¿Qué peligro sufren las tortugas marinas en Cuba?

Juventud Técnica
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3 min readAug 21, 2020

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Foto: tomada de oceansentry.org

Por Andy Joel Corso de la Vega

Las tortugas marinas están en problemas. Estos reptiles que han vivido en los océanos por cientos de miles de años y que desempeñan numerosos roles ecológicos, están siendo depredados. A pesar de la drástica reducción que han sufrido las poblaciones de tortugas y de existir regulaciones de carácter internacional, no se detienen la captura y el tráfico ilegales.

¿Por qué son importantes estas especies? La ciencia permite entender los servicios ambientales que brindan estos animales, tan necesarios para los ecosistemas marino-costeros y el ser humano.

Es poco conocido, por ejemplo, el impacto positivo que tienen las tortugas carey en la estabilidad de los arrecifes, al consumir y eliminar selectivamente a las esponjas marinas y permitir la colonización de áreas, antes no disponibles, por corales. Las tortugas verdes, por otro lado, al alimentarse en las praderas marinas, llamadas en nuestro país “seibadales”, incrementan la productividad y el contenido en nutrientes de estos ecosistemas.

Las dos especies mencionadas habitan aguas cubanas, anidan en sus playas y su mera presencia beneficia dos ecosistemas que funcionan como zonas de alimentación y crianza de langostas y peces comerciales importantes para las pesquerías.

De la misma forma, estas y otras especies de tortugas marinas desempeñan roles tan diversos como vitales, entre los que figuran: la contribución al flujo de nutrientes de las playas donde anidan, mediante la entrega de materia orgánica por medio de los huevos no eclosionados, depredados o parasitados; la generación de hábitats, la acción directa sobre el fondo oceánico evitando su compactación e incluso, en el control de las poblaciones de medusas, ya que muchas de ellas las consumen como alimento. En conclusión, las tortugas marinas son componentes necesarios para la salud de nuestros océanos y, por ende, para el sustento de la humanidad.

En las aguas cubanas habitan cinco de las siete especies de tortugas marinas moradoras de los océanos del mundo: la tortuga verde (Chelonia mydas), la carey (Eretmochelys imbricata), la caguama (Caretta caretta), la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) y el tinglado (Dermochelys coriacea). A todas se les ha asignado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) alguna categoría que las ubica en la lista de especies amenazadas de extinción.

¿Qué retos enfrentan hoy las tortugas marinas?

La respuesta no es corta ni simple, pero se resume a la contaminación, la pérdida de hábitat, la ubicación de luces cerca de los nidos, la erosión de las playas arenosas donde anidan, la introducción de especies invasoras, las inundaciones costeras, los huracanes, las consecuencias del cambio climático y, fundamentalmente, la intensa captura y el tráfico ilegales.

En Cuba ha existido la voluntad del gobierno y otras instituciones de proteger a estos animales, y con este fin se ha realizado un esfuerzo notable que va desde la protección de huevos y crías en refugios especializados, hasta la instrumentación de mecanismos legislativos para la regulación de artes de pesca y prohibición de la captura. Sin embargo, todavía es común hallar restos de cuerpos desmembrados, partes del esqueleto y caparazones varados a la orilla de la playa con evidencias del accionar humano.

Figuras: Restos de tortugas verdes capturadas ilegalmente A) Cabeza hallada en las Playas del Este (Foto: Lechner Rodríguez). B) Caparazón observado en Playa Cadenas en la Península de Guanahacabibes (Foto: Arnaldo Toledo). C) Proceso de medición de neonatos que forma parte del monitoreo llevado a cabo por voluntarios del Proyecto Universitario de Conservación de Tortugas Marinas en la Península de Guanahacabibes (Foto: Andy J. Corso).

Por ello, es necesario estimular la incorporación de un principio más a nuestra conciencia, el de conservar la naturaleza.

¿Cómo apoyar la conservación de las tortugas marinas cotidianamente?

Acciones tan sencillas como no desechar bolsas u otros productos de plástico al mar; no abandonar redes de pesca; nunca interferir en la puesta, incubación o eclosión de los huevos y, sobre todo, nunca comprar ningún producto que provenga de ellas, ya sea carne, joyería de carey o huevos, pueden hacer una gran diferencia.

El negocio del tráfico se sustenta en la demanda, si no existen clientes deja de ser rentable para quienes lo ejercen. Estos son actos simples que, asumidos por todos, pueden hacer el camino hacia un océano y una humanidad más saludables indudablemente más corto.

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