Orgasmo femenino: ¿una brecha insalvable? (+ test)

Juventud Técnica
Juventud Técnica
Published in
10 min readAug 8, 2021
(Foto Deon Black en Unsplash)

Por Claudia Rafaela Ortiz

La anorgasmia femenina es el problema sexual más frecuente en las mujeres. El diez por ciento de las mujeres nunca ha experimentado un orgasmo, una de cada tres o cuatro tiene problemas para lograrlo, y al menos un tercio presenta deseo sexual hipoactivo [1]. Sin embargo, el por ciento afectado se estima sea aún mayor, puesto que la mayoría de ellas no acuden nunca a consulta.

El Día Internacional del Orgasmo Femenino surge como iniciativa en Latinoamérica [2], precisamente con el objetivo de entender y visibilizar el placer femenino también como una cuestión de salud pública, pues su inhibición puede producir empobrecimiento emocional y reducir considerablemente la calidad de vida de las mujeres.

En una búsqueda meticulosa sobre la sexualidad femenina (ídem orgasmo y clítoris), se encuentra que hay un cúmulo muchísimo menor de investigaciones médicas, sexológicas y antropológicas al respecto que las dedicadas a estudiar la sexualidad masculina, con muchísimas interrogantes aún por responder.

“La investigación en cuestiones relacionadas con la salud de la mujer en general y la sexualidad en particular lleva un retraso de unos 20 años respecto a la de los hombres”, compara Susan E. Trompeter, profesora de Medicina en la Universidad de California, citada en varios artículos sobre el tema [3].

Tal carencia ha devenido en mitos, tabúes y especulaciones popularizadas, sin base científica, alrededor del orgasmo y la sexualidad femenina, como por ejemplo, la existencia de un místico Punto G, o la separación incorrecta de orgasmos vaginales y clitorianos, así como otro sinfín de ejemplos menos nobles que los anteriores.

Los números de la brecha

(Foto M. en Unsplash)

Según la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Comportamiento elaborada por la Universidad de Indiana, el 91 por ciento de los hombres experimentaron un orgasmo durante su último encuentro sexual frente al 64 por ciento de las mujeres. La cifra disminuye si hablamos de la primera vez que se mantuvieron relaciones: el 55 por ciento de los varones lo consiguieron frente a solo el cuatro por ciento de las mujeres [4].

Un estudio más reciente arroja resultados similares, publicado en Archives of Sexual Behaviour en 2018. Prácticamente todos los hombres heterosexuales consiguen el clímax en compañía, el 95 por ciento, y las mujeres con la misma orientación no, o en muchísima menor medida, un 65.

Por el contrario, el porcentaje sube entre las lesbianas, 86 por ciento. Y las heterosexuales más proclives a llegar al orgasmo son las que reciben más sexo oral, están satisfechas con sus relaciones de pareja y disfrutan de encuentros más largos, resume el mismo artículo [5].

¿Y en Cuba?

Pesquisas con similar objeto de estudio encontramos también en el contexto cubano, aunque en muchísima menor medida que las dedicadas a otras afecciones menos comunes (aunque no menos importantes) de la salud sexual y reproductiva de las mujeres, como lo son las Infecciones de Transmisión Sexual.

Definido como trastorno orgásmico femenino, un estudio en la Revista científica Sexología y Sociedad, de la psiquiatra y profesora María del Carmen Vizcaíno Alonso, estima que en Cuba este padecimiento se halla entre el 25 y el 43,7 por ciento de las mujeres que asisten a terapia sexual [6].

Otra investigación en realizada en La Habana [8] comprueba que es un fenómeno prevalente en la población femenina; sobre 845 mujeres estudiadas se obtuvo la cifra de un 26,98 por ciento con disfunción orgásmica.

Una tercera pesquisa hecha en el periodo 2001–2004 en 209 mujeres supuestamente sanas entre 19 y 64 años de edad, procedentes de centros laborales de varias provincias del país, encuentra que el 16,7 por ciento refirieron alguna disfunción sexual, presentada en todos los grupos de edades, fundamentalmente entre los 21–50 años [9]. Aquí prevaleció el deseo sexual hipoactivo con 9,1 por ciento y la inhibición orgásmica con 3,8 por ciento.

En este último sondeo, la investigadora resalta que la cifra de los trastornos se considera mayor, si se tiene en cuenta que otro 37,3 por ciento de mujeres manifestaron insatisfacciones en su funcionamiento sexual, sin identificar por ellas disfunción sexual.

Ninguna de estas mujeres acudió a consultas médicas o psicológicas por las manifestaciones mencionadas.

Disfunción orgásmica femenina, una cuestión de salud pública

(Foto Kristina Flour en Unsplash)

El orgasmo femenino es un proceso complejo, de origen multifactorial, que tiene componentes biológicos, psicológicos y sociales.

¿Tiene mi cuerpo algún problema?

Aunque los factores físicos se recogen como muy pocos frecuentes, cualquier desbalance en los sistemas que intervienen en el orgasmo: “hormonal (las hormonas serían las mensajeras del estímulo), el nervioso (la activación del simpático permite la contracción del útero y de la vagina), vascular (la circulación fomenta la irrigación de la zona en el momento del clímax), muscular (la musculatura del suelo pélvico sustenta el orgasmo), y sexual (los órganos sexuales participan lógicamente en todo el proceso)”, pueden originar un trastorno orgásmico femenino [10]. Estas causas se conocen como orgánicas o fisiológicas.

Entre las causas orgánicas es importante mencionar a las enfermedades crónicas no transmisibles, con alta frecuencia en la población cubana. Entre las más comunes se encuentran la hipertensión arterial, la artrosis y la diabetes mellitus. Algunos estudios concluyen que los trastornos sexuales constituyen, con frecuencia, el primer síntoma (síntoma centinela) de estas enfermedades.

La doctora Vizcaíno Alonso reporta que en el I Congreso Cubano de Enfermedades Cardiovasculares y Sexualidad, se enfatizó en el papel de la hipertensión arterial en la sexualidad.

“Esta enfermedad es causa directa del compromiso en la irrigación arterial de la vagina y del clítoris, lo que afecta la lubricación, produce dispareunia, disminuye la sensibilidad vaginal y ocurren dificultades para alcanzar el orgasmo en la mujer”, dice.

Entre las orgánicas también se señalan enfermedades como hipotiroidismo, hiperprolactinemia, deficiencia de estrógenos, paraplejias, esclerosis múltiple, hernia discal, tumores o lesiones medulares, así como insuficiencia cardiaca y anomalías anatómicas de la vagina, del útero o de las estructuras de soporte de la pelvis, además de la vaginitis recurrente grave.

Tienen también relevancia el consumo de drogas y fármacos, como antipsicóticos, antidepresivos, sedantes y antihipertensivos, y el tabaco.

Igualmente, se reporta que la disfunción sexual es el trastorno más declarado por mujeres con patología de suelo pélvico, ya que cuatro de cada cinco de ellas manifiestan anorgasmia, dolor y sequedad vaginal debida a falta de tono muscular, alteraciones anatómicas o incontinencia de esfínteres.

También se considera que el embarazo, el climaterio, la andropausia, la menopausia o la vejez pueden originar trastornos orgásmicos femeninos debido a las fluctuaciones de los niveles hormonales.

“El déficit estrogénico y de testosterona que se produce, se relacionan con trastornos en la excitación, la lubricación y el deseo sexual. También se reportan coitos dolorosos, disminución de la reactividad sexual, y disminución de la sensibilidad genital”, explica la profe Vizcaíno Alonso.

Sin embargo, es importante entender que esto no siempre ocurre así (además es poco probable), y generalmente durante estas etapas también se puede disfrutar de una sexualidad plena y segura.

Otra causa que se reporta como fisiológica es la edad. En las edades extremas de la vida sexual es más frecuente que existan problemas relacionados con cualquiera de los grupos de disfunción sexual, incluyendo el orgasmo, aunque por motivos diferentes. En la juventud usualmente por temor, además de la inexperiencia sexual y en otras etapas más avanzadas de la vida por la alteración del tejido, isquemia o fibrosis.

También se ha apreciado en grupos de jóvenes una proporción más baja de orgasmos que en los de mujeres de mayor edad, lo cual se relaciona con las diferencias de experiencia y práctica sexual entre los grupos.

Aún leyendo todo lo anterior, es necesario comprender que solo el cinco por ciento de los trastornos orgásmicos femeninos surgen por factores de carácter orgánico; el resto se debe a causas psicológicas.

Más allá de nuestros genitales

(Foto Charles Deluvio en Unsplash)

Descartada por la ciencia la finalidad reproductiva del orgasmo, su función fundamental es la de proporcionar placer [11]. La percepción del orgasmo es subjetiva y varía en función de cada persona. Existen tantos modos de experimentar uno o múltiples orgasmos como mujeres habitan. Es importante que entendamos que el orgasmo no se limita solamente a los genitales.

De ahí que, entre las causas de las disfunciones sexuales femeninas se encuentren los factores psicosociales, en el que intervienen aspectos psicológicos, interpersonales, ambientales, culturales y educativos.

La ansiedad ligada a la expectativa del orgasmo y el intento de controlarlo, la vergüenza, la autovigilancia durante la relación sexual, el estrés, la falta de confianza con la pareja y la religiosidad son algunas de las razones más comunes del trastorno orgásmico femenino.

Las experiencias traumáticas como el abuso y la violencia sexual son otro móvil medular para la inhibición orgásmica.

Se ha comprobado la presencia de factores vinculados al comportamiento sexo-erótico y las disfunciones sexuales femeninas, tales como las condiciones inapropiadas de hábitat, problemas socioeconómicos, falta de privacidad en la relación íntima, dificultades familiares, falta de información sexual y preocupaciones de salud, problemas de relación con la sociedad, interpersonales, de pareja y laborales.

También una educación sexual deficiente, que resulta en el desconocimiento del propio cuerpo (en particular del clítoris y de la eficacia de la estimulación directa de él), puede crear dificultades para alcanzar orgasmos, así como mitos y prejuicios en torno a la sexualidad, casi siempre desde las estructuras machistas, cisgéneros y heteronormativas prestablecidas.

Otras causas se relacionan con la baja autoestima e inconformidad con la imagen corporal, relacionadas con una construcción (hegemónica) deficiente y poco liberadora de la feminidad, que idealiza un modelo colonial, blanco, delgado, joven y capacitista de la belleza, muchas veces inalcanzable o insostenible.

Factores psicológicos, e imperativos socioculturales y familiares a los que están expuestas las personas de la tercera edad, igualmente inciden en la capacidad y desempeño sexual de las mujeres. Los estereotipos sexuales existentes, relacionados también con el edadismo, limitan de sentimientos, necesidades y relaciones de tipo sexual a las mujeres de avanzada edad.

“Además, se hacen evidentes las desigualdades de género, que llevan a limitar o negar a la mujer el ejercicio de sus derechos y necesidades sexuales, en función de llevar la sobrecarga de cuidadora de los familiares y de las tareas domésticas”, comenta la profe y doctora Vizcaíno Alonso en su artículo.

Otras cuestiones como la muy común concepción falocéntrica del placer femenino, la desnaturalización de la masturbación de la mujer, la hipersexualización y cosificación de nuestros cuerpos en diferentes esferas y etapas de la vida, la idealización de las relaciones de pareja, y el moralismo con que se asume la educación sexual de niñas y adolescentes constituyen factores sociológicos visibles que generan sentimientos opresivos en las mujeres (muy común dentro de estos la (auto)culpabilización por sentir placer), que violentan su derecho al desarrollo de una sexualidad sana y plena.

Necesitamos ayuda, y respuestas

(Foto Toa Heftiba en Unsplash)

El tratamiento de los trastornos orgásmicos femeninos depende en gran medida de las causas que originan el trastorno e implican siempre procedimientos educativos. Existen diferentes modelos para afrontar la terapia de los problemas sexuales, tanto psicológicos como clínicos.

La disfunción orgásmica demanda una atención multidisciplinaria, que puede incluír (insisto, dependiendo de las causas que lo originen) sexólogos clínicos, especialidades de Psicología, Medicina Interna, Psiquiatría, Ginecología, Endocrinología y de Medicina Física y Rehabilitación.

El Programa Cubano de Educación y Salud Sexual, junto a instituciones como el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y el Centro Nacional de Prevención de las Infecciones de Transmisión sexual, los ministerios de Educación y Salud Pública, la Federación de Mujeres Cubanas y otras organizaciones juveniles y de masas, han tenido resultados positivos en esta área. Aunque aún no es suficiente.

Se vuelve necesario impulsar y sistematizar más acciones contempladas por el programa, como actividades de promoción de salud sexual en las escuelas y comunidades (con enfoque de género), especialmente dentro de los grupos vulnerables, de tratamiento educativo y de orientación sexual, más enfocadas en la disfunción orgásmica (muy común y poco visivilizada).

También, la participación activa del médico de la familia en la identificación de factores de riesgo para los trastornos orgásmicos femeninos y sexuales en general, que permita una remisión temprana de las pacientes a los grupos especializados o las interconsultas, y la insistencia en la atención y prevención de la violencia sexual, para favorecer cada vez más experiencias sexuales placenteras y libres, no solo desde un paradigma biomédico sino también desde un enfoque de derechos.

Las mujeres lo necesitamos.

Te invitamos a hacer este test sobre orgasmo femenino:

*Al cierre de este trabajo JT organizará un audiochat por la plataforma digital Telegram, para abordar desde el periodismo científico todas las implicaciones y beneficios fisiológicos y psicológicos del orgasmo femenino, y las alternativas terapeuticas en Cuba para quienes luchan contra alguna disfunción sexual o trastorno orgásmico.

--

--