El problema de los prejuicios

Dan Cortés
Laŭ mi
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3 min readApr 10, 2017

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“Prejuicio”

Del lat. praeiudicium ‘juicio previo’, ‘decisión prematura’.

m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.

Siempre he tenido un grave problema con los prejuicios. Me considero de mecha muy corta cuando hablo con una persona, y esa persona decide (porque un prejuicio, a fin de cuentas, es una decisión voluntaria de desconocimiento sobre algo o alguien) simplemente, no pensar. No preguntarse, “¿por qué?”: Por qué pienso esto o aquello, será verdad esto que estoy diciendo, no estaré generalizando, no será que cada persona y cada situación tienen sus matices y sus particularidades…

Creo que los prejuicios nos hacen daño, no solo porque exhiben nuestra ignorancia y pereza mental ante la complejidad del mundo social y cultural en el que vivimos, sino además porque, más allá de esta decisión explícita de no pensar, se encuentran la exclusión y la desigualdad, que muchas veces, derivan en injusticia y violencia.

Por culpa de un prejuicio es que una persona cree erróneamente que alguien con distinto tono de piel al suyo, solo por este hecho, tiene que ser tratado diferente. Que un moreno es menos honesto que un blanco, o que un rubio es más sofisticado que un negro.

Es por un prejuicio que la gente cree que los homosexuales, por no tener relaciones sexoafectivas como las de la mayoría de la población, merecen el escarnio social y la burla pública, o que están condenados a un único estilo de vida donde el placer efímero y la imposibilidad de establecer relaciones duraderas es la regla.

Sin duda el que más me molesta, es el prejuicio que nos dice que las mujeres, por el simple hecho de tener un útero, tienen que ser tratadas diferente de alguien que no tiene útero. Es un poco absurdo pensar que la condición de menstruación y la capacidad reproductiva determinan las habilidades de cualquier persona. Hay gente inestable que menstrua y gente inestable que no menstrua. Punto. Hay personas con útero que quieren ser madres y personas con útero que no quieren ser madres. Como bien dice mi refrán favorito: “hay de todo en la viña del señor”.

Defender el prejuicio de la diferencia del género es particularmente grave porque históricamente las mujeres siempre han sufrido la dominación sistemática de los hombres. La violencia, la exclusión, la discriminación y el prejuicio siempre se agravan cuando la víctima tiene un útero en las entrañas.

¿Que también violentan y matan a hombres? Claro, pero los violentan y matan por razones muy distintas a sus genitales. ¿Que hay que tratar a TODAS las personas diferente, no solo a las mujeres? Por supuesto, pero por qué la necesidad de aclarar con el “no solo a las mujeres”…

El conocimiento antropológico ha representado para mí una gran oportunidad para deshacerme de mis propios prejuicios, y luchar contra los prejuicios enraizados en lo más profundo de nuestra cultura cotidiana. El poder observar la alteridad del otro sin sucumbir ante la tentación de definirlo antes de conocerlo, es algo que creo nos vendría muy bien en estos tiempos de verdades líquidas y discursos fáciles.

Antes de decir, “es que todos los chilangos son así”, o “las mujeres siempre hacen tal”, o “¿qué esperabas? Es gay”, solo detente un segundo y pregúntate si esa razón que estás dando es realmente válida, o es el piloto automático de tu ignorancia tratando de llamar la atención.

Hasta la próxima, sé feliz.

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