Liz Hernández Pérez: Jazzeando con peces

Juventud Técnica
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9 min readFeb 11, 2021

Por Ernesto Lahens Soto

Liz camina dando zancadas, parece una pequeña locomotora que se mueve por los pasillos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB); hasta que se detiene frente a la maqueta para mostrarnos el lugar, donde respira y sonríe despacio:

“Aquí estamos ahora–dice, mientras busca con la vista la vitrina donde se encuentran los premios del CIGB en más de 40 años de existencia–. Hay trabajadores que están desde la fundación en 1986, cuando aún yo ni pensaba nacer”.

Con solo 27 años de edad, Liz Hernández Pérez es máster en Ciencias y se encuentra en proceso de doctorado. Ella forma parte del grupo de Biotecnología Acuática en el departamento de Biotecnología Animal.

“Yo trabajo aquí desde el 2016 cuando me gradué, aunque estaba vinculada desde las prácticas laborales de segundo año”.

Si quieren podemos sentarnos en un lugar más tranquilo para la entrevista. Si seguimos caminando se nos va a hacer de noche; esto es inmenso.

–Eso me suena a algún trauma del pasado –digo en broma.

–Sí, tienes razón –confiesa–. La primera vez que llegué, el lugar me sobrecogió, me parecía gigantesco. Es un laberinto y me perdía por los pasillos las primeras semanas.

En una pequeña sala de reuniones, Liz se sienta frente a mí; su rostro, algo nervioso, se refleja en el barniz de la mesa de madera que nos separa. Delgada, de baja estatura, suele reírse mientras conversa, incluso cuando alguna tensión de la entrevista la incomoda. Enciendo la grabadora y me dispongo a empezar.

–¿Por qué cogiste la carrera de bioquímica?

1- La joven investigadora formó parte del proyecto de estudiantes que cursan el 12 grado en la universidad. (Foto: cortesía de la entrevistada)

– Fue casi por accidente. Yo quería estudiar Lenguas Extranjeras, pero un profesor del IPVCE Carlos Marx, de la provincia de Matanzas, me habló del proyecto de 12 grado en la Universidad de La Habana. Me embullé, hice la prueba de biología y la aprobé.

Con esa asignatura podía optar por una de las tres carreras de la Facultad de Biología. Escogí bioquímica, pues de cierto modo siempre me ha gustado saber el porqué de las cosas y ahí encontré que podía hacerlo desde la biología; también porque me interesaba la química y esa fue la manera de decidirme por ambas.

No me arrepiento de mi decisión, no me hallo estudiando otra cosa.

– ¿Cómo llegaste por primera vez al CIGB?

–Es una historia larga. Como te comenté, me vinculé a la Universidad de La Habana en duodécimo grado, ahí tuvimos una buena formación vocacional sobre los centros de investigaciones a los que podíamos vincularnos, gracias a lo cual yo conocí lo que me gustaría hacer. Entonces,cuando llegó el momento de las prácticas en segundo año de la carrera, tuve la posibilidad de venir para el CIGB y desde entonces estoy aquí.

1- Tras su graduación en el 2016 se incorporó como trabajadora del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (Foto: cortesía de la entrevistada)

– ¿Entonces tu vida estudiantil y laboral siempre ha estado ligada al CIGB?

Y gran parte de mi vida social también. A las 7:45 de la mañana marco tarjeta de entrada y a las 5:33 de la tarde me voy. Como dicen mis vecinos: “Te vas antes de que salga el sol y regresas después que se pone”.

– ¿Cómo ha sido trabajar con ese horario?

Eventualmente te adaptas –se ríe mientras se acomoda los espejuelos–. Esto puede ser un reto muchas veces porque tienes tu vida familiar fuera de aquí, tenemos que comprar alimentos y dinámicas de vida como cualquier otra persona. Con el tiempo uno logra ajustarlo todo; los fines de semana los aprovechas bastante. Esta profesión es así, para obtener un resultado necesitas dedicarle muchas horas al estudio, al laboratorio, pero al final haces lo que te gusta.

–Es muy sacrificada la vida de un bioquímico…

– Sí, y también muy reconfortante, sobre todo en ese momento en que logras el resultado final de un proyecto y tienes la patente. En ese momento dices: todo el esfuerzo valió la pena.

–¿Cuánto se demora una investigación por lo general?

Se dice que en la industria biotecnológica una investigación tarda de diez a 20 años en lograr el resultado. Claro que por el camino vas alcanzando pequeños objetivos que son incentivos para seguir. En gran medida la investigación también depende de los recursos, tanto humanos como materiales; a veces no tenemos los que necesitamos y con empeño, motivación e inventiva se logran los resultados.

– ¿En qué proyectos has trabajado?

Cuando llegué de prácticas laborales me incorporé al proyecto de evaluación del péptido GHRP6 como adyuvante molecular en peces y en ratones. Este es un compuesto que se adiciona a las vacunas de subunidad para que se potencie una mejor respuesta inmune.

“Explico, las vacunas de subunidad se componen de pequeños fragmentos de patógenos en cuestión. Eso, las hace más seguras, pero a la vez tiene el problema de que pueden no ser suficientemente inmunológicas, o sea, que la respuesta inmune estimulada en el organismo no sea la óptima. Entonces para ello se emplean diferentes estrategias, como son los adyuvantes, que permiten mejorar esa respuesta. No es algo sencillo, porque no puede ser una respuesta inmune potenciada al extremo, pues esto es perjudicial.

– ¿Por qué puede ser perjudicial?

Todo en exceso es malo –bromea–.Es que algunos adyuvantes son basados en componentes oleosos y en el caso de los peces puede provocar daños en los órganos internos. Entonces se buscan alternativas que sean moléculas que actúen como inmunoestimulantes y no de la forma más clásica que es con compuestos químicos que hacen el efecto de depósito. Hay ideas muy novedosas como las nanovesículas, liposomas, proteínas quiméricas. Por ejemplo, la vacuna Pfizer contra la COVID- 19 es un ARN y está formulada en vesículas lipídicas. En mi caso son vacunas para “pacientes con branquias”.

– ¿Sigues trabajando en ese proyecto en la actualidad?

– No, en estos momentos estoy trabajando en mi doctorado, vinculado a mi proyecto de maestría, en la cual traté el efecto de uno de los productos en la expresión de genes involucrados en la respuesta antimicrobiana en tilapias.

“Entonces el doctorado va de la evaluación de ese mismo producto sobre la actividad reproductora de especies acuícolas de interés económico como la lubina. Disculpa que no diga el nombre del producto, es que aún no se ha realizado la publicación y no debo mencionarlo por ahora”.

–¿Cómo funciona este producto?

– Su principio activo actúa por medio de un receptor que se encuentra en las células y estimula una serie de funciones, como el crecimiento y la inmunidad. Uno de esos mecanismos de la inmunidad que resulta estimulado es la actividad antimicrobiana. O sea, estimula en las células inmunes determinados mecanismos que contribuyen a eliminar patógenos.

–¿Todos los proyectos están relacionados con especies de interés comercial?

– Para nada, también con organismos de interés ecológico. En estos momentos estamos trabajando con el manjuarí, un pez de agua dulce endémico de Cuba que se encuentra en peligro de extinción, en coordinación con la estación experimental de la Ciénaga de Zapata, para contribuir con el manejo y la conservación de la especie.

“Por el momento no hemos empleado ninguno de nuestros productos en esta investigación debido a las mismas limitaciones causadas por la COVID-19. La idea es probar el efecto precisamente en la reproducción. Eso facilitaría la reintroducción en su hábitat. Hasta el momento todo lo que hemos hecho es a nivel de laboratorio, in vitro.

–¿Para que emplean los ratones en las investigaciones?

–Los usamos para ensayar los diferentes productos con los que estamos trabajando; para estudiar las respuestas inmunes en ellos,debido a que no existen muchas herramientas en la actualidad para el estudio del sistema inmune en los peces.

“En una ocasión mi hermana me pidió que hiciera un ratón transgénico fosforescente para entretener a mis sobrinos. Eso me dio mucha gracia porque no es lo que hacemos nosotros aquí. Nosotros no trabajamos con transgénicos”.

–¿Has trabajado en otros proyectos además de tus tesis de licenciatura, maestría y doctorado?

“En Noruega tuve la oportunidad de ver nieve en verano”. (Foto: cortesía de la entrevistada)

– Si, aquí trabajamos en muchas cosas –más risas–. En una ocasión participé en un ensayo de campo en Noruega, en la ciudad de Tromso. Fue algo sorprendente, pues Tromso se encuentra por encima del círculo polar Ártico. Fui en verano y todo el tiempo era de día, a las tres de la mañana había mucho sol, parecía el mediodía. En esos meses casi no podía dormir por el sol.

“Este proyecto lo dirige otra colega del grupo de peces, es una colaboración con Nofima, una empresa noruega. Han desarrollado un candidato vacunal contra los piojos de mar, que son ectoparásitos que afectan los cultivos de salmón. Les provocan daños en la piel y en las branquias; eso genera pérdidas para los productores. Además del daño ambiental, porque actualmente los métodos para su control son químicos.La vacuna consiste en un fragmento de proteína del piojo, eso permite que el salmón desarrolle anticuerpos, de manera que cuando se exponga al piojo tenga anticuerpos y lo afecte.

“Esta fue una experiencia única para mí, pues pude trabajar en otro lugar, conocer una cultura diferente. También pude ver nieve en verano que es algo que pocas personas hacen.

“Como te decía, el ritmo circadiano se nos afectó un poco. Cuando veníamos ya de regreso a Cuba, tuvimos que hacer escala en Oslo. Ahí si oscurecía, qué alegría ver las estrellas. Fue como poner algo en automático, nos quedamos dormidos al instante, solo por la oscuridad, y eso que eran si acaso las ocho de la noche.

“Algo que me sorprendió de Noruega es que sembraban muchos tulipanes y los cambiaban y volvían a sembrar otros a la semana en los mismos lugares. Con solo diez grados Celsius podías ver a algún noruego salir con solo una camiseta y un short a disfrutar del sol; era verano después de todo.

–¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre para relajar la tensión del trabajo?

– Aquí en el centro tenemos el grupo del café, y, aunque yo no tomo, nos reunimos a conversar en los ratos libres. El CIGB es donde pasamos mayor cantidad de horas y vamos estrechando lazos afectivos. Ahora con la COVID-19 hemos estado distanciados porque tenemos mucho trabajo a distancia. Cuando todo vuelva a la normalidad regresaremos al grupo del café.

–Y fuera del trabajo ¿Qué te gusta hacer en tus ratos de esparcimiento?

– Leer; me gustan sobre todo los policíacos, los libros de historia…La ciencia ficción no –hace una mueca con la cara y niega con la cabeza–. Me encanta la imaginación de Agatha Christie.

–¿Es tu autora favorita?

– No, García Márquez; mi libro favorito es Cien años de soledad.

–¿Y la música?

– Me encanta el jazz cubano: Bobby Carcassés, Interactivo, Habana Abierta, los López Nussa (todo el clan). A veces en el laboratorio ponemos música, no solo yo, sino casi todos. Cada vez que estamos haciendo algún experimento ponemos algo suave para concentrarnos y relajarnos. “Los fines de semana cuando descanso suelo ver películas. Mis favoritas son la trilogía de El padrino, aunque también me gusta la saga de Harry Potter y las animaciones de Miyazaki.

–¿Qué objetivos tienes para tu futuro profesional?

– El objetivo más cercano es terminar mi doctorado, luego continuar desarrollando y estudiando productos que tengan un impacto positivo en la acuicultura; tanto en la estimulación del crecimiento, de la inmunidad como de las funciones reproductoras. Tengo varios proyectos en desarrollo, pero aún están en pañales, me queda mucho por delante.

–¿Piensas ser líder de algún proyecto?

– Ahora mismo no. No me creo con ese nivel de conocimiento, implica mucha responsabilidad. Supongo que si en el futuro lejano me lo propusieran lo pensaría. Pero no porque me nazca a mí. Al menos no en estos momentos.

Foto: Alba León Infante

Al terminar las preguntas Liz nos ofrece un recorrido por los laboratorios del Centro. Cuenta que tras su primer día de práctica en el CIGB llegó a la beca de 12 y malecón y se acostó a dormir hasta el día siguiente.

Aquí se trabaja mucho –nos dice, mientras muestra la faena de otros investigadores–. Luegonos acompaña hasta la salida, y tras despedirseregresa con el mismo paso agitado de alguien a quien no le alcanzan los segundos.

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