La Habana se tiñe de celeste

La Jeringa
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5 min readJan 6, 2022

Por: Barbara Molina

Ilustra: Félix M. Ascuy

A Celeste la conocí por la banda sonora de la película El juicio de los 7 de Chicago; Hear my voice es la canción principal de esta película y por la que fue nominada a los premios Oscar y el Globo de Oro (2020). Debo confesar que esta canción no llamó mi atención, ni siquiera descargué sus temas o empecé a escucharla con conciencia. Hoy, me arrepiento haber perdido tanto tiempo sin su música.

Cuando me enteré que Celeste iba a estar en La Habana por la Semana Británica en Cuba, decidí asistir al concierto, no por admiración hacia su música sino por el simple hecho de ser una figura artística extranjera y oportunidades como esta solo se dan una vez en la vida. En el Teatro Martí se dio lugar la gala, Celeste estuvo acompañada por varios músicos reconocidos: Marcos Morales (drums), Rafael y Rasiel Aldama (bajo y trompeta respectivamente), Dayron Ortíz (guitarra), Irán “el menor” Farías (percusión) y Jorge Luis Lagarza (piano y el encargado de la dirección musical del performance). La cita empezó el martes 7 de diciembre a las 7:00 p.m. y contaba con la entrada gratuita para todos los que quisieran asistir al evento.

El teatro Martí es un centro con prestigio que no arroja en su escenario a personalidades que no cumplan cierto nivel de profesionalidad, así que mis expectativas, bajas no eran. Cuando el telón se abrió yo estaba en el balcón T, ubicado en la parte derecha del teatro. Mi campo visual con respecto a la figura del artífice era bastante limitado. Aunque eso no fue impedimento para el beneplácito de su música. Además, Ana Karla Recio me convenció de cambiar asientos después, para estar un poco pendiente de su forma de actuar en el escenario, lo que ayudó muchísimo a mis referencias.

Celeste interrumpió en el centro del escenario, una fémina joven-madura impuso su presencia con un hermoso pelo afro. Pocas veces, vemos a las artistas afrodescendientes lucir sus cabelleras naturales (por lo menos las occidentales), saber que una artista tan talentosa como ella tiene un pelo parecido al mío, creó una empatía superlativa. Cuando comenzó a cantar, sentí escalofríos y en varios momentos de la noche estuve tan emocionada que tuve que secarme las lágrimas. Su posición, la forma de cantar, incluso su manera de mover los brazos y las manos me recordaron a las divas británicas: Adele y Amy Winehouse; aunque también su estilismo musical alberga apropiacionismos de la gran Aretha Franklin. Constantemente alzaba las manos y miraba hacia arriba, derecha o izquiera fijamente; cuando tenía la mirada varada en la derecha, constantemente imaginé que las canciones eran para mí, porque así es como Celeste te hace sentir, como si fueras único. Su voz es tan sobrecogedora, sensual y potente que no tiene relevancia que haga un performance tan escandoloso, como estamos acostumbrados, con respecto a otros géneros en boga con la contemporaneidad.

Sus letras abordan temáticas dedicadas al amor y el empoderamiento femenino, este último, en estos momentos tan falto a las mujeres cubanas debido a las problemáticas existentes con respecto a la aprobación de las leyes contra la violencia de género. Su música aborda el enamoramiento, el desencanto y las maneras tan misteriosas con las que el amor actúa con los amantes. A Kiss, Love is back y Strange fueron algunas de las canciones que asaltaron estos sentimientos tan complejos de una manera tan cálida. Coco blood e Ideal woman, dan una fuerza estratosférica a la mujer que quiere tomar las riendas de su vida, sin la intromisión de fuerzas aledañas a su desempeño social, o en el amor.

La banda de forma aglutinadora, en un primer momento se mostró incómoda, especulo, debido a la apresurada colaboración entre los miembros, incluso si todos estos han alcanzado el nivel de músicos consolidados en el ámbito musical cubano, era la primera vez para ellos la realización de un concierto con la británica. Sin embargo, con la marcha y el calor de las vibras entre los músicos comenzaron a funcionar orgánicamente.

Para el final de la noche parecía que llevaban tocando meses con la artista, por lo que me gustaría resaltar la profesionalidad de los participantes. Solamente, añadir un momento, que me gustaría tildar de inconveniente en una de las últimas canciones, A Kiss si la memoria no me falla. El percusionista utilizó un artilugio, algo similar a un motor de lavadora — no puedo escribir con completa seguridad qué cosa era-. Esta fue una canción acústica, donde la voz, la guitarra e incluso el trabajo con los platillos funcionaron dialécticamente para darnos un resultado reconfortante, invalidado por el peculiar artefacto. No dudo que, en otro contexto, y con otro trabajo musical este toque contemporáneo hubiera fruncido de forma novedosa e espectacular, mas, no siempre las decisiones son las acertadas.

Celeste si en un primer momento podría tener inseguridades de agradar a un público desconocido, foráneo y seguidor de ritmos más caribeños, además situado en el otro extremo del mundo, supo hacer de las suyas y ganarse el respeto, la admiración y el seguimiento de los allí presentes. Al final, los vítores y aplausos no cesaron hasta varios minutos, incluso el público vociferaba eufóricamente: ¡Otra!, por lo que nos regaló, quisiera decir, un hasta luego.

La joven británica de 27 años es una artista en potencia que augura un viaje en ascenso al espacio exterior sin regreso a la faz de la Tierra. Los que asistieron a la cita del 7 de diciembre, no acaban de concebir lo afortunados que fueron por poder disfrutar en vivo a esta pueril estrella.

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