El honor afectivo

Gaiawyn
La ecuación de la consciencia
3 min readMar 23, 2018

En el mundo en el que vivimos con las prioridades desordenadas como lo construimos, los seres humanos tienden a medir la honorabilidad de una persona acorde a cuánta palabra tiene o cómo se comporta en los negocios; y si bien ese es un aspecto importante de la vida, les garantizo que no es el mejor lugar donde comprobar la honorabilidad de alguien.

Si uno quiere saber cuán honorable es una persona, debe fijarse cuanta palabra, responsabilidad, transparencia y compromiso tiene con las personas que dice amar y con las que elige construir afectivamente en su vida.

El honor también se manifiesta en los vínculos que nos edifican realmente como personas. Lamentablemente vivimos en una época tan colectivamente adolescente que es justamente en los espacios de mayor contención donde nos surge la mayor inmadurez y ganas de rebelarnos como si fuese un grito de libertad que nos hace sentir vitales, cuando no entendemos que la libertad se genera diariamente con las elecciones conscientes que realizamos y no con las experiencias ocultas de desahogo que buscamos; justamente es esa última necesidad el resultado de muchas otras necesidades que antes no fuimos capaces de expresar.

Usualmente solemos elegir el argumento de “yo soy así, esto es lo que necesito, ella/él no me lo puede dar, para que la voy a lastimar, tampoco lo voy a castigar por esto que es un tema mío” cuando se trata de justificar este tipo de comportamiento, cuando en realidad es una excusa que sirve para evitarnos hacernos responsables de tener un diálogo serio acerca de nuestras necesidades vinculantes y construir una conexión madura.

En definitiva, las personas afectivamente inmaduras no están rebelándose ante el otro o los otros en la relación (en caso de que sea una construcción afectiva familiar y no simplemente de pareja), se rebelan ante su propia incapacidad de construir vínculos donde puedan expresar sinceramente sus necesidades, y al hacerlo se dicen simultánea e inconscientemente a sí mismos que no merecen recibir el afecto y la confianza que quebrantan.

Es importante aclarar que la honorabilidad afectiva no significa tampoco una condición vincular heteronormativa o conservadora, falla también a su honor quien necesita tener una relación abierta y no se permite plantearlo con su pareja y permitir a ambos elegir el tipo de relación que cada uno necesita, o por el contrario, quien está en una relación abierta y no se atreve a decir que no le gusta por miedo a perder al otro.

Hay muchos aspectos de la vida en los que se puede administrar un abanico de grises cuando se trata de abordar las propuestas y manejos que se puede tener respecto a una situación determinada, el cuidado de los afectos no debería ser uno de esos aspectos, porque es justamente lo que se manifiesta con nuestras propias acciones lo que uno internamente cree que se merece; si uno es poco honorable con los demás no significa que internamente realmente no merezca recibir ese tipo de respeto, pero significa sin ningún lugar a dudas que uno no sabe que se merece ese tipo de respeto.

Es absurdo observar como nos horrorizamos más al ver un/@ chic@ borrach@ en la calle o de alguien cuyas fotos intimas salen a la luz, que de la construcción afectiva paupérrima que hacemos constantemente, la cual es causante de es@ mism@ chic@, o de las personas capaces de exponer a otros en sus momentos íntimos y de muchas cosas más.

Esto puede deberse a una construcción cultural o a una característica biológica, pero a nivel psicológico se suele notar que los hombres suelen tener la psiquis más puesta hacia afuera y las mujeres hacia adentro, esto aplica también a en dónde mayormente tenemos puesto el enfoque diariamente, si en ámbitos los sociales o en los privados. Creo que una de las cosas que más habla de este desequilibro entre el aspecto femenino y masculino en el mundo es justamente la incapacidad colectiva que tenemos de construir, defender y valorar una construcción tan honorable en los aspectos privados como lo hacemos en los aspectos sociales.

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