Fotografía por Nicolás Valdivia.

La sirena permanente de Bomberos

La 1era y la 5ta son parte de las 22 compañías que conforman el Cuerpo de Bomberos de Santiago, la primera institución en acuartelarse el viernes 18 de octubre, y la que ha sido mejor evaluada según las encuestas desde el inicio de la crisis social. Aquí las miradas de dos hombres que llevan más de 25 años como bomberos, sobre su labor durante estas semanas.

Published in
7 min readJan 7, 2020

--

Por Emilia Palacios A.

El martes 12 de noviembre, la 5ta Compañía de Bomberos de Santiago, el día en que se quemó la Iglesia de la Veracruz en el barrio Lastarria, Manuel Tagle recuerda haber recibido más de seis llamados anteriores esa misma jornada: “Ese día ya habíamos salido y vuelto al cuartel varias veces por diversos incendios, y estábamos realmente agotados”.

Cerca de las 19 hrs. volvieron a sonar los timbres y la bomba tripulada por ocho voluntarios, entre ellos Manuel, partió al lugar. “Fuimos la primera compañía en llegar”, recuerda. Camino al barrio Lastarria, los ocho de la 5ta se toparon con una turba que transitaba por la Alameda, y al llegar al incendio vieron a un grupo grande de personas que observaban sorprendidas cómo quemaban la histórica Iglesia de la Veracruz.

“Estuvimos en total, alrededor de dos horas trabajando, aunque la verdadera pega que hacemos como bomberos de controlar el incendio la hicimos en los primeros minutos. Una vez listos con eso, nos dedicamos a apagar las brasas y dejar todo sin posibilidad alguna de propagación para después no volver al lugar, y en eso nos demoramos bastante”, comenta Manuel.

En medio del caos, mientras se esforzaba por apagar el fuego, escuchaba cómo la multitud se manifestaba en contra de la Iglesia y los curas. Manuel no sintió miedo por el incendio, sino rabia por lo que oía: “Uno está trabajando y te gritan cosas como la única Iglesia que ilumina es la que arde, y algunos incluso se reían de lo que se estaba quemando, y eso me dio mucha impotencia, no sólo porque gritaran cosas en contra de la Iglesia a la cual pertenezco, sino porque están destruyendo el país que uno quiere, y específicamente una construcción que tiene más de 150 años y es patrimonio nacional”, expresa.

A pocas cuadras de La Moneda, una antigua casona ubicada en Nathaniel Cox Nº85 alberga desde hace 146 años a la 5ta Compañía. Manuel Tagle llegó a los 23 años. Hoy, a sus 51, sigue vistiendo orgulloso su uniforme verde. Cuando estudiaba Derecho en la Universidad Católica, tenía más tiempo para ser bombero. La vida universitaria le permitía dedicar varias horas a la semana a la bomba, las que con el comienzo de su vida laboral y la formación de su familia fueron disminuyendo considerablemente. Sin embargo, desde que comenzó el estallido social, las alarmas de la compañía no han parado de sonar y Manuel, junto a sus compañeros, están dedicándole a la bomba más horas que nunca.

Cuenta que por su ubicación en pleno barrio cívico, a la 5ta compañía frecuentemente le toca enfrentar situaciones que surgen en el marco de manifestaciones y protestas sociales, pero nunca antes de la magnitud y la periodicidad de las ocurridas estas últimas semanas. De hecho, esto se ha traducido en que él ha vuelto a dormir en el cuartel, cosa que no hacía desde hace 15 años.

“Esta ha sido la ocasión en que más me ha tocado trabajar como bombero. Las primeras semanas me iba todos los días a las tres de la tarde desde la oficina al cuartel, donde seguía trabajando desde mi computador, pero con el uniforme puesto por si salía un llamado”, relata.

Un poco antes de las 19 hrs. del viernes 18 de octubre, el comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago, Gabriel Huerta, ordenó el “acuartelamiento general inmediato” de todos los integrantes de las 22 compañías de la institución. “Debido a la gravedad de las circunstancias estuvimos cuatro semanas acuartelados en forma permanente, algo que no recuerdo que haya ocurrido antes en la historia del país”, cuenta Manuel.

También ubicada en el centro de Santiago y más cercana a la zona cero, la 1ra Compañía de Santiago, al igual que la 5ta, ha sido blanco de alarmas en estos meses. Luis Alberto Ovalle, su director desde hace cuatro años asegura que siempre quiso ser bombero. Mientras estudiaba en el Colegio Verbo Divino, varios amigos mayores que él ingresaron a la 1ra de Santiago y, motivado por ellos, al egresar del colegio y aprovechando que su familia se trasladó a vivir cerca del Parque Forestal, no dudó en ingresar a la compañía, ubicada en José Miguel de la Barra Nº411, a pasos de su casa.

Hoy, a sus 53 años, ya lleva 35 como bombero. Entró en 1984, tiempo complejo, de protestas, en medio de la dictadura militar. Sin embargo, a diferencia de la actual crisis que vive Chile, Luis Alberto recuerda que en ese tiempo los timbres sonaban en el cuartel con menos frecuencia que ahora: “Podían pasar muchos días sin que tuviéramos un llamado; las protestas de la época de Pinochet fueron complicadas, pero duraban un día; pasaban dos semanas y después venía otra. No como ahora que ha sido una constante y no hemos tenido tiempo de descanso”, sostiene.

Dice que hoy son más voluntarios en la bomba que en tiempos de la dictadura, pero que en ambos casos ha visto por parte de los bomberos el mismo compromiso de trabajar y colaborar con lo que está pasando afuera. Sobre esta crisis comenta que en la 1era tanto los más viejos como lo más jóvenes quieren aportar: “Los chupes, así les decimos a los bomberos que llevan menos tiempo en la compañía, quieren estar todo el día trabajando y que nadie les quite su puesto de trabajo”.

En situación normal, Luis Alberto le dedica generalmente las tardes a la bomba, casi siempre dos o tres horas al día y como director tiene un trabajo mucho más de escritorio. Pero desde el 18 de octubre cuando comenzaron las protestas, ha vuelto a tener un rol importante en las calles, e incluso se ha quedado a dormir en el cuartel en más de una ocasión. La guardia de la 1era de Santiago es para 12 personas, sin embargo en estas últimas siete semanas ha llegado a tener 25 personas alojando en la compañía.

La actual crisis social supuso un notorio aumento de horas de trabajo. Solo hasta fines de noviembre el Cuerpo de Bomberos de Santiago asistió a cerca de 8.460 llamados de emergencia en 2019, superando los 8.113 que acudieron el año pasado.

Para él, es sano que los bomberos tengan temor, porque así actúan con más cuidado. “Cuando estás en una emergencia tienes que estar con el radar prendido al máximo, preocupado de todo para que no te pase nada a ti ni a ninguno de tus compañeros”, dice. Su mayor preocupación durante estos días es que le pase algo malo a alguno de su compañía, lo que no ha ocurrido hasta el momento pero, según Luis Alberto, hay que mantenerse siempre muy pendiente, porque cuando se relajan suceden los accidentes: “En los incendios esto generalmente sucede al final y, cuando uno cree que ya controló todo y está listo, pasan las desgracias”, explica.

Integrantes del Cuerpo de Bomberos de Puente Alto, realizando labores el día 19 de noviembre entre las calles Tomé y Camino Internacional. Foto por Nicolás Valdivia.

Luego de una situación compleja, en cada compañía se reúne a todo el equipo que trabajó para analizar cómo fue la labor desde el punto de vista técnico y también para que cada uno de los voluntarios se desahogue de lo que vivió. Manuel y Luis Alberto concuerdan que esta es una instancia crucial que ha sido fundamental durante estos meses, dada la magnitud de las emergencias que ambas bombas han debido enfrentar.

Antiguamente éramos más irresponsables, entrábamos a lugares inseguros, lo que hoy por protocolo no haríamos, y ni siquiera teníamos un uniforme especial para trabajar”, cuenta Luis Alberto.

Manuel todavía recuerda cuando entró a ser bombero el año 91, el uniforme era una chaqueta de cuero con blue jeans y el casco. “El que usamos ahora, en cambio, está diseñado para los incendios, aguanta hasta 500 grados de calor, lo que te da mayor seguridad para actuar”, cuenta. A diferencia de sus primeros años como bombero, dice que desde hace cinco años hay una seguridad tremenda. A cada incendio que van entran con tanques de aire para no respirar el humo del lugar. Luis Alberto agrega que, ahora, por protocolo deben siempre trabajar con guantes, esclavina y antiparras por el tema de los balines. “Hoy estamos mucho más preparados para trabajar”, afirma el director de la 1era.

Radios, aplicaciones en los teléfonos, grupos de WhatsApp, redes sociales, entre otros, son algunos de los medios por los cuales los voluntarios se enteran de una emergencia. En esta crisis, la conectividad ha jugado un rol fundamental, explica Luis Alberto, y ante cualquier llamado han llegado a la brevedad los bomberos necesarios, reacción que según él, no ocurría antes por un tema de comunicación.

Los bomberos son la institución del país mejor evaluada durante esta crisis. De hecho, según un estudio de Activa Research los posiciona con un 94,4% de aprobación por la ciudadanía. De acuerdo a la encuesta Criteria, son la institución que más aporta a la solución de la crisis en el país con un 71%. Tanto Manuel como Luis Alberto coinciden en que para cuidar esa posición, deben seguir manteniéndose de manera profesional, neutros a emitir cualquier comentario que no les corresponde.

Luis Alberto asegura que cuando está con el uniforme puesto, se encuentra en calidad de bombero y, por ende, eso debe primar por sobre todo. Como bomberos tienen prohibido hablar de política y religión: “Somos apolíticos”, señala. Por otro lado, Manuel tiene clara su opinión respecto la crisis actual, pero la da distancia de su rol como voluntario: “Tú opinión como ciudadano la puedes dar cuando quieras, pero como bombero tienes que tener precaución con lo que dices, porque podrían incluso echarte por emitir algún comentario político”.

Sobre la autora: Emilia Palacios es estudiante de Periodismo y escribió este artículo como parte de su práctica interna en Km Cero. El reportaje fue editado por Fernanda Valiente en el Taller de Edición en Prensa y Cristóbal Orellana como editor de Km Cero.

--

--

Editor for

Periodismo universitario, reporteado y escrito por estudiantes de la Facultad de Comunicaciones de la UC. www.kilometrocero.cl