¿Qué se sabe de la nueva estrategia de monetización de Telegram?
Por Kenneth Fowler Berenguer
A finales de 2020 el gigante de las aplicaciones de mensajería WhatsApp anunció que con las próximas actualizaciones se incrementaría el flujo de información personal que la plataforma compartiría con otras como Facebook. Aunque, más bien sacó de la sombra esta práctica, porque, ¿realmente esto comenzó ahora?
El hecho molestó a los clientes y entre finales de 2020 y comienzos del presente año ocurrió un éxodo hacia la competencia, Telegram, gracias a lo cual esta última llegó a más de 500 millones de usuarios mensuales a partir del mes de enero.
No había que dar muchas razones para amar Telegram, y la mencionada coyuntura solamente adelantó un hecho que desde la directiva de la plataforma ya habían previsto, y que venían trabajando con el gran cúmulo de características novedosas que periódicamente implementan.
En palabras de su creador Pavel Durov: “con el actual ritmo de crecimiento, Telegram va camino a alcanzar el billón de usuarios y eso requerirá el financiamiento adecuado (…) típicamente cuando un proyecto de tecnología alcanza esta escala hay dos opciones — o comienzas a ganar dinero para cubrir los costos, o vendes la compañía — . Al final, más usuarios significan más costos para cubrir los servidores y el tráfico. Un proyecto de nuestra envergadura necesitará al menos unos cuantos cientos de millones de dólares anuales para mantenerse funcionando”.
Modelos de monetización
En el mundo de las TICs existen diversas maneras, con grados variables de intrusión y honestidad, que pueden usarse para monetizar productos y servicios. En la estrategia de monetización presentada por el cofundador de la compañía delineaba algunas que pretendía comenzar a implementar este año, y hay otras que ya comienzan a dar sus primeros pasos en la aplicación.
Una de ellas es el permiso para la publicación de publicidad dentro de la plataforma. Esto ya es una práctica diaria en algunos ámbitos dentro de Telegram, pero las publicidades son distribuidas por terceros, que se encargan de eso — con su ganancia correspondiente — . Durov pretende corregir — con su propio soporte para publicidad dentro de Telegram — el hecho de que muchos de estos anuncios se ven como cualquier otro mensaje, y que los contenidos son muchas veces anacrónicos con respecto al flujo y la temática normal de las actualizaciones en los canales.
Ante esto, se plantea “arreglar el problema, introduciendo nuestra propia plataforma de publicidad que funcione en canales grandes — una plataforma que sea amigable con el usuario, respete la privacidad y nos permita costear los servidores y el tráfico — ”.
Desde Telegram prometen que esta plataforma nunca llegará a chats privados, grupos ni canales pequeños. Se mantendrá en aquellos con un tamaño tal que se comporten más como una red social que otra cosa. Además, Durov promete que “no forzaremos [a los usuarios] a que vean 30 segundos de publicidad en Telegram” y que “si se introduce publicidad en canales grandes, será publicidad contextual y no basada en datos del usuario”.
¿A qué se refiere con esto? Pues la publicidad contextual es aquella que se dirige a consumidores en función de la temática específica del sitio donde van a estar ex- puestos a la publicidad. Esto es, por ejemplo, promocionar zapatos en una tienda de pantalones.
En Telegram son comunes las famosas botoneras. Si, por ejemplo (como existen en el país incluso), se publica una botonera con canales de trova en el sitio de un trovador, estaríamos en presencia de una publicidad con- textual, ya que el único elemento que se tiene en cuenta para dirigir la publicidad es la temática del canal. Aquí se asume que, lógicamente, los suscriptores de un canal de trova pueden estar interesados en otro canal de trova.
El otro tipo de publicidad al que Durov hacía referencia — y que ha prometido no usar en su plataforma — es la dirigida al usuario. Volvamos con el ejemplo del canal de trova. En este caso, gracias a diversas herramientas — públicas o no — se recopila información de los usuarios de un sitio para crear un “perfil” de sus intereses y comportamientos. Quizá se determina que a la mayoría de los suscriptores del sitio que sigues les gusta montar bicicleta y te muestran esa publicidad. Quizá logras a través de ella encontrar un buen precio para la bicicleta que estabas buscando hace tiempo, pero debes preguntarte ¿cómo lo supieron? ¿qué más saben de mí?
En todo caso, siempre hay un grado de intrusismo inherente al uso de publicidad en Internet. Desde Telegram prometen que su plataforma publicitaria se integrará armónicamente a la aplicación y que aquellos que la usen con fines eminentemente de mensajería posiblemente nunca vean un anuncio. Habrá que esperar para ver.
También se está actualizando, luego de cuatro años, la manera en la que puedes realizar pagos desde la aplicación. Actualmente se encuentra en periodo de prueba y las tarjetas reales no funcionan, para evitar dolorosas confusiones. No es mucho lo que se sabe, más allá de que puedes comprar dragones y botas antigravedad, así que ya saben, apúrense si tienen algún cumpleaños cerca.
Bonos de Telegram ¿qué son?
La “joya de la corona” son los famosos “bonos” que Telegram emitió a principios de año. Antes que todo, esto de los bonos no es nuevo. Hace unos años la compañía quiso lanzarse al mundo de las criptomonedas a través de su plataforma de blockchain TON que soportaría a la criptomoneda Gram.
“Estábamos muy orgullosos con el resultado: la tecnología que creamos permitió un intercambio abierto, gratuito y descentralizado de valor e ideas. Cuando se integró con Telegram, TON tenía el potencial de revolucionar la forma en que las personas almacenan y transfieren fondos e información”, explicó Durov en el texto “¿Qué fue TON y por qué cerró?, publicado en mayo de 2020.
Lograron recaudar alrededor de mil 700 millones de dólares en inversiones. No obstante, en el año 2020 toda la operación tuvo que detenerse, ya que organismos financieros internacionales –con los Estados Unidos a la cabeza– consideraron que la idea era deshonesta, pues se nutría principalmente de inversores privados y argumentaron que existía la posibilidad de que estos gozaran de ventajas y decisión sobre el manejo de la aplicación.
Ante la negativa, la compañía buscó distribuir los bonos en aquellos países que no tuvieran problemas con la operación, pero nuevamente EE.U.U. se interpuso, ya que sus ciudadanos podrían encontrar alguna manera de acceder luego de que se hubiera puesto en marcha. Si algo de razón podemos darles a los norteamericanos en su demanda es que con el Internet los límites de lo nacional ciertamente resultan cada vez más difusos.
Pero Durov parece no amedrentarse con esto y a finales de 2020 anunció otra estrategia de monetización, nuevamente con los mencionados “bonos”, que parece correr mejor suerte que su predecesora. Hasta ahora se han recaudado más de un billón de dólares con es- tos bonos.
Dos de los mayores inversores han sido las empresas con base en los Emiratos Árabes Unidos, Mudabala y Abu Dhabi Catalyst Partners, quienes han invertido 75 millones de dólares cada una. Otra parte ha sido colocada en fondos y bancos europeos. Sobre los bonos se dice que son inversiones de un periodo de cinco años con intereses del siete por ciento anual. Los bonos han sido colocados hasta el 2026, y se prevé el primer pago en septiembre de este año. Otras fuentes comentan que a partir de 2024 los acreedores podrán convertir sus bonos en acciones de la compañía con descuentos sobre la colocación progresivos de diez, 15 y 20 por- ciento anuales hasta 2026.
En comunicaciones que periódicamente sostiene con los usuarios de la plataforma, Durov ha reiterado que esta práctica de la emisión de bonos no significa puestos en la junta, ni acciones en el sentido más tradicional. Es decir, no otorgan distintos grados de poder de decisión sobre los destinos de la empresa. En su momento se manejó también que el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF), aquel que ha financiado en gran parte la investigación y desarrollo de la vacuna Sputnik V, había entrado en la operación, cosa que fue desmentida por Durov.
Desde Telegram se han comprometido a que lo que hasta ahora ha sido gratis lo seguirá siendo. Telegram no se convertirá en un servicio de pago, lo que sí existirán funciones premium de pago para empresas o usuarios especiales, que permitirán ganar financiamiento.
Además, han reiterado su compromiso con la seguridad, la privacidad y con las constantes mejoras y nue- vos servicios que llegarán a la plataforma gracias a la solvencia económica que se busca obtener. Todo hace creer que esto último es cierto pues tenemos mejoras considerables en los chats de voz y se anuncian sorpresas para el verano relacionadas con el video.
No obstante, hay que destacar una mala noticia. Hace unos días, en una de las más recientes actualizaciones, usuarios comenzaron a referir “problemas” con la plataforma de escritorio de la aplicación. Telegram siempre se ha preciado de su fluida integración entre plataformas gracias al almacenamiento en la nube de sus servidores. Tal es el punto que podías estar escribiendo algo en el celular, dejarlo como borrador, y continuar- lo luego en la PC sin problemas. También — al menos hasta ahora — no era necesario crear distintas cuentas en los distintos dispositivos donde usaras la aplicación pues estos se sincronizaban de manera casi inmediata. Al parecer, esto ya no será posible; los usuarios re- portan que al iniciar en la aplicación de escritorio luego de las actualizaciones, no logran sincronizar el código que recibieron originalmente en el móvil. Pocos días después, se confirmó que esta característica ya no está presente, y no sabemos si vuelva. Sin ser paranoicos, hay que decir que no está clara la razón de que esta característica haya sido removida, ni si esto responde a esos “intereses” que los nuevos inversores puedan tener sobre la plataforma.
Redondeando, solo el tiempo dirá qué saldo tiene esta nueva estrategia de monetización que comienza a aplicar Telegram sobre la seguridad y la calidad del ser- vicio que se ofrece. Hay que mirar con recelo las informaciones que llegan desde medios occidentales, pues no se debe olvidar que abiertamente se libra una guerra financiera y comercial por el dominio del monopolio de las comunicaciones en Internet, y que en estas luchas se mueven intereses, influencias y grupos de poder.
Ahora, también es válido recordar que Durov está inmerso en esa lucha con todas las de la ley, y lo hace siguiendo las lógicas del capital — a pesar de que él no se autoperciba como tal — . Telegram funciona como un conglomerado con bases en los EAU e Islas Vírgenes Británicas, por solo citar algunas. Y su cofundador es muy cercano a uno de los centros de poder económico más fuertes del mundo, encabezado por el Príncipe Heredero de Duabi, Hamdan bin Mohammed Al Maktum. Sería ingenuo creer que no existen otros intereses más allá del servicio que se brinda.
Lo cierto es que en sus ocho años de existencia Telegram ha venido a ser el verdugo de otras compañías como Whatsapp y Facebook, gracias al cúmulo de características que ofrece y al aire de transparencia y respeto al usuario que se respira en la plataforma.
Miramos expectantes esta nueva pugna por la sostenibilidad económica que libra Pavel Durov, pero hasta el momento los costos de esa lógica de reproducción del capital no han sido transferidos a la experiencia de usuario. Hasta el día de hoy no hay razones para desconfiar de que esto continúe de esta manera, y es criterio de este autor que ser #TeamTelegram continúa siendo el camino a seguir. Queda mantenerse al pendiente de las novedades que seguirán llegando.