“Siento que poco a poco el tiempo me va dando la razón”

Roberto Bolaño, José Manuel Prieto, Alan Pauls, Mario Bellatin y Juan Villoro fueron los cinco autores por los que la escritora Fabienne Bradu apostó hace siete años en su libro Los escritores salvajes, como futuros líderes de la narrativa hispanoamericana. En esta entrevista explica la radicalidad que observa en sus escritos y defiende su elección a pesar de los vaivenes de los cinco en su relación con la industria editorial, los lectores y las ventas.

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9 min readNov 11, 2016

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Por Yerko Roa

Foto gentileza del Fondo de Cultura Económica.

Segura de su apuesta. Así se declara Fabienne Bradu sobre los cinco autores de su generación escogidos por ella en su libro Los escritores salvajes –finalista del Premio Anagrama de ensayo 2009– para marcar el rumbo de la narrativa en lengua castellana. La autora estuvo en Chile para presentar su obra El volcán y el sosiego (Fondo de Cultura Económica), la primera biografía del poeta Gonzalo Rojas, cuya fundación dirige en México. Hace más de 30 años que esta francesa está radicada en el país azteca y eso se le nota en el acento cuando defiende a un chileno, un argentino, un cubano y dos mexicanos.

— ¿Seleccionaste a estos cinco autores, porque pueden marcar el futuro de la narrativa hispanoamericana?

Más que una selección es una apuesta que pretende arriesgarse por estos cinco autores de mi generación, que dice que estos autores van no solamente a hacer historia, sino también a transformar la narrativa hispanoamericana. Los autores son Roberto Bolaño, Alan Pauls, Juan Villoro, Mario Bellatin y José Manuel Prieto. Son de horizontes geográficos distintos y, a mi juicio, han avanzado una obra que no solamente me gusta, además me parece relevante.

“Esa manera de rasgar los cajones es business, yo creo. Seguro habrá quien lo compre, pero a mí no me interesa mucho. No se le hace ningún favor al escritor sacar sus borradores”, opina Bradu sobre la publicación de la novela póstuma de Roberto Bolaño, El espíritu de la ciencia-ficción.

— ¿Qué es lo que más te llama la atención de la narrativa de Roberto Bolaño?

El riesgo, que es una característica que puede percibirse en los cinco. No son escritores que se quedan cómodos en lo que puede venderse, sino que arriesgan un modo de escribir y contenidos que no les aseguran de entrada una fortuna. En Bolaño, sobre todo esa novela 2666, mientras la leía no podía dejar de pensar que era un libro que se escribía contra la muerte. La muerte certera venía. Para nosotros mexicanos también la monstruosidad de la realidad y lo que hizo con esa realidad, denunciándola, pero también haciendo con esa novela un himno a la imaginación, a la escritura, al valor. Se me hace admirable por todas esas razones.

El escritor chileno Roberto Bolaños murió en 2003 a los 50 años, su último libro El espíritu de la ciencia-ficción fue publicado por editorial Alfaguara. Foto de: MAHALO.cz

— Al conversar con el escritor chileno Benjamín Labatut, me dijo que cuando leía a Bolaño sentía que no era imposible escribir como él, algo que no le pasaba, por ejemplo, con Borges, y él creía que a muchos de su generación les ocurría lo mismo.

En Bolaño hay un desenfado, que es como si estuviera hablando. Todo es tan fluido que uno se traga la ilusión: “Mañana esa historia la escribo igual y va a salir fácil”. Porque desaparece el lado más difícil de la escritura que es borrar, repetir, hacer versiones, corregir y corregir. Pero si uno ve 2666, que no tuvo tanto tiempo de corregir y le salió así, bueno, es que había mucho talento ahí.

— Salió un nuevo libro, El espíritu de la ciencia-ficción editado por Alfaguara, que recupera una novela inédita de Bolaño conservada en su archivo personal.

Esa manera de rasgar los cajones es business, yo creo. Seguro habrá quien lo compre, pero a mí no me interesa mucho. No se le hace ningún favor al escritor sacar sus borradores. Por ejemplo, cuando yo edité la poesía de Gonzalo Rojas, por supuesto que en los archivos se quedaron borradores de tres líneas, cosas arriesgadas. Pero yo dije no. Si el escritor no lo da a conocer como su producto, aunque sea bueno o malo, yo creo que no hay derecho. Ese fenómeno post Bolaño lo veo con mucho escepticismo, mucha tristeza por él, que cuidaba tanto sus escritos, que le saquen cosas que no avalaba no me parece moral ni ético.

— A pesar de la gran difusión, éxito y humo que se forma a su alrededor. ¿Qué características percibes en la narrativa de Bolaño que te hacen pensar que seguirá ejerciendo influencia?

El humo no siempre es mala señal. También hay que creer que si un autor vende sus libros es por bueno. Pensemos en Cortázar o García Márquez, cuando sacaban sus novelas y cuentos, también se vendían mucho. La muerte de Bolaño hizo surgir un mito del escritor romántico muerto joven y tal vez eso hizo acrecentar las ventas, no lo sé. Se vendieran tres libros de Bolaño o cien mil, para mí sería igual de bueno.

Bellatin, escritor mexicano que dice estar: “En contra la Academia europea que pretende decir cómo hay que escribir”. Foto de: http://ladiaria.com.uy/

— Mario Bellatin, escritor mexicano, publica textos que han sido bastante alabado. ¿Crees que la escasa difusión de su obra es un problema para su posibilidad de influir?

Ahí hay un problema que viene de Mario, que se pelea con sus casas editoriales, entonces rompe contratos. Intenta ser más fiel a la independencia yéndose con editoriales más marginales o él mismo fabricando sus libros. No me preocupa tanto. Lo veo más bien como una coherencia entre su pensamiento y su manera de concebir el mercado editorial, porque hay ciertas concesiones que no quiere hacer. Tiene ofertas de todas las editoriales grandes latinoamericanas, todos quisieran su obra. Pero algunas editoriales han sacado libros sin su consentimiento, reediciones de las que ni siquiera le avisan. Ellos creen que hacen un favor al escritor al publicarlo, es al revés la cosa: el autor les hace el favor de darles la obra.

— La literatura de Bellatin juega con el fragmento, como en su novela Flores. ¿Es uno de los procedimientos que te interesa?

Sí, hay en Mario esa búsqueda formal. Pero a mí el problema que más me interesaba indagar era una identidad inventada en cada libro. Aparentemente hay un yo que se confiesa, que habla de sí y finalmente tú crees que es Mario Bellatin. Yo soy bien amiga de él, pero incluso sus amigos más cercanos hasta la fecha no saben cuál es la verdadera versión de episodios de su vida. Ya que el problema de la identidad está en el centro de la literatura contemporánea actual, es un juego que él hace, un juego que también oculta muchos problemas de identidad por el brazo faltante.

El escritor cubano José Manuel Prieto, es también un traductor de literatura rusa al español. Actualmente vive en Nueva York.. Foto de: Wikimedia Commons

— José Manuel Prieto, que es uno de los autores que mencionas, es poco conocido porque no ha publicado muchas obras. Livadia, editada por Mondadori y Rex, por Anagrama, son dos de sus libros más conocidos, pero que están prácticamente agotados en librerías. ¿Nos podrías contar quién es este autor y qué propone?

José Manuel es cubano de origen y fue a la Unión Soviética a estudiar Ingeniería. Ahí tuvo miles de experiencias: tratos con la mafia soviética vendiendo productos un poco ilegales como cosas del ejército, huidas, persecuciones. Un aventurero. Pero, al mismo tiempo, empezó una aventura literaria bajo formas que coinciden con el fragmento, pero bajo la forma de un diccionario en Enciclopedia de una vida en Rusia. Una historia armada como si fueran entradas de diccionario y que van componiendo la historia. Yo creo que formalmente puede ser el más radical de todos ellos.

— Tú conoces a este autor personalmente, sabes por qué no publica más.

No sé, se fue hace varios años de México a Nueva York, yo lo conocía porque vivía en México y ya no sé bien qué está haciendo. Trabaja por temas y estaba haciendo una novela sobre la voz. Uno tiene que ganarse la vida y a veces no es fácil. Enseña en una universidad allí por Nueva York o Nueva Jersey y eso pasa.

Alan Pauls tampoco ha sacado otra novela como El pasado, una novela espectacular.

Pauls obtuvo fama internacional con su cuarta novela, “El pasado”, que ganó el Premio Herralde 2003 y que cuatro años más tarde fue llevada al cine con el mismo nombre. Foto de: Wikimedia Commons

— ¿En qué sentido espectacular?

En que hay una búsqueda. Cuando digo búsqueda formal no quiero que se interprete como que es lo único que me interese en la literatura. Tiene que ser una búsqueda formal que corresponda con lo que se quiera decir, no es el arte por el arte. Pero una historia puede ser muy buena y estar mal contada o contada muy tradicionalmente, eso se llama best seller, y no es difícil de leer. En cambio, todos estos escritores exigen un lector más participativo, a veces más inteligente, a veces más culto, pero vaya que los recompensa. Con qué riqueza de prosa.

— ¿Qué cambios ves en la literatura de Pauls que le pueda dejar a un escritor que lo lea?

El éxito del buen resultado no quiere decir que tiene que influir a otros y que se vuelva un fenómeno de moda. Cuando Cortázar sacó Rayuela, no hubo en lo inmediato mil novelas que pretendieran copiar el estilo de Rayuela. Hay influencias que pasan por otros conductos que te contagian las ganas de escribir y para mí eso es muy importante en un escritor, que sea capaz de contarte una historia, que la goces, que te haga pensar sobre su presente, que es el caso de Pauls en Argentina actualmente, y que te digas: “Me gustaría escribir mi versión de la realidad, como la veo”. Porque a lo mejor no adhieres a su visión.

“8.8: El miedo en el espejo” (Almadía, 2010) es una de sus crónicas en la que narra el terremoto que sacudió a Chile durante febrero de 2010, mes en el que Villoro participaba en un Congreso en Santiago. Foto de: http://mexicocitylit.com/

— Aparece también Juan Villoro, cuya carrera has seguido muy de cerca. ¿Cómo es tu relación con él?

Cuando yo escribí de Juan para este libro todavía no era la figura tan famosa que es ahora. Hay que entender que muerto Carlos Fuentes, el prosista que ha tomado su lugar en México es sin duda Juan Villoro, en la amplitud de su actividad de escritor. Porque no sólo es novelista. Es ensayista, tiene visión política, participa en la vida mexicana y en España también. Es conocido en muchos lados. Tiene una capacidad en las tablas. Una capacidad de hablar en público su pensamiento, es muy brillante. Siempre se le ocurren cosas geniales, fórmulas. Está volviéndose muy famoso y eso puede ser un riesgo, pero Juan es lúcido también.

— ¿Te sigues sintiendo segura de la apuesta?

Igual de segura que en el momento de hacerla, no. Pero la mantengo y siento que, poco a poco, el tiempo me va dando razón. Pero no es una cosa de tener razón o no, no es eso lo que me importaba, sino decir: “A mí me gustan estos y voy a tratar de argumentar y explicar por qué me gustan, por qué me interesan sus obras”; e invitar así a otros lectores que es, yo creo, la meta del crítico. Si lo cumple es que la meta está alcanzada. A mí me interesaba que los leyeran y si me equivoco en la apuesta y otros me dicen: “pues no, no era esta…”. Ya. ¿Cómo se mide eso? No tengo la menor idea. ¿Por el número de libros vendidos? Yo no creo en eso.

Sobre el autor: Yerko Roa es estudiante de Periodismo y el reportaje fue editado por Francisca Escobar y Javiera Navarro en el Taller de Edición en Prensa.

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Kmcero

Periodismo universitario, reporteado y escrito por estudiantes de la Facultad de Comunicaciones de la UC. www.kilometrocero.cl