Ahora matar es cool
El narcotráfico llegó a nuestras vidas. Llegó como una bomba, de manera inesperada y catastrófica. El narcotráfico era un mal ya viejo y conocido, pero alrededor del 2008, las campañas amistosas que enunciaban su “Vive sin drogas”, fueron reemplazadas por las noticias de sucesos monstruosos que mantenían a la población mexicana en la zozobra.
México obtuvo una mala fama, muchos extranjeros dejaron de verlo como un hermoso país, para conferirle una nueva categoría de trampa de muerte, y evitando la visita, buscando no ser parte de uno de los 121 mil muertos por causas violentas que hubo en el sexenio de Calderón. En esas épocas, a todos nos quedaba claro que el narcotráfico es un terrible cáncer que estaba acabando con nuestra sociedad pero, ¿qué pasó ahora? ¿Por qué a casi diez años del boom de la terrible y sangrienta guerra del narco vemos con admiración las “increíbles” aventuras de Amado Carrillo en “El Señor de los cielos” o los enredos sucios de la “súper narco femenina” Teresa Mendoza?
Series como “Los Dueños del paraíso”, “ Breaking Bad”, “La reina del Sur”, “ Narcos”, y todas aquellas que abordan la temática del narcotráfico, nos muestran un nuevo modelo de protagonista que me resulta preocupante: asesinos a sangre fría, secuestradores y traficantes de sustancias que destruyen la vida de millones de personas a diario son encarnados por artistas sumamente atractivos y mostrando una careta de héroes aguerridos, de seres humanos valientes y dignos de admirar, con una vida donde el dinero sobra y donde la maldad y poder se convierten en un atractivo sexual.
Este imaginario colectivo que todas estas series están creando no es nada positivo. La sociedad, particularmente las personas que no han tenido la posibilidad de acceder a una buena educación o no cuentan con suficientes recursos para una vida digna, corren el riesgo de ver en estas narrativas una inspiración para salir del sufrimiento económico y acceder así a una vida llena de lujos y “adrenalina”, un término que ahora emplean en vez de admitir que le están enseñando a la gente que hacer dinero envenenando y matando personas está bien, y es cool.
¡No! No está bien y no está cool, y hasta que no entendamos eso, no dejaremos de aplaudir este tipo de producciones copiadas y basura que, lejos de ser inofensivas, crean un hervidero de futuros criminales, alimentando la delincuencia en nuestra sociedad.
Tenemos que dejar de ver como alguien admirable a la gente deshonesta, a la gente violenta, dejar de fomentar y seguir consumiendo este tipo de guiones en la industria del entretenimiento y apostar por historias más formativas, no por eso menos interesantes, donde se muestre al criminal como lo que es, y no como un ser tocado por los dioses; donde sean reconocidas las personas que realmente merecen serlo, para así dejar de coronar y promover a personas que nada bueno han hecho.