Emprendimiento Social: Una pieza en el tablero para la transformación

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5 min readNov 11, 2021

Escrito por Nildo Fortes, Educador social e investigador de la UGR

En esta publicación me propongo realizar una breve síntesis sobre el emprendimiento social y mi humilde interpretación del mismo. Dedicaré unos primeros párrafos a contextualizar el emprendimiento social bajo un marco teórico-académico y a continuación expondré mi opinión personal y mis reflexiones sobre lo que significa el emprendimiento social para mí.

El emprendimiento social es un campo que recientemente se está haciendo con un papel importante en el mundo académico (Moreira y Urriolagoitia, 2011). Para Leadbeater (1997), es necesario desarrollar e innovar nuevas formas de capital social que se orienten hacia la erradicación de la pobreza y la solución de problemas sociales.

Venimos asistiendo en las últimas décadas a un proceso de globalización que, si en un principio se promovía como un sistema proveedor de máquinas y herramientas que iban a estar orientadas ala mejora de la evolución humana, lo cierto es que se ha situado en gran medida como un sistema en contra de la propia libertad, convirtiendo a hombres y mujeres de todo el mundo en esclavos del progreso (Martínez, 2021). Para Bull (2008, citado por Moreira y Urriolagoitia, 2011), “los cambios demográficos, la liberalización de los mercados, el fracaso de las instituciones estatales y de los gobiernos en la satisfacción de las necesidades sociales y los avances tecnológicos han impulsado el nacimiento de los emprendimientos sociales” (p. 17).

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Al empezar la carrera y estudiar el origen del sector del trabajo y la educación social, un pensamiento que no se me quitaba de la cabeza era la siguiente: las acciones sociales llevadas a cabo desde el Tercer sector de acción social (TSAS) y todo lo que rodea nuestra práctica profesional son un engranaje más en toda la maquinaria capitalista que, en aras de satisfacer la insaciable sed de riqueza y poder de las grandes corporaciones y regímenes estatales, necesita de este sector, el cual trabaja sobre problemas coyunturales y puntuales que amenazan la estabilidad del sistema capitalista sin el objetivo de generar cambios estructurales. ¿Nuestra labor como educadores y educadoras es realmente ésta? ¿En la medida en que sigamos “parcheando” y “apagando fuegos” de los retazos sueltos del sistema capitalista, podremos realmente generar algún cambio? ¿Realmente tenemos un impacto en lo que hacemos? Estas son algunas de las muchas dudas que me planteaba constantemente y me provocaban frecuentes disonancias cognitivas mientras seguía asistiendo a clase en mi primer año de carrera.

En las últimas décadas estamos recibiendo en nuestras propias carnes la parte más oscura y desoladora de las políticas neoliberales, las cuales provocan una verdadera sangría en nuestras sociedades y dejan indefensos y expuestos a las avenencias del mercado a una gran parte de la población mundial. Las crisis como la que acabamos de vivir con el COVID-19, nos han enseñado lo vulnerables que somos frente a los grandes cambios globales y lo necesario que es disponer de un sistema público, solidario y con una fuerte red de apoyo social. Esta red se consigue precisamente contrarrestando los principios del pensamiento neoliberal, luchando contra el individualismo y la competitividad, remando juntos y en una misma dirección. Ahora bien, y aquí es donde viene mi quebradero de cabeza; ¿En qué medida podemos estar seguros de cuál es la dirección en la que hay que remar? ¿Puede ser el capitalismo el que siga marcando el rumbo sin nosotros saberlo? ¿Puedo ser yo mismo, al ejercer mi labor como educador social, quien esté facilitando el camino a que las cosas sigan siendo como son? Cada vez que pensaba en esto, la única solución que encontraba era alejarme y esconderme en una aldea en mitad de la nada para no seguir formando parte de esta trampa. Sin embargo, terminando el primer curso y gracias a la lectura y a tantas charlas de café con mis compañeros y compañeras comprendí que esto no puede ser una solución, y el entender lo que realmente significa Educación fue esclarecedor para confiar en nuestra labor.

El capitalismo, junto con el neoliberalismo, nos proponen un juego, un juego peligroso y traicionero que no tiene miramientos con los que van perdiendo (hablamos de los sectores excluidos de la población) y delimita las reglas en favor de las grandes riquezas y privilegiados. El emprendimiento social se irgue dentro de este juego como una pieza en el tablero que, aunque en principio parece seguir las normas del juego, subterfugiamente tiene el objetivo de transformarlo y romper con las normas hasta conseguir que la partida sea justa. El emprendimiento social podría ser, dentro de esta metáfora recreativa, como una guía de juego que pretende que todos y todas ganemos la partida aun siguiendo las reglas.

Junto a estas charlas de café, y en este momento tan crítico de mis estudios, en mi último año universitario, aparece ante mis ojos la alternativa del emprendimiento social, y paralelamente, he la oportunidad de conocer a Koshi Studio y a una de sus socias fundadoras. La labor que ejerce esta entidad, que busca dar cabida a valores como con el apoyo mutuo, la solidaridad y el respeto por nuestro entorno natural y a lo ancestral debe por fuerza tener cabida en este sistema global que nos une irremediablemente a todos y, para mí, es un claro ejemplo de que es posible generar cambios y transformaciones sociales. Creo profundamente que apostar por el emprendimiento social y por ideas como la de estas jóvenes emprendedoras son la manera en la que podemos encontrar una verdadera mejora para nuestras sociedades y dar visibilidad a estos valores. El TSAS puede mostrarse con una apariencia puramente económica, como una pata más del modelo capitalista. El emprendimiento no se libra de las acepciones ligadas a lo económico y a los términos de rentabilidad, pero precisamente el apellido “social” es la que permite truncar las reglas del juego y el objetivo del mismo. Pues si ayudar, acompañar, progresar, incluir o amar acaban siendo rentables para nuestras sociedades, ¿por qué no emprender en estos conceptos para construir un mundo más justo y acogedor?

Referencias bibliográficas:

Leadbreater, C. (1997). The rise of the social entrerpreneur. London: Demos.

Martínez, M. (2021). Contextualizando la necesidad del emprendimiento social: respuesta a los procesos de globalización económica y precarización neoliberal. Universidad de Granada.

Moreira, P., Urriolagoitia (2011). El emprendimiento social. Revista Española del Tercer Sector, 17, 17–40.

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Koshi Studio es un emprendimiento social que trabaja con artesanos para promover el intercambio de conocimientos y facilitar el acceso a la cultura.