minireseña — Pokémon Diamante brillante / Perla reluciente

Esfera
La Gran Bola
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7 min readJan 26, 2023

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En 2016, con el lanzamiento de Sol/Luna, el director John Wikstrom hizo un breve vídeo de apenas un minuto titulado “Pokémon Evolution”. Un anuncio no oficial apelando a la nostalgia de pokémon de manera sencilla con 4 buenas transiciones.

Con motivo del 25 aniversario, en febrero de 2021, Gamefreak hizo un repaso del merchandising derivativo de la saga de la rata de mejillas bermellón. El tono del segundo vídeo, pese a su música jovial, es impersonal. Muestra las manos del único fan de pokémon que haya pasado por caja para consumir todo el repertorio. El otro vídeo (no oficial, recuerdo) se centra en la persona, y su experiencia con el juego mostrando a un chico negro interactuando con el propio merchand; luego pasando a la edad adulta sin juegos a la vista… Hasta que pasa por un pequeño mostrador promocionando el nuevo pokémon del año, sonriendo.

Mientras el primero se centra en la persona, estrategia comercial de Nintendo tanto en la era Wii como ahora con Switch; el segundo despliega una abrumadora cantidad de cosas en pantalla. Tan es así que, se hace difícil entender a quién pretende apelar el homenaje nostálgico. Algo así debe ser la dirección de pokémon a día de hoy, viviendo de sus laureles pasados sin idea de por qué triunfaron exactamente. Una crítica dura quizás, que espero se entienda al terminar este texto cortesía de un pollavieja gruñon que lleva en esto desde los albores del tiempo pokemonil. El juego de hoy no es responsabilidad directa de Gamefreak, sino ILCA. Un estudio contratado para hacer este remake de la cuarta generación. Ello no les exime de esta crítica escrita que nadie ha pedido, entre otras cosas por haber pagado y supervisado todo.

En los últimos años la Pokémon company se ha esforzado en su empeño por amasar fortunas con la venta de peluches Eevee, cojines Snorlax o tazas de Pikachu entre el muchillón de otras cosas en su haber. El merchandisin que mueve esta franquicia haría salivar a las compañías más viperinas del sector del entretenimiento, soñando con dar el pelotazo con su propio universo interconectado, de la misma forma que Marvel. Por contra, Game Freak se ha ganado el odio de una de las comunidades más tóxicas de los videojuegos, por nunca hacer nada por innovar una fórmula ya caduca a mediados de los 2000. Han habido giros y vueltas a la fórmula, sí; pero no una completa renovación hasta la llegada de Arceus, recibido también con su buena dosis de odio por falta de pulido a nivel visual o innumerables glitches (que compañías como Bethesda han convertido en marca de la casa, pero de eso poco se habla). Con Game Freak aportando cada vez menos, era cuestión de tiempo la salida de un juego que demostrase de dónde venía la raíz del eterno problema con su dejadez. ¿Los juegos por turnos como género desfasado, o es cosa de que la directiva de Game Freak no se esfuerza? Difícil dar una respuesta rotunda, aunque pienso que este remake de la cuarta generación da algunas respuestas hacia dónde podría inclinarse la balanza (probablemente).

Los títulos escudo/espada fueron objeto de no pocas polémicas, algunas descubiertas por los data-miner con detalles como los pokémon dentro del juego base, las animaciones, etc. En este caso, antes de salir los juegos, estos mismos data-miner hicieron un curioso descubrimiento. Cambiando un elemento del código (una flag), el juego podía cambiar de edición. Es decir, que da igual la versión del juego que comprases. Algo que normalmente importa poco, ya sólo interesa el cambio entre ediciones por los legendarios. Que con las facilidades para glitchear el juego, podías clonar esos pokémon e intercambiarlos por los exclusivos de la otra edición. Traigo esto a coalición por el “docle pack” que podían comprar los pokeaficionades. Comprando ambas ediciones, o cuatro, si nos paramos a pensar en el minúsculo cambio de código. Sí, eso se haría hackeando la consola, aunque es la punta del iceberg para la falta de atención recibida. Sólo hay una novedad en el juego, el resto es bastante similar al original. Salvando algunas implementaciones que Game Freak ha visto necesarias incluir. Detalles que desde ILCA probablemente no supieron incluir en el diseño de pokémon clásicos. O quizá sí, pero la dirección de Game Freak ni se preocupó (o quiso) revisar porque el merchand da mil veces más dinero. De modo que no sé exactamente a qué se debe.

Un ejemplo para exponer el problema: Una de las mejoras que han recibido los pokémon nuevos ha sido la activación permanente del “repartir experiencia”. Una mejora en los pokémon modernos como Escudo/Espada que alivia el grindeo combatiendo con pokémon salvajes o escudriñando las rutas en busca de entrenadores pokémon de quienes rascar experiencia. Dicha experiencia, por cierto, sólo la recibían los pokémon que combatían, pero con el repartir experiencia hasta aquellos bichos de bolsillo sentados en el banquillo durante los combates reciben unos puntos. ¿Qué pasa cuando estas dos formas de entrenar chocan en un juego? Que acabas con una media de 10 niveles superior a los NPC’s del juego, haciendo innecesaria la estrategia. Curioso, cuando justamente fue la cuarta generación la que más se esforzó por dotar a la franquicia de la misma. El uso de objetos, revisar las tablas de tipos o que los pokémon de la liga estén diseñados bajo el prisma del competitivo. Que igual Rubí/Zafiro ya tuvo algo de eso, no obstante fue la era DS con la 4ª y 5ª generación llevando algo de estrategia a las batallas. Después, llegaría la dejadez por parte de Game Freak centrando sus esfuerzos en darnos herramientas de interacción con esos bichetes cuyos diseños generan millones en merchand, en lugar de rascarse la cabeza. Afortunadamente, las leyendas de Arceus fue un primer paso en una refrescante nueva dirección, de modo que puedo aparcar mi vinagrismo aquí. Masuda y su gente escuchan. No hace falta mandar amenazas de muerte. Se puede criticar a una franquicia por no innovar demasiado en 30 años, sin organizar una campaña en kickstarter que financie a un asesino a sueldo.

Este supuesto remake ya desde su primer trailer levantó bastantes cejas. Más allá de las decisiones artísticas en el estilo tratando de traducir la limitación técnica con los sprites al estilo funko pop. Los modelados carecían de detalle, los momentos del combate con escenarios detrás rara vez (las hay) pasan de “potable”. Podría seguir con detallitos así todo el día removiendo una mierda que periodistas e influencers ya han hecho antes. ILCA ha hecho sus deberes, no se puede arremeter contra ellos directamente. Gamefreak seguramente les dijo de hacer una adaptación 1:1 implementando esas mejoras del diseño como el repartir experiencia. La conversación que quiero (y creo) genera este título, es el como el concepto de remake; más difuso que nunca por la conservación del videojuego. La séptima generación tuvo un puñado de duologías o trilogías remasterizadas provenientes de la sexta generación. La octava siguió con cosas que jamás esperaríamos como Bob Esponja rehidratado. Kingdom Heart adaptado de PS2 a PS3, nuevamente a PS4, o incluso si nos vamos a la novena hay casos como los Uncharted sacados en una cómoda colección para PS5. Una tendencia que, pese a venir de lejos, se ha popularizado más y más entre las grandes sagas. “No es igual, porque el framerate es mejor y se ve la imagen más nítida” suele ser la justificación a estas readaptaciones que oscilan entre remake y remaster. Cambiando el apelativo basándose en el esfuerzo tras el lavado de cara. En ese sentido ILCA, al menos ha tratado de adaptar el pixelart a un estilo gráfico diferente (otra cosa es que sea de nuestro agrado). Pese a que Game Freak ya ideó con Let’s Go! Una mejor manera de traer sus pokémon clásicos con ese mapa explorable a un tamaño medio entre lo que veíamos en Game Boy en los 90 y lo visto en Escudo/espada. Este remake se siente como varios pasos atrás, incluso para la era 3DS.

Mirad, no pretendo ser un hate. Debemos esperar que estos ejercicios traspasando juegos de una generación a otra, haya compromiso. Similar a como un libro o juego es adaptado al formato audiovisual. La séptima y octava generación están repletos de casos con problemas. Por ejemplo, Kingdom Hearts en PS3 no supo funcionar bien a 60fps; con casos como los ataqques de Sephirot siendo demasiado rápidos. O casos como Bob Esponja rehidratado, con fallos en las colisiones. Y no menciono la trilogía de Devil May Cry o el infame caso de Silent Hill. Algunos compromisos esperables. Aun así, el caso de hoy los tiene demasiado grandes (a nivel visual, de diseño y mecánico) como para soltar el comodín de “este al menos es un buen punto de arranque en la franquicia”. Hasta yo he usado esta excusa demasiadas veces sólo en la era de 3DS. Ni como remake/remaster necesitado de parches, ni como adaptación con algunos fallos al cambiar por plataformas más modernas es excusable. Es un mal juego que evidencia algo, la pereza en The Pokemon Company y Game Freak al ser los juegos una parte ínfima del imperio de la rata amarilla con casi 30 años de historia. Con 15 de ellos viviendo sobre sus laureles, y para muestra de la necesidad de un cambio, las monstruosas ventas que mantiene Leyendas de Arceus.

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Un tipo que se dedica a escribir sobre su hobby porque no hay humano capaz de aguantar su turra en la vida real.