minireseñas — Mario + Rabbids Kingdom Battle

Esfera
La Gran Bola
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8 min readMar 26, 2021

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Mario +Rabbids Kingdom Battle, un título del que nadie esperaba un pimiento resultó ser el “dark horse” de 2017 en los videojuegos. Nadie esperaba mucho más de este juego, a excepción de aquella mítica foto de Miyamoto con Guillemont posando con los blasters que Mario y los Rabbids usan en este juego de estrategia. Uno que podríamos llamar un Fire Emblem para aquellos que no quieren saber nada de una franquicia que les está amargando el Super Smash Bros Ultimate. Aunque vendiendo el juego de esta manera sería malvenderlo por el diferente enfoque detrás de los juegos.

Fire Emblem consiste en una campaña militar con diferentes unidades, y algún rollete entre las unidades. Porque “el amor y la guerra” siempre dan para buen drama. En cambio estos son los Rabbids, nadie espera nada así de ellos. De hecho aquí son las estrellas non-gratas que vuelven a la actualidad. Los Minions antes de los Minions. Con la diferencia de que los Rabbids gritan más y eran menos placenteros a la visto. No pretendo defender a la plaga simpsonizada venida de Gru, mi villano favorito; pero al César lo que es del César.

Me pillé el juego un poco por los loles, y porque me estaba enganchando con los juegos de estrategia por turnos desde el Final Fantasy Tactics Advance. Con el que comparte más que sólo el género, pero las idas de olla las dejaré para más adelante. Aquí tenemos un juego de estrategia por turnos cuando peleamos en puntos de encuentro con los Rabbids. Estos están en el camino de una serie de mundos totalmente lineales. Puntos “pactados”, como decía, donde Rabbids y la tropa de Mario (acompañado de sus fans roedores cosplayeados), se enfrentan con diferentes armas. Esto ya de por si, deja una estampa bastante extraña dentro de una franquicia que aboga por la diversión y nada violento como el uso de armas. Cada personaje tendrá una serie de habilidades, armas y movimientos especiales. La gracia viene cuando caes en la cuenta que el objetivo no es sólo acabar con el bando contrario, sino hacerlo gastando cuantos menos turnos sea posible. Ello dejará una mejor puntuación al terminar la pelea, que se traduce en más puntos de experiencia y dinero a invertir en armas.

La comparativa con Fire emblem y Advance Tactics no era sólo por el diseño de los mapas isométricos por casillas. Este es un RPG táctico. Aunque aquí en vez de niveles, desbloqueamos mejoras invirtiendo puntos a criterio personal. Pudiendo desbloquear pronto ciertas habilidades como la mirada de acero de Mario, que concede hasta dos golpes adicionales al rival que decida moverse (dentro del rango de visión del fontanero). Cada vez estoy más convencido de que este abuso es intencionado en pos de priorizar aquello que caracteriza siempre a los juegos de Mario, la diversión. Intentad deshaceros de 8 rivales en dos turnos con cuatro personajes, y ninguno metiendo un golpe fatal a los enemigos. Catártico resulta. No es fácil, sobretodo para el que pretenda pasar todos los desafíos en el número de turnos mínimo y los personajes vivos. Ni me meto ya en los mapas (llamados mundos) secretos, que son complicados en el último de los mundos.

Superar todo lo que el juego te arroja requiere de combos. Igual que en Pokémon, las armas de Mario & company generan problemas de estado que afectan al movimiento o vida de los personajes afectados. Aunque sin utilizar armas, ya podremos hacer daño a los enemigos empelando el llamado “accelerón” (una burda zancadilla). Incluso algunos personajes pueden saltar sobre otros a lo “catapulta infernal”, ganando distancia y aterrizando en la cabeza de los enemigos para un daño adicional. Todo esto, y aún no he hablado de las armas. Algo indicativo del margen de maniobra que da el juego a la hora de planificar el orden de sus acciones.

Las armas no son sólo aquellos blasters que blandían Miyamoto y Guillemont en el E3, también hay escopetas, granadas, coches teledirigidos explosivos, martillos… Y luego están Luigi y Rabbid Luigi que usan sus propias armas, porque tienen que ser los raros del grupo. Aunque son dos de los personajes más rotos del juego por ello. Aunque ciertas armas también te dejan romper el juego si sabes usarlas, en parte; gracias a los estados alterados. Piedra evita que puedas moverte un turno, miel es lo mismo aunque frena también a personajes que se mueven tras ser atacados, vampírico es lo que hace por ejemplo Luigi Rabbid que supone drenar vida a cada golpe que reciba el enemigo con dicho estado, tinta es el equivalente a la cegüera en un JRPG como Final Fantasy, fuego que hace que el personaje afectado corra descontrolado porque se ha quemado el culete, y luego empujón que hace lo que el nombre indica cuando ataca a un enemigo.

Pero me he adelantado mucho, he tomado la directa soltando la chapa sobre la mecánica principal y no he aportado nada de contexto. ¿Qué pasa para que los Rabbid se junten con Mario? Los Rabbids llegan al cuarto de una estudiante fan de Super Mario, que ha diseñado unas gafas capaces de fusionar materia. Tras hacer pruebas acompañada de su asistente roomba robot Beep-O, realiza algunas pruebas sobre su prototipo, esperando llevarlo a una feria. Al irse la chica tras hacer unas pruebas, llegan los conejos de Ubi armando jarana. Y como no pueden estarse quietos, alguien debía tocar el invento. Caos total y por alguna razón, su lavadora-espaciotemporal (sí, esto es canon) les transporta al reino champiñon. Hasta allí se hacen eco las trastadas. Mientras celebran la construcción de una estatua en honor a Peach, un agujero se crea en el cielo, succionando todo. De las resultas, Rabbids caen del cielo, mezclando el reino con elementos del cuarto de la inventora antes mencionada. La resulta de todo esto, es un mundo champiñon nunca antes visto, familiar… Pero con calzonicillos gigantes o batidoras de lava. Para más inri, la mayoría de los Rabbids han sido fusionados con el entorno, naciendo así muchas de las unidades con las que pelearemos. Personajes pesados que avanzan al atacarles, fantasmas que se teletransportan, enemigos capaces de saltar portando escudos de invencibilidad, etc. Es cierto que de mundo a mundo se repiten estas unidades, añadiendo ocasionalmente alguna para complicarnos la vida; sin embargo, son el tipo de enemigos justos. Ni demasiados para memorizar, ni tan pocos que hagan de cada batalla lo mismo. Los criterios de victoria suele rotar de hecho entre; “matar enemigos”, “escolta” (sí, íncluso aquí Ubi mete misiones de escolta) y “llegar a la meta”.

Puestas las bases sobre la mesa, quiero hacer una pregunta ¿No os parece algo infantil? He usado palabras como “catapulta infernal” de Oliver y Benji. Todo son batallas en recintos acordado con sus reglas, los Rabbids incluso (los vestidos como nuestros héroes) parecen críos cosplayeados. Algunos de los estados alterados pueden simplificarse en “lanzar pringue” algo muy de concurso propios de Nickelodeon o Megatrix (haya en la prehistoria que llamo los años 90). Si hasta se meten zancadillas, como críos jugando a fútbol en el patio del colegio. No pueden ser coincidencia todas estas similitudes infantiles, cosa que creo intencionada en el buen hacer de los desarrolladores. Nintendo deja a un desarollador occidental su mejor juguete, Mario, a condición que protagonizase algo nunca antes probado. La respuesta fue este juego de estrategia, más cerca de un deporte que algo más militar como Fire Emblem. Tiene sentido verlo como un deporte si te paras a pensar en que cada cierto tiempo, Mario y compañía encuentran a su paso estos mapas preestablecidos por los conejos. Igual que un niño ve dos árboles en un parque y busca algo redondo para jugar a fútbol. Este concepto es similar en Kingdom Battle. Quizá inspirados por esa misma diversión característica de Mario (y por ser los primeros en tocar originales de Nintendo), sea por lo que se respira esta atmósfera que me retrotrae al colegio.

Un tono más triste emerge si te pones a mirar con lupa Advance Tactics, aunque en esencia es un juego de niños, creado en realidad por uno (¿spoilers?). Los problemas de Ivalice se solucionan con estas refriegas estratégicas entre razas (la pelea de tutorial un buen ejemplo) o monstruos; habiendo un mediador siempre, que garantice que ambas partes cumplen las normas. La parte toca-narices era el juez mandando a prisión algún personaje que abusase de las prohibiciones.
Es cierto que Kingdom Battle carece de árbitro, tiene su propio set de normas de las que abusar. De hecho, el juego es menos restrictivo precisamente por eso. No espera que juegues limpio metiendo zancadillas o lanzando pringue, e incluso lanzar un ataque cuando se mueva un enemigo (como si fuese la gallinita ciega). Todo son cosas esperables en estos patios de recreo fijados en nuestro camino. Incluso llevando la metáfora más allá, los puzzles comparten ese aura con bloques y tuberías salidos de ludotecas, separándonos de cofres saltimbanquis de los que puede salir experiencia o posibles armas que comprar con las monedas tiradas por ahí. Puzzles por cierto MUY bien hechos. Una buena distracción para usar algo más la cabeza entre partida y partida.

Por el juego nadie daba ni dos céntimos, y se convirtió en una sorpresa mecánicamente sólida, con una historia paupérrima digna de cualquier dibu autoconclusivo tipo Los Simpsons (los nuevos); en donde todo debe volver al estatus quo antes que salgan los créditos. No creo que nadie se sorprenda al oír que este juego no tiene argumento como tal, sino una serie de desdichas que hacen avanzar al grupo por los cuatro mundos que tiene. Hierba, desierto/glaciar, uno que es tipo casa encantada y el mundo de Bowser con lava. Bueno, en teoría no; ya que la gran tortuga no se digna a hacer acto de presencia en el 95% del juego. El villano de esta aventura no será otro más que Bowsy, quién simpatiza con el Rabbid responsable de todo este glitch en la Matrix del reino champiñon. Incluso le pone el nombre de Spawny. Una amistad por conveniencia viendo como el hijo del reptil escupe fuego se mete con el conejito asustado.

Quizá haya gente pensando que ver similitudes entre esto y juegos tradicionales como el sambori, balón prisionero o polis y cacos; no es más que buscar los tres pies al gato. No niego que me esté comiendo la cabeza elevando demasiado un título de conejos cartoon que gritan ¡¡¡DAAAAAAAAHH!!! porque sí. Porque son críos estupidos que no saben comportarse ni siendo estrellas invitadas non-gratas por los fans de la gran N. A fin de cuentas, estos bichos sentenciaron a Rayman, muriendo por ser… Bueno, como los Minions de hoy. Sinceramente no tengo ni idea cómo el juego ha conseguido, sin ser algo espectacular, llegar a un estado tan sólido. La historia transcurre apropiadamente para lo que en televisión sería una serie de dibujos, mientras el juego da unos enfrentamientos solidos, siendo más puzzles teniendo que pulir cada turno hasta conseguir esa calificación de “perfecto” al final.

¿Cómo hemos llegado a una realidad en la que los Rabbids de Ubisoft volverían a la industria de los videojuegos? No me termino de creer aún lo de este juego.

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Un tipo que se dedica a escribir sobre su hobby porque no hay humano capaz de aguantar su turra en la vida real.