La naturaleza humana y libertad

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5 min readSep 23, 2021

Escrito por Mario, casi psicólogo social y aspirante a científico social

A pesar de que todos nosotros seamos humanos, las cualidades que nos caracterizan varían entre persona y persona, en parte, por la interpretación que aquella persona ejerce hacia el comportamiento histórico que hemos tenido como sociedad y especie, asumiendo que ambas pueden definir completamente las cualidades individuales que un individuo pudiera tener. El problema es que, si enjuiciamos desde una óptica social, entonces generalizamos el actuar de los actuales imperios a todas las sociedades, incluyendo las indígenas y milenarias que no necesariamente se ajustan a lo que consideramos como sociedad, tales como la destrucción de la naturaleza, violencia o enajenación. Por otro lado, si enjuiciamos como especie, entonces asumimos que todos actuamos relativamente iguales, perdiendo, entonces, la individualidad del sujeto que puede no ajustarse a lo que suele definirse como un comportamiento especie. En ese sentido, ¿qué es lo que caracteriza al ser humano?

A buenas y primeras, podemos concordar que debemos buscar aquello naturalmente humano, lo cual no remite otra cosa que a su propia biología inicial previa a las modificaciones fenotípicas de la sociedad. En ese sentido, podemos partir ya estableciendo una primera aclaración y es que, entonces, todo comportamiento o decisión humana no pasa por un juicio de valor ni matiz moral, pues estos son eminentemente una consecuencia de ser y hacer sociedad. Mi decisión de dejar de comer carne por amor al animal no me hace más o menos humano, sino simplemente menos libre a costa de mi propio encadenamiento a mi regla moral y emocional.

Podemos decir, también y como consecuencia, que no somos superiores a un insecto en términos naturales pues, aún cuando aparentemente ‘seamos más’, sólo lo somos en comparación a nuestra propia vara previamente reglamentada por nosotros, lo cual no es si no una lógica antropocéntrica posterior a una configuración social y, por tanto, no podemos ser considerados como un ‘animal superior’ en términos naturales.

Así, ¿qué de lo biológico puede extraerse más allá de lo puramente fisiológico y trasladarse a lo mental? Evidentemente, nuestro aparato cognitivo es fundamental en la definición de nuestra naturaleza, sin embargo, esta no es la meca del ser humano si no lo que lo impulsa. Creo que nuestra característica fundamental es la creatividad, la cual no se demuestra en nuestra capacidad de movimiento sino en la libertad. Me explico.

Evidentemente los códigos sociales y jurídicos restringen notablemente nuestro comportamiento a costa de, para bien o mal, un orden social. No hay duda que socialmente no somos plenamente libres en términos conductuales. No obstante, ocurre lo mismo en plena naturaleza, la cual nos obliga a actuar a la deriva de las fuerzas naturales, nuestras necesidades básicas y las hostilidades de otras formas de vida. Ahí, la libertad queda derrotada por la necesidad de sobrevivir y, por lo tanto, queda subordinada a una fuerza tercera y no a nosotros propiamente tal. En ese sentido, podemos decir, no existe libertad en términos materiales, quedando sólo la libertad en términos de pensamiento.

Ahora bien, resulta que nuestra energía mental se deriva a las necesidades que percibimos en el día a día, ya sea por resultado de un proceso interno y reflexivo, o bien, por una corriente relacional o social que nos impulsa o las necesidad de adaptarnos. Así, nosotros que podemos leer estas letras, es entendible que nuestro imaginario esté configurado en símbolos sociales o pensemos en torno a lo social. En ese sentido, no somos plenamente libres mentalmente tampoco. A priori, no. Sin embargo, sí somos libres de, al tomar conciencia de ello, decidir desprendernos de esas cadenas o no. Claro, obedeciendo a la premisa inicial, ello no puede ocurrir sin percibir a conciencia experiencias, lo cual implica necesariamente modificar nuestra realidad inicial en algo nuevo, lo cual es, en definitiva, una transformación ideológica, la cual afecta directamente a nuestra interpretación de la realidad y, por tanto, cómo nos relacionamos con ella, cómo nos acercamos, mas inicialmente no la modifica.

Ahora bien, si prestan atención, toda artesanía e invento humano no pudo ser sino sin ser antes un objeto ideal, es decir, que se creó previamente en el mundo mental o de las ideas de un individuo, el cual después con ayuda de sus capacidades motoras transformó la materia para dar materialidad a algo que previamente no la tenía. En ese sentido el ser humano es primero creativo y, consecutivamente, transformador de la realidad material o, al menos, de la suya propia.

Así, existe creatividad en la mitología de los pueblos originarios, así como también en las bases de nuestro sistema occidental de orden social. Existe creatividad en las primeras herramientas de caza que ocuparon nuestros antepasados, así como también en la construcción del dispositivo por el cual estás leyendo esto. Visto así, no hay acción humana que no esté interpelada por la creatividad salvo cuando la vida está en juego y el instinto se activa como mecanismo para sobrevivir.

¿Cómo se relaciona entonces la creatividad y la libertad? La libertad es la consecuencia de poder crear idealmente y modificar la materia o ideología, lo cual es el sustrato mínimo para hacernos cargo de nuestra existencia y trascender la enajenación que Marx tanto criticaba pues, con esas ambas herramientas somos capaces de decidir qué queremos para nosotros al transformar nuestra realidad o negar una materia o idea externa a nosotros presentada a nuestra realidad. Si es así, entonces nuestra libertad está directamente relacionada a nuestro nivel de conciencia respecto a nuestro alrededor y mundo interno y, por lo tanto, no puede ser sin la autorreflexión y la atención activa. Así, mientras más libres somos, más creativos nos convertimos y viceversa, creando un círculo virtuoso con el cual podemos volcar nuestras energías a satisfacer nuestra propia esencia individual más que lo que interpretamos de ella por medio del materialismo histórico que nos encadena o la propia ideología que nos somete.

No podemos pretender controlar todo lo que nos ocurre, pero sí somos capaces de controlar cómo nos afectará pues tendremos las herramientas suficientes para decidir cómo responder.

Creo, por último, aprovechar el máximo potencial de ser humano es nuestra decisión. Si aceptamos el camino de la exploración de nuestras capacidades naturalmente humanas, entonces no queda otra que buscar aquella vida que propicie el potenciar al máximo nuestra creatividad, lo cual implica cuidar nuestro cuerpo y cerebro, entender qué es este sistema social para empoderarnos allí y, finalmente, hacernos cargo de nuestra historia. La libertad, ese regalo final, puede no alcanzarse nunca plenamente pues es un camino largo y duro, lleno de humildad, pero el camino vale la pena si se logró probar aunque sea un poco el trago de nuestra naturaleza.

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