, para colmo, miles de usuarios no podían acceder a la plataforma de TI. Desperfectos técnicos, fue la explicación, pero aún crecía la incertidumbre y la gente reclamaba a gritos (digitales) su dinero.

Entonces llegó, rodeado de aquellas brumas, el segundo aniversario de la compañía. Mediante el live antes referido, los corporativos festejaron y prometieron que el problema de las cuentas sería temporal. En los últimos quince minutos de la “directa”, lamentaron las recientes detenciones, ofrecieron demostrar su legalidad y Fabiano Lorite cerró con un mensaje amenazador a las autoridades cubanas: “Si algo pasa a nuestros chicos, vais a tener 800 mil personas contra su gobierno”.

El 10 de mayo, algunos tuneros se dirigieron a la sede de su gobierno provincial a reclamar una respuesta acerca de la postura oficial sobre TI.

Ese mismo día, en horas de la noche, el jefe de Estado, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se refirió al tema a través del sitio Presidencia Cuba, en el cual criticó a empresas trasnacionales que en el país operan mediante criptomonedas y usan esquemas especulativos con posibilidad de ser fraudes.

El Banco Central de Cuba secundó al mandatario a las 72 horas y sacó una lista negra de hipotéticos esquemas Ponzi que circulan en la Isla: Mind Capital, Mirror Trading, Arbistar, Trust Investing, Qubittech, X-Toro y otros. Reiteró que el Estado “no promueve ni aprueba el funcionamiento de este tipo de ‘empresas’” y aconsejó alejarse de estas.

De repente, el bitcóin cayó debido a una prohibición de China a las criptomonedas, divulgada el 18 de mayo. Se depreciaron, a la vez, otras monedas virtuales descentralizadas como el ethereum. Entre este anuncio y el tuit de Elon Musk, el valor del bitcóin disminuyó en mayo alrededor de 50 por ciento de su precio más alto: casi 60 mil dólares la unidad.

Varios negocios “multinivel” no pudieron resistir y se declararon en una especie de bancarrota. Qubittech es un claro ejemplo de ello, pues dejó a más de 250 mil usuarios sin posibilidad de retirar su dinero.

De la noche a la mañana, los cálculos dieron números rojos y cambió por completo su estructura empresarial. A quienes no pudieron recuperar su inversión, les pagarían en forma de cursos educativos que tendrían que vender ellos mismos, y en el token QDT, que hoy por hoy no vale nada.

Tremenda estafa, rugen las víctimas de Qubittech, mientras los clientes de X-Toro dejan también de recibir sus pagos. Las miradas se enfocan en Trust Investing. Miradas de miedo, esperanza y mil demonios encontrados. Algunos vaticinan su derrumbe definitivo, la demostración del Ponzi; otros confían en que superará esta crisis.

Mientras, sin despegarse casi del móvil, Cristian Luis apaga la luz. Se acuesta. Cierra los ojos… Su última carta ya está echada.

[1] Sitio creado en julio de 2020 que dejó de estar en circulación luego de la caída de Qubittech; era el principal sitio de inversiones que promovía, además de Trust Investing, Qubittech y Mind Capital.

[2] La encuesta se realizó por medio de una plataforma de formularios de internet (Google Form) y estuvo disponible al público para responder durante una semana entre el 15 y el 22 de mayo de 2021. Las respuestas fueron anónimas y la forma de participación voluntaria.

- Muestreo (identificación y selección de informantes y tamaño)
La muestra tuvo alcance nacional, aunque hubo una proporción mínima de extranjeros participantes. La identificación se realizó por medio del procedimiento de bola de nieve donde cada informante señalaba o reenviaba el link a miembros de su red de conocidos. También se colgó el link en sitios virtuales de confluencia de miembros de la red de Trust Investing.

El tamaño quedó definido por la cantidad de personas que llenó el formulario en la semana en que estuvo abierto a respuestas en la plataforma de encuestas utilizada.

*La redacción de preguntas y el proceder metodológico estuvieron a cargo de las Doctoras en Sociología Ángela Peña, Dayane Proenza y Niuva Avila y la Máster Aimee Gross.

Nota: Todas las personas cuyos testimonios se citan dieron consentimiento informado para su publicación.

Supervisión y edición: Ernesto Guerra y Toni Pradas Bermello

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