De un cuento de hadas a un lóbrego thriller

La Jeringa
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4 min readJun 2, 2021

Por: Thalia Guerra Carmenate

Diseño: Javier Valdés

Es probable que más de uno juzgue mi recomendación de parcializada debido a sus rasgos de corte feminista -mis disculpas a los que no simpaticen con la causa- pero es una consecuencia del simple hecho de ser mujer lo que me impide no enfocarla de esta manera.

Aunque para algunos la buena reputación como cineasta de Sofia Coppola solo se deba a sus tan favorables lazos consanguíneos, en mi opinión, la realizadora neoyorquina no deja de sorprender positivamente en cada una de sus cintas –exceptuando Somewhere (2010), pero ese no es el tema que nos atañe ahora mismo-. No por gusto fue merecedora del Óscar a mejor guion original por su icónica Lost in Translation (2003), la cual también le valió para convertirse en la tercera mujer en la historia en ser nominada a mejor director por la Academia: cifra sumamente indignante y esclarecedora a la vez en cuanto a la hegemonía masculina en el sector cinematográfico, pero todo un logro para ella. Según Poulain de la Barre “la mente no tiene sexo” y Coppola lo demuestra con creces.

El año 2017 trajo consigo para la cineasta el premio a mejor director del Festival de Cannes por The Beguiled, filme basado en la novela A Painted Devil, de Thomas P. Cullinan. La novela ya había sido llevada a la gran pantalla anteriormente, en 1971, de la mano de Don Siegel y con un reparto liderado por Clint Eastwood. Este filme se acerca más a la historia original, pues es narrado desde el punto de vista del personaje masculino, mientras que el más reciente se encauza desde la óptica femenina.

Sofia apostó, en un mundo patriarcal, por trasladar el enfoque de una historia que situaba al hombre como eje central, hasta un entorno gobernado exclusivamente por mujeres. Una apuesta atrevida en extremo, que resultó siendo todo un éxito.

La historia transcurre durante la Guerra Civil estadounidense, situada en un internado para “señoritas” al sur del país, en Virginia. Mientras recoge setas en el bosque, una de las niñas más pequeñas (escena frecuente en historias infantiles) encuentra al malherido soldado de la Unión John McBurney y, a pesar de considerarlo un enemigo, su ingenuidad y su corazón generoso no le permiten desampararlo. El cabo encuentra asilo en la escuela con cinco encantadoras jóvenes y dos institutrices. Todas ven alterado, con tan imponente presencia, su equilibrio habitual y hacen de todo por llamar su atención: algunas por inocente curiosidad infantil y otras por lujuria y apetito sexual. Las relaciones interpersonales entre McBurney y algunas de las muchachas se convierten en el detonante de trágicos y convulsos sucesos que, casi inconscientemente, van dotando a la película de un estado de turbulento suspense alejado de la atmósfera pueril simulada al inicio.

Me parece más conveniente dejar la sinopsis hasta aquí para evitar spoilers, no hay nada mejor que descubrir los acontecimientos por uno mismo. Pero hay un par de detalles que agregar para quien aún no esté convencido de ver el filme. Primeramente, el elenco es estelar: Colin Farrell como el cabo John McBurney; la encantadora Nicole Kidman, aunque ya muy alejada de la sensualidad exuberante de su preciado personaje Satine (Moulin Rouge!) no deja de lucir atractiva, pero esta vez interpreta a la señorita Martha Farnsworth, la encargada de regir la institución, por lo que su porte resulta elegante y severo; como la institutriz Edwina Morrow, Kirsten Dunst, actriz fetiche de Coppola; y por último, una jovial y atrevida Elle Fanning como Alicia.

En segundo lugar, la fotografía, en manos de Philippe Le Sourd, es increíblemente exquisita. Son frecuentes los planos generales de la casa donde los rayos de sol se filtran a través de la neblina, enriqueciendo la estética y provocando una apacible experiencia visual. Los tonos lúgubres y fríos se compenetran con la escenografía hasta la lograr la ilusión de situar al espectador en ese ambiente rural y solitario con ecos de la Guerra de Secesión.

Asumo que, ya para este punto, sobren los motivos para disfrutar de The Beguiled: una propuesta que, lejos de ser insípida y apática (como piensan algunos), resulta interesante y fascinadora. Sobre todo, porque la cinta se configura como de una de las varias manifestaciones de la avidez de Sofia por representar la evolución de personajes femeninos, en un comienzo inocentes y frágiles –visión estereotipada aún vigente- pero que luego, son conducidos por las circunstancias a desinhibirse –como bien se ve en su otro filme Marie Antoinette- para ganar el derecho a sobrevivir en un contexto abarrotado de hostilidad.

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