“Papachecos”, el retorno de las papas fritas a Lastarria
Tuvieron que cerrar las puertas de su local ubicado en Plaza Baquedano por las manifestaciones del 18O. Pero, “Papachecos”, el negocio “ícono” de papas fritas, decidió retornar al corazón del Barrio Lastarria a pesar del riesgo de tener que cerrar otra vez.
Por: Sofía Campos Hernández @sofiacamposh
⏰ 5 minutos de lectura
A cualquier hora, todo día de la semana, una larga fila solo crece a las afueras de un pequeño local a la altura del 160 de José Victorino Lastarria. Es “Papachecos”, un minúsculo espacio de tres por dos metros, altamente concurrido por universitarios. Su especialidad son las papas fritas artesanales, las que se sirven en cucuruchos de cartón blanco y negro a rayas. Vienen acompañadas de salsas caseras, como kétchup, mayonesa al ajo y choclo a la crema con ciboulette, y se entregan través de una ventana que da a la vereda de la calle Lastarria.
“‘Papachecos’ nace de una necesidad de comer papas fritas”, cuenta Marcela Pacheco (41), licenciada en arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile y técnico de nivel superior en gastronomía en el Inacap. Pacheco por años soñó tener un local de estas características junto a su hermano Félix (42), ingeniero civil industrial de la Universidad de Chile.
Para los hermanos Pacheco las papas fritas “son felicidad pura” y por eso no dudaron en invertir ahorros y dedicar energía para cumplir su propósito. Pero el camino no ha sido fácil: Si bien “Papachecos” acaba de reabrir sus puertas hace un año y su reestreno parece muy prometedor para el barrio, el camino para llegar hasta acá ha sido, a ratos, desesperanzador.
Los hermanos Pacheco habían abierto por primera vez este local el 7 de julio de 2018 en Merced 10, a pasos de la Plaza Baquedano, pero se vio afectado por saqueos durante las manifestaciones del estallido social. De un día para otro, los visitantes del sector iban con ánimos de protestar y no precisamente de disfrutar un cucurucho de “Papachecos”. “Era manifestación y después un pueblo fantasma”, recuerda Marcela.
Cuando la alerta de saqueos en el sector se transformó en algo común, los hermanos Pacheco empezaron a vivir en un estado permanente de alerta y miedo. “Pensábamos que no íbamos a tener la plata ni el tiempo suficiente para pagar todo lo que implicaría si llegaban a saquear o romper el local. Nadie creía que (saquearían) un local de papas fritas, pero sabíamos que igual podíamos vernos afectados”.
Pese a que había manifestantes que decían “con Papachecos no”, una mañana de fines de octubre de 2019, un conserje del edificio le avisó a Marcela que afuera del local estaba lleno de vidrios. “Justo ese día habíamos decidido ir a comprar maderas y cosas para tapar”, recuerda.
Ya era tarde. Cerca de las nueve de la noche habían intentado saquear “Papachecos”, a pesar de que adentro solo había maquinaria como freidoras y los ingredientes de las papas fritas y sus acompañamientos. Según las cámaras se trató de un grupo de hombres que “reventaron los vidrios que protegían al local”, dice la dueña. Aunque no entraron, porque “no lograron forzar la reja de protección ya que era muy pesada”, agrega, el daño ya estaba hecho.
Sin dinero para cubrir arriendo, materias primas y sueldos de los trabajadores, los Pacheco decidieron cerrar su local de papas fritas en Merced.
“Estábamos en el fuego cruzado”
Los Pacheco son fanáticos de las papas fritas desde pequeños, cuando vivían en un pueblo llamado Angostura, en Paine, y estudiaban en San Francisco de Mostazal, al norte de Rancagua.
Cuando llegó a estudiar arquitectura a Santiago, Marcela dice que le costó encontrar locales especializados en papas fritas. “Tenía que ir a los pollos asados, pero no siempre eran naturales, o comprar en las cadenas de comida rápida que me parecían pésimas, horribles”.
Tras un viaje a Bélgica, Félix llegó decidido con montar el negocio: “Se puede, porque esto yo lo vi en Europa y les va súper bien”, le dijo, recuerda ella.
Tras casi un año bromeando sobre tener su propio local en cada junta familiar, los hermanos instalaron “Papachecos” cerca de Baquedano por tratarse de un lugar céntrico y conocido por el flujo de gente. “Nos imaginábamos este local como entre medio turístico, algo para estudiantes, o para gente que anduviera haciendo trámites o que de la oficina pasara a comerse a algo”, dice Marcela.
Con el estallido, todo tomó un rumbo distinto. “Estábamos en el fuego cruzado. A nosotros nos llegaban tanto piedrazos como lacrimógenas”, cuenta Marcela. Incluso el gas de las lacrimógenas contaminaba los ingredientes naturales con los que se hacían sus productos.
Tras cerrar el local durante el estallido, Marcela recuerda los sentimientos encontrados al pasar por afuera. “Al principio (me decía): ‘Esto va a pasar’ y solo es un volcán que va a explotar y tiene que sacar energía porque viene algo mejor”, confiesa la dueña de “Papachecos”.
Los cucuruchos volvieron para quedarse
“Papachecos” volvió en junio de 2021 a las cercanías de la zona cero porque los hermanos siempre añoraron su local ahí.
“Nos encantaba la vida, cómo se movía la gente que circulaba. Tenía todas las características de un lugar donde queríamos funcionar”, dice.
Los hermanos Pacheco además sentían que tenían un compromiso con el sector. “Son nuestros barrios y uno les tiene un cariño especial. Uno sigue atado sentimentalmente”, confiesa.
En un futuro no tan lejano, siguiendo con las iniciativas municipales de recuperar la zona, a los hermanos les gustaría volver a su origen: “Seguimos con la esperanza de reabrir el primer ‘Papachecos’ en Merced. Nos gustaría que ese siguiera porque es el que le dio inicio a todo”.
Así que trabajan para ello.
Hoy son parte de los emprendedores de Lastarria que de a poco vuelven a sus calles. Aseguran ya no sentirse tan temerosos, aunque confiesan estar siempre “atentos y observando” las manifestaciones que cada cierto rato vuelven a suceder en el sector.
