Ilustración: Waloj.

El costo para volver a casa, la repatriación de cuerpos desde Chile

En el país enviar el cadáver de un inmigrante de vuelta a su nación de origen es caro, hay escasa información y es burocrático. Este reportaje cuenta las historias de un venezolano y un dominicano que se despidieron de sus familias confiando en que obtendrían mejores oportunidades, murieron en Chile y recuperar sus cuerpos se tornó tan difícil como partir la primera vez.

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7 min readOct 27, 2016

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Por Sol Park

El cuerpo del venezolano Nelson (44) estuvo refrigerado en el Servicio Médico Legal de Chile (SML) desde el 21 de agosto de 2016, día en que falleció en su departamento en la comuna de Recoleta. Permaneció ahí hasta el 8 de septiembre, cuatro semanas después de su muerte, fecha en que su hermana Doris (36) pudo repatriarlo a su tierra natal, el pueblo de San Cristóbal.

Nelson llegó a Chile en abril buscando una oportunidad laboral. Realizaba trabajos temporales que le permitían pagar el arriendo y cubrir sus necesidades básicas. El jueves 18 de agosto de 2016 fue al hospital porque tenía fiebre y el doctor le indicó que volviera al día siguiente, pero él no regresó. Tres días más tarde, Nelson murió de una bronconeumonia en su habitación.

Los presupuestos entregados por las funerarias consultadas por Doris -hermana de Nelson- variaban entre $1.700.000 a $2.730.000. La mayoría de las páginas web de las funerarias de Chile no publican los precios de los servicios.

Doris es ingeniera mecánica de profesión y llegó a Chile en 2002 a trabajar en una compañía minera. Está cesante desde enero de 2015 y vive en un departamento de dos habitaciones en Ñuñoa que comparte con tres personas más. Su situación económica no le permitía pagar el traslado del cuerpo de vuelta a Venezuela, pero su madre insistió.

Pasó una semana desde que Nelson murió, hasta que su familia en Venezuela consiguió que la cancillería financiara el viaje y los servicios. La autoridad pidió un presupuesto formal y detallado de, por lo menos, tres ofertas para escoger. Ninguna funeraria formuló el presupuesto como Doris lo pidió. Ella tuvo que diseñar un modelo en Excel con elementos como “precio de la urna”, “precio del pasaje”, “formol”, “servicios legales”, e ir personalmente a cada una de las empresas para enseñarles a llenar el formulario y recibir la cotización. De las seis empresas que consultó: Azócar, Iván Martínez, Hogar de Cristo, Carrasco, Sagrado Corazón y Corpus Christi, solo las últimas tres enviaron una respuesta.

Los presupuestos entregados por las funerarias consultadas por Doris variaban entre $1.700.000 a $2.730.000. La mayoría de las páginas web de las funerarias de Chile no publican los precios de los servicios, tampoco hay información o precios de los traslados internacionales, cremación ni de planes para sepultar al fallecido en un entierro local.

En 2014, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) realizó un reporte sobre publicidad de empresas mortuorias en internet y concluyó que sólo un 6,7% informan el precio de sus productos o servicios. El gerente de operaciones de la funeraria Hogar de Cristo, Gustavo García, explica por qué esta información no está dispuesta en la página: “No queremos que la persona piense que los planes no son flexibles. Dentro del plan se puede quitar o poner algo, por ejemplo, poner una urna más barata”. Al ser consultado por qué esta aclaración no aparece en el sitio, respondió: “Es una falencia de la página web. Pero de cualquier forma, siempre te va a contactar un asesor”.

Según Manuel Pavez, presidente de la Asociación Gremial Nacional de Dueños de Funerarias (Agrenaf), el servicio de repatriación incluye: preparación del cuerpo, la urna hermética que puede costar aproximadamente un millón de pesos, $35.000 de los trámites legales y sanitarios, el pasaje hacia el país de destino y el embalaje de acuerdo al peso.

Pero decidir la gestión de todo lo anterior, depende finalmente de los parientes directos del difunto. “Desde el punto de vista de derecho civil, un cadáver es una cosa, no una persona. Por lo tanto, pertenece a alguien, a los parientes directos. Y cuando algo te pertenece, tú puedes hacer lo que quieras con eso”, dice el perito médico legal, Hernán Lechuga.

Conservación del cuerpo

El dominicano Teófilo Marte Morla (33) llegó a Chile en 2014 con su novia Lissette Bautista (26). Los amigos lo llamaban Guere Guere, era peluquero y atendía mayoritariamente a sus compatriotas en su local en Estación Central. El domingo 10 de julio de 2016 estaba en la discoteca Praga de la misma comuna, cuando le dispararon cuatro veces y murió de inmediato. Lissette decidió repatriar el cuerpo.

La salida del cadáver hacia República Dominicana estaba programada para la tarde del jueves 1 de septiembre a través de la aerolínea Copa, luego de que la Fiscalía Nacional terminara la investigación de su muerte. Ese día, la funeraria Corpus Christi, contratada por Lissette y con la autorización de la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud, llevó el cuerpo hasta sus establecimientos para realizar el proceso de conservación y traslado. Estaba listo para ser enviado, pero la Seremi de Salud no autorizó la salida del país, pues el SML escribió que la muerte ocurrió el 10 de julio de 2017 en vez de 2016.

Cuando Lissette pidió ayuda, no fue acogida. “La joven de la Seremi que tenía que hacer el formulario dijo que no, porque tenía que irse a su casa y que no era problema de ellos que nosotros tuviéramos un vuelo”, dice Óscar Canelo, el presidente de la Comunidad de Dominicanos en Chile, quien ayudó a Lissette con la repatriación.

En Chile, el artículo 48 de la Ley 357 dice: “Ningún cadáver podrá permanecer insepulto por más de 48 horas, salvo cuando la autoridad judicial o el Servicio Nacional de Salud, ordene o disponga lo contrario, con el objeto de practicar investigaciones”.

Si un cuerpo está programado para ser trasladado, tiene que mantenerse en una cámara de frío para que no se descomponga. Según el Artículo 66 del mismo decreto: “(Las funerarias) No podrán por sí, sin la autorización del Servicio Nacional de Salud, efectuar reemplazos o cambios de urnas o ataúdes, reducciones, exhumaciones o traslados de cadáveres”.

“Yo tuve que enseñarles cómo se hacía un presupuesto y un formato de contrato formal. Fue desesperante. Todas las agencias funerarias me recomendaron la cremación y en el momento que pedí el presupuesto nadie pudo dármelo”, se lamenta Doris.

En casos como el de Teófilo, está la opción de que la funeraria selle la urna con una nueva autorización de la Seremi, llevar el cuerpo hasta un cementerio u hospital, ponerlo en una cámara de frío arrendada por 2 UF semanales (alrededor de $52.000), y conservarlo hasta que tenga la autorización de traslado al exterior. Sino, se puede pedir que el SML retire el cuerpo para llevarlo a sus establecimientos. En este caso, la funeraria le pidió al SML que retirara el cuerpo, pero no lo retiraron. “Teníamos el llamado, el mail de confirmación y todo. Pero no llegaron, no sé por qué”, dice Canelo.

Los días 1 y 2 de septiembre de 2016, hubo una máxima de 15 grados en Santiago. El cadáver de Teófilo, que debió haber estado a menos 12 grados, empezó a descongelarse y a entrar en estado de putrefacción. Por eso la noche del 2 de septiembre, luego de que Canelo hizo una denuncia a través de Canal 13 y Mega, los funcionarios del SML fueron a buscar el cuerpo y lo llevaron al hospital Barros Luco. Recién el 5 de septiembre, luego de más de cuatro meses de espera, Teófilo partió a su país.

Cenizas

Si la Seremi de Salud de la Región Metropolitana no aprobaba el retiro del cuerpo del SML, si la cancillería venezolana no daba el visto bueno a una oferta funeraria, o si el avión que cargaría los restos del difunto hubiese llevado animales o alimentos, los restos de Nelson Márquez no habrían vuelto a Venezuela.

La cremación era la última dentro de las opciones consideradas por Doris. Sin embargo, antes de conseguir el financiamiento por parte de la cancillería venezolana, había considerado la posibilidad, ya que era la más barata. Pero tampoco encontró datos precisos. “Le pedí el presupuesto completo al trabajador de una funeraria, quien me escribió algunas cosas al reverso de su tarjeta de presentación”, dice ella.

En la tarjeta está escrito a mano: “Servicios funerarios, ataúd de madera básica, cremación: $300.000”. “Ahí fue cuando lloré por primera vez”, recuerda, sentada al lado de una pila de ropas usadas por su hermano que le quedan por ordenar. “Yo tuve que enseñarles cómo se hacía un presupuesto y un formato de contrato formal. Fue desesperante. Todas las agencias funerarias me recomendaron la cremación y en el momento que pedí el presupuesto nadie pudo dármelo”, se lamenta Doris.

$300.000 fue la oferta más económica que recibió para cremar el cuerpo. La más alta fue la de la funeraria Acoger, con un valor de $2.041.416 pesos. Estas cifras, las obtuvo visitando a más de siete empresas, ya que por teléfono o buscando en internet, no encontró ningún dato.

Luego empezaron los acosos. Una vez estaba en la embajada cuando un funcionario del Parque del Sendero la llamó y le dijo que ya tenía hora para la cremación de Nelson, le preguntó por su dirección y si quería el jueves o el martes, al mediodía o más tarde. “Ahí tuve que cortar. Me llamaban todos los días, me acosaban por whatsapp, por correo electrónico y me preguntaban: ¿Ya decidiste qué hacer con el cuerpo? ¿Con quién decidiste cremar?’, recuerda Doris.

Al sexto día de la muerte de Nelson, el padre de uno de los mejores amigos de Doris en Chile falleció. Ella lo acompañó en el velatorio y en el funeral. “Ahí me permití llorar por mi hermano. Sentí un poco de rabia y dolor, porque ellos ya tenían resuelto lo de su padre y mi hermano todavía estaba en la morgue”, dice Doris emocionada.

Sobre el autor: Sol Park es estudiante de Periodismo y escribió este artículo en el curso Taller de Prensa. El reportaje fue editado por Francisca Urrutia en el Taller de Edición en Prensa.

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Periodismo universitario, reporteado y escrito por estudiantes de la Facultad de Comunicaciones de la UC. www.kilometrocero.cl