#kOS3 o de cómo contarte tu propia historia
En mi blog personal (visítalo aquí) desarrollo la idea de construirme a partir de una software orgánico, al que bauticé como kosmOS 3 (por mi tercera década de vida). No es otra cosa sino una analogía de mí mismo, de mis proyectos y de mi persona, en forma de algo que siempre he querido aprender, pero nunca lo he logrado: aprender a programar. Espero lograrlo algún día.
Así pues me imaginé cómo sería construirme a mí mismo si fuera un sistema operativo, y llegué a la conclusión de que primero, necesitaba un hardware para correr, después, un lenguaje de programación, un núcleo central, una estructura de archivos, y las aplicaciones. Seguro me faltan mil cosas más, pero básicamente eso se me ocurrió.
Lo que me gusta de esta analogía, es que se puede convertir en mi motivación para aprender a programar: construir ese software imaginario en algo real, tangible, que de verdad me sirva para eso que pienso. No lo sé, desarrollar algunas apps de verdad que hagan lo que ahora hago a través del blog. Una app para aprender esperanto, por ejemplo.
Me gusta pensar que todos podemos construir nuestra propia historia. Que somos la historia que decidimos contarnos. Después de todo, contarnos historias es lo que mejor sabemos hacer, como especie humana.
Cambios: voluntad y ejecución
En ocasiones nos enfrentamos a situaciones de la vida que queremos cambiar. Pueden ser actitudes, reacciones o aprendizajes propios que nos han traído problemas, o puede ser el color de la pintura de la cocina. Da lo mismo.
Los cambios no son nada sin dos elementos importantes: la voluntad para cambiar, y la acción de cambiar. Creo que una sin la otra no conforman un verdadero cambio.
Es más evidente cuando solo existe la voluntad. Nos imaginamos cómo seríamos si eso cambiara, qué pasaría con nosotros, cómo sería mejor nuestra vida. Pero no pasamos de imaginarnos.
Cuando solo está la acción para cambiar, pero no las ganas, resulta en mucha frustración, tristeza, enojo… Nos enfermamos del alma. A veces tenemos que cambiar por circunstancias ajenas a nosotros. A veces, creemos que no nos son tan ajenas, y nos obligamos a cambiar. Como sea, no es un cambio a profundidad: apenas las circunstancias sean favorables, dejaremos de hacerlo.
Un cambio de verdad, después de un tiempo, pasa a formar parte de tu habitus: aquellas acciones que realizas en tu vida cotidiana sin cuestionarlas. Hacer ejercicio todos los días, dejar de fumar, no hacerla tanta de pedo. Todos son habitus que podemos adquirir, si queremos, y hacemos algo para lograrlo.
Ya en alguna ocasión lo intenté y me lo demostré a mí mismo. Sé que todas y todos somos capaces de hacerlo, sé que a todas y todos nos gustaría llegar a ser la mejor versión de nuestros propios yo. Es cuestión de querer… y de hacerlo realidad.
Fino.