minireseñas — Rocketbirds: Hardboiled Chicken
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Calico electrónico o Happy tree friends son nombres de series que la gente con alguna cana recordará. El poco peso de las animaciones y su humor gamberro las popularizaron. Los años 2000 fueron una borrachera de la que mejor no recordar la ropa o peinado que llevábamos.
Rocketbirds Hardboiled Chicken sienta un poco como volver a esa época. Todas las cinemáticas del juego son como aquellas animaciones en Flash, con música que bien podría ser de un imitador de Coldplay o Linkin Park. De hecho, aquellas relacionadas con el pasado de nuestro prota, parecen vídeos musicales tratando de ser “edgy”. Estéticamente y a nivel narrativo el juego es un poco así; trata de ser gamberro sin un mensaje detrás o razón en sus mecánicas. Es el placer de matar.
El juego en sí es un shoot em up en el que avanzar por niveles divididos en capítulos. Para avanzar, bastará con liarnos a tiros con los pingüinos nazi (sí, pingüinos) y recoger algunas llaves que activen cerraduras. Puede jugarse en cooperativo, y para una tarde con un amigo creo que es la mejor forma de “disfrutarlo”. Es corto, tonto, pero con algunos momentos en los que decide tomarse en serio. Intenta hacer dos cosas a medias, y ninguna cuaja en el juego. Eso sí, al César lo que es del César; el final no lo vi venir. NOT BAD.
A pesar de que la mayor parte del juego se basa en la infiltración y tiroteo, habrán fases de vuelo. Manejaremos un jetpack con el que evitar misiles, derribar enemigos e infiltrarnos en un gran zeppelin al que practicaremos un “Hindenburg“. Estas fases son la única bocanada de aire fresco del juego, con un control algo tosco, pero decente cuando le coges el truco. Tras estas fases, tendremos vídeos musicales animados que desvelarán parte de la historia del protagonista. Una curiosa forma de introducir al protagonista y sus motivaciones.
Si os interesa el trabajo gráfico de la propaganda comunista y nazi, el apartado gráfico está cuidado. Los fondos y el arte gráfico son lo mejor del juego. Es una pena que el resto del título sea potable. No tiene incentivos de rejugabilidad más allá de encontrar unos letreros rojos. Ya está.
No es malo, pero existen propuestas mucho mejores con un mensaje y diseño muy superiores.
Este juego de 2011 demuestra lo que hemos cambiado en estos años. Los juegos no son simplemente un medio donde el matar por matar este bien visto. Cada vez tenemos más juegos con mejores historias contadas con sus mecánicas. El matar por matar injustificado, es algo propio de otra época.