Vicente Vérez: “en la Universidad de La Habana construí la mayor parte de los sueños”

Yanel Blanco Miranda
Juventud Técnica
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6 min readNov 12, 2021
“Este es el primer título que recibo aquí y estoy muy emocionado”. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

Vicente Vérez Bencomo es un encantador de personas. Los que lo conocen, incluso quienes solo nos hemos topado en su camino en pocas ocasiones, sabemos que resulta muy difícil no sentirse atraídos por su personalidad apasionada e intrépida.

Su amor por la ciencia y esa capacidad innata de “soñar con los pies en la tierra”, lo ha llevado a ser protagonista de importantes descubrimientos biofarmacéuticos como la vacuna de antígeno sintético contra el Haemophilus influenzae tipo b (Hib), causante de la mitad de las infecciones bacterianas que padecen los niños menores de cinco años y la serie de vacunas Soberanas contra la COVID-19, por solo citar algunas.

Sin embargo, para este científico los méritos no son individuales. “Todos se construyen colectivamente y hay una parte importante que recae en la familia”, señaló Vérez Bencomo a la prensa, a raíz de recibir el título de Doctor Honoris Causa en Química que le otorgó la Universidad de La Habana (UH).

“Tal vez los poquitos méritos que tengo es haber enamorado a todo el mundo. No haber cedido ante paredes. No hay pared que se oponga si usted sabe que tiene la razón y los muros que se establecen en medio y no te dejan pasar, hay que tumbarlos”.

En ese sentido reconoció que “nunca me ha temblado la mano para hacerlo. No todo ha sido color de rosas, porque a los dueños de los muros, tumbarlos les molesta y hay dueños de muros en todas partes. Pero al final uno termina enamorando, venciendo y haciendo lo necesario”.

“Esto es un mérito de muchas personas, de los que me han acompañado durante la vida, de esta universidad en la que más de 30 años construimos cosas muy lindas”. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

Génesis

Nacido en Centro Habana en 1953, su historia empezó en una escuelita privada en el parque Trillo. “Mis padres hicieron un enorme esfuerzo económico para que yo estudiara. Quienes solo conocen la escuela cubana que tenemos, no pueden imaginarse un pequeño colegio privado de 1959.

“Menospreciado porque su maestra era negra y donde niños aterrillados nos agrupábamos en una sola aula, distribuidos en seis filas (una por cada grado). Pero mis padres comprendían la tremenda oportunidad educacional que se abriría gracias a la Revolución”.

Según Vérez, fueron sus profesores de la enseñanza media quienes encausaron sus “inquietudes por las ciencias, la matemática, la combinación de esta con la física, la magia de las reacciones químicas y los misterios de la vida en la biología”.

Confiesa que fue esa conjunción de gustos y un espíritu intrépido lo que lo llevó a estudiar ingeniería química en la Unión Soviética. Decisión muy difícil de aceptar, sobre todo, para su madre.

“En el Instituto de Tecnología Química Fina ‘Lomonosov’ de Moscú volvieron de nuevo a aparecer grandes retos, cruces de caminos y numerosas coincidencias, algunas de ellas fortuitas. De una especialización inicial terminé, casi por azar, en sustancias biológicamente activas y de ahí a la química de los carbohidratos y su relación con la vida”, manifestó Vicente Vérez.

El Dr. Yuri Valdés Balbín es una de las personas más excepcionales que he conocido en mi vida. No solo me ha acompañado durante más de 20 años, sino que me ha protegido y cuidado como se cuida a un padre. No ha habido una sola idea que no hayamos construido juntos. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

Junto al Alma Máter

En 1977, después de graduarse, regresa a Cuba y comienza a trabajar en el Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana.

Mi historia con la UH es inusual, diferente. Yo no estudié aquí y tampoco hice mi doctorado. Mis profesores fueron de otros lugares e idiomas. No obstante, aquí construí la mayor parte de los sueños y me enamoré perdidamente de una de mis estudiantes (Violeta), quien me acompañó durante 30 años en la vida y el trabajo”.

En esa casa de altos estudios descubre su pasión por la docencia y la investigación. Pero no es hasta 1984 que pasa a ocupar una plaza de investigador y funda el laboratorio de carbohidratos de la Facultad de Química, asumiendo su dirección.

Sus primeros logros científicos los realizaría en la Universidad de La Habana, donde estaría por más 30 años.

“La universidad es un escenario ideal para muchas cosas. Quizá si hubiesen corrido otros tiempos cuando terminamos la vacuna contra el Haemophilus influenzae, estaríamos todavía aquí.

“Ya no podíamos vivir sin que nuestra ciencia no estuviera conectada con salvar vidas. Entonces surgió un nuevo reto, la historia de la vacuna conjugada contra el neumococo que ya se venía incubando desde hacía algunos años.

“La UH no podía llevar a cabo este proyecto por lo que nos trasladamos hacia el Centro de Química Biomolecular. Las circunstancias no estaban maduras en aquel entonces para lo que hoy hubiese sido, uno de los tantos experimentos y la presión de salvar vidas nos fue consumiendo todas las energías.

“Todavía hoy conservamos el dolor de habernos desgarrado de la UH y durante los primeros años luchamos por encontrar formas de mantenernos como parte de la universidad”.

Con su hija Claudia y su nieta. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

Tras bambalinas

A Vicente le gustan los retos y ha sido puesto a prueba muchas veces en su vida. La llegada de la pandemia de la COVID-19 lo ha convertido en un personaje conocido.

Las vacunas Soberana, desarrolladas por el Instituto Finlay de Vacunas que dirige, ha acaparado en múltiples ocasiones los principales titulares de los diarios y revistas en Cuba y el mundo.

“Qué decir de la serie de vacunas Soberanas que no se haya dicho ya. Los acontecimientos se desarrollaron de forma trepidante. Qué podíamos hacer si nunca habíamos enfrentado una vacuna viral, si este virus no se conocía mucho”, apuntó Vérez.

“Recuerdo que en la carrera desenfrenada por asimilar el conocimiento científico los tres primeros meses del año pasado, mucho se publicaba de lo que se conocía de sus ‘primos hermanos’ el SARS y el MERS y muchas de las apuestas iniciales las hicimos asumiendo un comportamiento similar.

“Pronto se empezó a consolidar la idea que el virus tenía un talón de Aquiles, por suerte, con respecto a otros que durante decenios asolaban la humanidad y para los cuales el mundo no había tenido la capacidad de desarrollar vacunas efectivas”.

En la actualidad, ha sido demostrado el alto nivel de eficacia y efectividad que tienen estas vacunas ante las variantes de SARS-CoV-2 que existen en Cuba.

“Agradezco a la nueva generación de mi familia, sobre todo a mi nieta Violeta aquí presente”. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

En el aspecto familiar Vicente Vérez Bencomo es conocido por ser un excelente padre y abuelo. Su espíritu inquieto hace que diariamente camine una hora al amanecer. Y en el poco tiempo que le deja libre el trabajo científico cultiva orquídeas.

Según la Dra. Leslie Yáñez, colega y amiga, “su colección sobrepasa varios cientos de ejemplares de las especies más difíciles de plantar.

“En el Orquideario de Soroa, Vicente es como de la familia. Ha visitado el sitio muchas veces y participado junto a los trabajadores de ese centro en expediciones en la Sierra del Rosario. En los momentos más difíciles y tristes de su vida, también ha estado allí”.

En cuanto al amor que siente por sus orquídeas, la Dra. Leslie comentó que “cuando viaja, siempre tiene algún reproche para quien tuvo la difícil misión de atender sus plantas en su ausencia.

“Es una persona sencilla y modesta a pesar de sus logros científicos. Con una dedicación al trabajo encomiable, muy seguro de sí mismo, pausado, decidido. No se atemoriza ante ninguna dificultad que se le presente: laboral o personal. He de reconocer que tiene su receta particular para hacer unos exquisitos batidos de chocolate, adicionándole masa de coco y vainilla.

“Posee una excelente visión para abordar los proyectos investigativos más pertinentes y con resultados aplicables y actúa siempre con ética y lealtad.

“Los que se han formado a su lado han aprendido a hacer una ciencia diferente, a hacerse las preguntas que hacen falta y no todas las que puedan pasar por la mente de un científico, a vencer cada etapa sabiendo que se dejan cosas atrás, pero que las que están por delante son más importantes para llegar al final.

“Piensa y actúa con un altísimo compromiso con nuestro país, orgulloso de ser cubano y es un ejemplo para la comunidad científica”.

“Siempre me han atacado de soñador. Cuando me dicen eso, les pido a las personas que lo hacen que me saquen un sueño que no se haya cumplido. Voy a seguir siendo un niño y un soñador”. (Foto: Alexander Isla Sáenz de Calahorra)

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Yanel Blanco Miranda
Juventud Técnica

Periodista por vocación. Curiosa de nacimiento. Amante de la literatura y la ciencia.