minireseña — Overlord II

Esfera
La Gran Bola
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8 min readNov 29, 2022

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A lo largo de este blog, rara vez toco algún juego conscientemente malo, porque bueno… Aquí tengo la libertad de cubrir juegos grandes y pequeños retro, actuales o de lo que hay entre medias. No tengo por qué exponerme a títulos que no me interesen o aporten ese entretenimiento o diversión que todes buscamos en este tipo de productos de ocio. El backlog suele ser nuestro rincón de la vergüenza, comparable a ese tatuaje oculto al que prestamos atención al mirarnos ante el espejo del baño, soltando un sentido: “¿Por qué cojones me hice esto?”.

La primera interacción como señor del mal me gustó. Su humor e idea de ganar siendo un general que rara vez interviene en batalla resultaban refrescantes en un mar de juegos donde o eras el mal. En Triumph studios se esforzaron por crear al personaje más alucinantemente malvado, que curiosamente poco hace. Es más, el propio juego hace que ser malo requiera más trabajo por parte de les jugadores. Padecía enfermedades propias de otros títulos de la época, como un sistema de moralidad forzado. Extraño en un juego que supuestamente va de ejercer el mal.

Un ejército de esbirros a tu disposición, diseminando tu estandarte por todas las regiones de un mundo medieval, más cercano al mundo de Shrek que a nuestra edad media. El humor era su mejor baza, con su particular tono entre grotesco y retorcido, rebajando el tono del guión. Incluso el arte del juego se beneficia, envejeciendo sorprendentemente bien (si le quitas el filtro Twilight Princess). Todo encapsulaba mi personalidad en redes sociales, con su absoluto desprecio hablando sobre la verdadera naturaleza maligna, como niñes discutiendo antes de liarse a tortazos. Mis impresiones fueron de nada rompedor en mecánicas, pero buena puerta de entrada a la estrategia junto a Final Fantasy Advance Tactics. No exigía mucha, aunque había opciones para ejercerla. Entonces llega la secuela y… Como os podéis imaginar por el párrafo introductorio, no ha dejado una buena impresión en mí.

En el hub del juego y tu casa, la torre del averno, puedes moverte y visitar varias estancias. Una de ellas es la zona donde estarán las colmenas de crianza de nuestro ilimitado ejército de esbirros, quiénes ahora tienen nombre. Un juego que insta de varias formas a que tus esbirros son la cosa más prescindible del mundo… ¿Les pone nombre? Darles nombres, sería como esas lacrimogenas historias sobre encariñarse demasiado con animales de granja. Salvo que poco importan los sacrificios de unas cucarachas que parecen tan orgullosas como seguidores de una secta muriendo por la gloria de su amo. Me dejó perplejo esto, implementado porque en los 2010 comenzamos a ver títulos implementando detalles sacados de los rpg en sus títulos. Overlord 2 es uno de los peores casos con sus creadores demostrando lo que años después se confirmaría: No tienen ni idea de cómo evolucionar la franquicia. No debo hacer este tipo de proclamaciones, porque doy un tufillo desagradable a superioridad frente a los creadores, algo que no procede. Pero ¿qué parece sino? Sí, este va a ser un caso de boomer diciendo “es que no saben como hacer las cosas y han perdido la esencia”. Pese a que no difiere tanto esta de la entrega original.

Mi idea de señor del mal en Overlord, por cómo la pinta la franquicia con sus constantes comentarios, va de ser un conquistador. Uno que usa esbirros totalmente prescindibles hasta para forjar equipo. Doblan como economía dentro del juego que te da acceso a nuevos recursos, y ejército en tu conquista. Una forma simple de instar al jugador a matar más, recolectar almas y producir con estas nuevos esbirros. Overlord 2 expande esto, cambiando el fuego del primer Overlord, por un rayo capaz de lavar el cerebro a los NPC, haciendo que se pongan de tu parte al enfrentar al gran ejército rival. A esto me refería con buscar mecánicas que evolucionen el concepto del Overlord con detalles en las mecánicas que ayuden al juego a lo que plantea inicialmente. Un jefe que no tiene la necesidad de luchar, si sabe usar a sus tropas. En ese sentido, la idea para la esta secuela es un completo acierto. Si en el Overlord original, el objetivo final era esclavizar todo el mundo humano y mágico bajo un mismo estandarte de llamas y podredumbre, Overlord 2 da a les jugadores una competencia. Uno de los mayores ejércitos de la historia, el imperio romano de Julio César. Sin necesariamente dejar atrás la magia o humor de la entrega original.

Overlord 1 terminó con la torre destruida y una especie de peste mágica. Algo a lo que tenemos acceso en una región del juego llamada “el páramo” diseñada para el rico farmeo (spoilers: hay un poco de ello). A partir de entonces, buscan un nuevo señor. Los esbirros, que no he dado una imagen de ellos aún, son como si Golum del señor de los anillos hubiese copulado con los minions. La respuesta ha su búsqueda fue un niño, en un pueblo llamado Glacialia. Despreciado por sus vecinos, el niño acaba liderando a sus primeros esbirros en una trifurca contra el imperio. Tras esto, es acogido por los esbirros y adiestrado en la doctrina del mal. Como las y los haters de Twitter, o un servidor. Todo este segmento y una posterior venganza, hacen las veces de tutorial, desarrollando el mapa de ruta en la aventura: Derrocar al ya establecido imperio romano como gobernantes. Tiene sentido que la secuela expanda el concepto de competencia, establecido con los pecados capitales del original. Donde teníamos que vencer a tus estereotipos (elfo, enano, guerrero mazado, mago, etc.). La cosa se traduce también a otra de las modas en la séptima generación de consolas: Un modo multijugador pobremente implementado. Un vistazo por youtube te desvela el por qué un juego de estrategia en tiempo real manejando simultáneamente a tu personaje y 4 ejércitos diferentes es más fácil contra la inteligencia artificial. Más cuando tienes en cuenta el rol del Overlord.

El fragor de la batalla sigue siendo el mismo que en la primera entrega. Nuestro Overlord aprende hechizos capaces de potenciar esbirros. Luego están los calambrazos eléctricos (reemplazando el fuego de la pasada entrega) o la novedad de hipnotizar npc’s (civíles) como músculo adicional. Muy pocos sirven para la confrontación directa, porque eres la pieza clave que no conviene dejarse expuesta en el campo de batalla. Les jugadores que asumamos el manto del señor del mal, dirigimos a los esbirros de tres maneras. Bien podemos elegir con apretar un botón el tipo de esbirro que mover con el movimiento del ratón, o plantamos un estandarte donde algunos esbirros mantendrán la posición, o resaltar un enemigo u objetivo al que acudirán a nuestra señal (lo que se hace el 90% del tiempo). Todas opciones de la entrega anterior, e igualmente los bugs de la misma. Especialmente arrastrar esbirros como un masa de brazos y ojos con ayuda del ratón, se buguean con frecuencia. Todo son opciones que van a lo mismo, a que el Overlord no intervenga casi en batalla. De hecho, la mayor parte del tiempo estás mandando esbirros, nunca interviniendo directamente. De hacerlo y morir, acabas muerto. Es por eso que ni las mejoras de hechizos merecen la pena, salvo el que refuerza a tus tropas temporalmente (cosa que también puedes hacer hablando con Obsidio, el esbirro de la forja). Ellas son las que te ayudan en tus quehaceres como destruir campos, llevar objetos a puntos de conexión con el averno o secuestrar posibles esposas. De lo que peor ha envejecido de toda la franquicia.

Nuestro avatar tenía misiones secundarias secuestrando mujeres y las vestía con arapos en su sala del trono… Pero resulta que ellas mismas están encantadas de dejar de ser campesinas, se sienten… ¿Empoderadas por ello? (ello parecían indicar). Te lo presentan con bromas propias de críos que todavía no saben los intrincados mecanismos de hacerse una paja. Un humor que no ha envejecido bien en un 2022. Entonces Overlord 2 dice “hold my beer”.
Por ejemplo, la obtención de nuevas esposas se refleja en el crecimiento del castillo, pasando de estar en obras a un castillo en el averno digno del mismo Saurón. Incluso las mujeres que pasan a vivir contigo permanecen en un cuchitril de tu castillo, esperando que les concedas el honor de ser “tu primera querida”. Sólo así pueden cumplir sus dos grandes funciones: Caminar por la sala del trono y permitirte comprar distintas piezas de mobiliario. Supuestamente cada una tiene su set de muebles, asociado a su cultura. Por ejemplo, Juno es una romana y la cama a la que tienes acceso siendo ella la primera esposa tiene una gigantesca águila. Mientras Kelda viene de tu pueblo natal, Glaciala, especializados en pieles con las que combatir el frío. En el primero las esposas eran una decisión moral, a las que acudías al visitar tu cámara. Escogías CON ELLA, la inversión del dinero. Un enfoque menos machista en mi opinión. También hay otros ejemplos con el tratamiento de todas las figuras femeninas, con las enemigas teniendo obesidad morbida y potenciales aliadas con un cuerpo escultural, como es el caso de la diferencia entre las hadas grotescas en comparación con su reina. De llegarnos algún día esa tercera entrega de Overlord, Triumph Studio necesitaría rehacer mucho de ese humor. Quizá podrían volver a contratar a Rhianna Pratchett, quién guionizó un título de la franquicia en exclusiva para Wii. Vamos que si la situación leal fuese más favorable, la tercera entrega podría darnos un juego con el mismo sentido del humor, pintorescas metáforas visuales de nuestro asistente Krazak inclusive, sin machismo en guión o mecánicas.

A modo de forma para recuperar el hilo de este hilo, demos la estacada final al señor del mal hablando de su gameplay. Generalmente el combate estratégico de Overlord suele ser “tira esbirros a la cosa y mira cómo muere”. La secuela añade alguna novedad como los soldados romanos en formación, que no mueren inmediatamente por esbirros que lances. Aquí ayudan los NPC’s hipnotizados, que haciendo presión te ayudan rompiendo la formación romana. U otra estrategia viable es ir junto a los esbirros, abrirte paso y matar al general. Maniobra perfectamente válida para Asterix y Obelix. De hecho, esta historia de exterminar romanos, parece un juego de Asterix y Obelix hecho por Peter Molyneux (quitando peso al sistema de moralidad a cómo lo haría él probablemente). Este es todo el desafío del juego. Hay secciones de sigilo también, donde poseer a algún esbirro tuyo, infiltrarte… Pero el núcleo del juego sigue siendo “recorre pasillos, manda enemigos hasta que los malos la palmen y lleva cosas a los portales del averno para fortaleceros tus tropas y tú”. Da la impresión que Overlord puede hacer más con su fórmula. Existe un carisma perfecto para desarrollar una franquicia que experimente con un acercamiento más casual a un nicho como lo son los RTS… Pero parece que ni sus creadores han sabido hacerlo, y por la situación legal de la franquicia seguramente nos quedemos con las ganas de averiguarlo.

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Un tipo que se dedica a escribir sobre su hobby porque no hay humano capaz de aguantar su turra en la vida real.