Carta abierta: Los lazos personales

Esfera
La Gran Bola
Published in
5 min readJan 19, 2023

En internet puedes encontrar de todo si sabes las palabras adecuadas, que subyuguen al algoritmo. Gracias a eso puedes descargar desde un disco de Los Panchos, hasta encontrarte de madrugada ojeando foros con gente posteando sus setups recopilando ideas para ti.
Esto de los setups es el nombre más popular en Youtube o Twitch, pero tiene otros: “Battlestation”, “Game room”, “Theatre room”, etc. Puede que varíe el significado ligeramente, pero todo confluye en el mismo lugar de la casa; dónde juegas. Llamarlo así, con nombres tan rimbombantes pretende darle cierta “epicidad”; no deja de evidenciar cómo la cultura gamer sigue sustentada por niños en casas del árbol refacheritas.

Ahora bien, eso pasa cuando miras la cara más lujosa. O dónde la gente gasta más dinero en total, un “museo del juguete” (videojuego más bien) para las visitas. Chulo pasear por ahí, desde luego; pero no me dice nada de la persona. No veo su forma de vivir, qué cosas son las que más le gustan, hobbies, etc. Todo se pierde en tal marea de plásticos y vinilos que desorienta a la gente por primera vez… Pero ¿De verdad puedes hacer vida?

Y sí vale, es injusto coger a Whismichu quizá porque tiene una jodida mansión llena de más mierda que un almacén chino en plena carretera. No obstante, esto se aplica también a los streamers, buscando un concepto de “man cave” (otro nombre a la lista de casi-sinónimos). Muchos diseñando un espacio chulo, que no suyo. Cada cuál puede jugar cómo le apetezca y dónde le apetezca, el punto no es ese. Mucha gente acude a Youtube viendo estos cuartos convertidos en habitaciones aisladas del hogar, diseñadas para gozo y disfrute personal (y quedar bien en cámara).

Precisamente ese aislamiento les resta mucho a mis ojos porque no hablan de la persona. No tienen per sé, aunque ¿a que pese a ser radicalmente diferentes, los ordenadores de arriba daban la misma sensación? Mucho dinero de productos fáciles de conseguir en amazon u otras grandes superficies. Salvando algún graduado, foto o uno con una escultura… Todo se siente similar al despliegue de cosas de Whismichu (nada personal, es que me viene bien su casa). Ahora bien ¿A qué viene el título? Ah! Gracias por preguntar.

En la cultura japonesa los hilos rojos designan lazos invisibles entre dos personas destinadas a toparse la una con la otra. Muchas veces suele usarse como mtáfora del amor, visto como algo predestinado a lo que lanzarse a cigas. Hay más d una forma d interpretarlo. En Bleach por ejemplo, Tite Kubo hace uso de esta misma metáfora entre Ichigo e Ishida. Un shiigami y un quincy, enemigos mortales por naturaleza.
Esos lazos rojos hablan de conexiones en varios sentidos. Incluso la nostalgia tan en boca de los departamentos de marketing, puede ser uno. Ello aporta una felicidad, vía reacciones químicas del cerebro que no entiendo muy bien, tan masificada que estamos astiades de fagocitar en los trailers del summer game fest o los doritos awards. Esos, son los lazos fáciles de ver incluso en estos setups; por ejemplo viendo un montón de posters de grandes sagas retro o salidas en las últimas generaciones.

Imagen extraída de RestEra: Post your gaming setup and home: 2020 edition
Imagen extraída de RestEra : Post your gaming setup and home: 2018 edition

Ahora os presento dos fotos llenas de cosas también. Ambas también con consolas; no obstante, ves algo más de variedad. Especialmente la segunda, ese desorden habla más de su dueño que los otros vídeos. Ves qué prioriza, las visitudes que tiene, sus soluciones en su trayecto por “su setup” ideal, la vida que tiene fuera de los juegos, etc. La primera ciertamente parece más arreglada y tal, pero pese a los posters, figuras y vinilos; da la sensación de ser un espacio habitado por alguien (no un museo como con Whismichu). ¡Ese tipo de cosas me fascinan de estas fotos! Es más interesante ver qué sacrificas, problemas y soluciones, que no tener en tu salón una monstruosa figura de Dragon Ball.

Esos hilos que comentaba danzan entre el capitalismo desmedido, o el romanticismo de las simples cosas que llenan tu corazón. Fotos de aquél viaje improvisado, esas zapatillas que niegas a tirarlas por ser el primer regalo de tu pareja, unos tickets… Esto incluso puede estallar en la cara si giramos la cabeza hacia los regalos de ese “ex” con quién la cosa no acabó de cuajar. A mí por ejemplo me pasa con la saga Medievil. En mi cabeza prevalece la foto de cierta persona de mi pasado, al alzarse el cadáver de Sir Daniel Fortesque. Algunos de esos hilos, buenos y malos, son parte del telar de nuestra vida y la decoración muestra este a les invitades. Habla de nuestro proceso mental, de quienes somos, el tipo de vida que hemos llevado; e incluso (siento esta frase cringe) “En dónde estamos y hacia dónde vamos en el camino de la vida”.

La reflexión que me tiene escribiendo de noche es la siguiente: Perdidos en los mares del fomo y el consumismo, nuestra huella desaparece. Cada vez somos menos un individuo y más parte de un rebaño. Miramos las series más grandes, los libros más vendidos, compramos los artículos mejor reseñados, nuestra casa está decorada 100% en IKEA, etc. Al final, ese santuario que debería ser nuestra casa ¿Qué tiene de diferente? ¿Qué tiene de ti? Eres una persona cuya existencia debería ser irrepetible por la combinación de experiencias vividas. No hace falta tener muebles antiguos caros, o un salón del tamaño de una cancha de baloncesto. El espacio no es una excusa para tener algo personal que deje una impronta de tu persona (al tiempo que es un espacio diseñado según tus necesidades). Un ejemplo, si os gusta la decoración es el canal “Never too small” donde comparten espacios enanos (apropiado si resides en Madrid o Barcelona) redecorados profesionalmente.

Un cambio de color, una idea firme armando el piso, un par de recuerdos, el poster de tu cosa favorita, cómo decores tu espacio, etc. No digo que todes necesitemos un grado de interiorismo. Pero tampoco busquéis consejo en expositores de capitalismo desmedido, hecho por gente que vive para fardar. Vuestra identidad es más importante que “el setup definitivo”. Tened siempre presentes quiénes sois, de qué os rodeáis (aplicable a personas también), y ante todo qué os define.

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Un tipo que se dedica a escribir sobre su hobby porque no hay humano capaz de aguantar su turra en la vida real.