La Odisea de los Giles

La Jeringa
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5 min readMar 20, 2020

Por: Víctor Lefebre

“La Odisea de los Giles” es una película argentina del director Sebastián Borenztein basada en la novela “La Noche de la Usina” de Eduardo Sacheri.

Los giles son personas tontas, que dan muestra de ingenuidad o falta de viveza, también llaman así a los campesinos y pueblerinos, que en su bondad, se dejan aprovechar por el más presto. La película, una comedia con rasgos de aventura, trata la historia de un grupo de habitantes de un poblado rural que, para recuperar su dinero tras una estafa en medio de la crisis del corralito ocurrida en Argentina en el 2001, recurren al método de la venganza por mano propia y recuperar así sus ahorros. Es una exploración a la lucha de la clase baja contra el poder ejecutivo y la corrupción.

El líder del grupo de protagonistas se describe a sí mismo y a los demás como giles, personas sencillas, inocentes y crédulas. El director se escuda de la caracterización de los personajes para no mostrar en la película el verdadero panorama político del país en el 2001, pues no cree necesario caer en estas cuestiones para argumentar su punto. Si su intención era lograr una crítica social al momento histórico por el que atravesaba el país o llevarla a las problemáticas actuales, se queda escaso de recursos, le falta algo de ofensa, de desarrollo, de solida denuncia más allá del entretenimiento.

Se resume así la trama en una fechoría que, no llega a convertirse en una venganza verdaderamente creativa contra el poder administrativo. No se muestran las marchas, las manifestaciones ni el repudio del pueblo argentino hacia el gobierno; se hacen meras alusiones a la crisis para mantener al espectador en contexto y, al grupo de giles, no les interesa la situación del país mucho más que recuperar su dinero. Por lo tanto, se les debe definir como anti-héroes debido al método de ojo por ojo que utilizan para recuperarlo, pese a las tantas salvedades y justificaciones, por medio de las cuales se logra la empatía y la identificación con el espectador, mientras se juega con una idea: la venganza de los buenos puede ser pura y limpia, sin costos ni pérdidas.

Al final, si el antagonista es tan despiadado e insensible, por qué no creer que sea el método que corresponde. Por ejemplo, el hecho de que la resolución del conflicto implicó la destrucción de una de las fuentes eléctricas de Buenos Aires, es un elemento bastante negativo y no promueve a la reflexión, aunque es salvado por la ingenuidad de los ejecutores. Aun así, la película constituye una denuncia a la corrupción y el atropello que suele sufrir la humilde y honrada ciudadanía por parte de los que gobiernan y dirigen los bancos.

Estos personajes un poco delirantes son caracteres típicos de la comedia cinematográfica, caracterizados así gracias al buen trabajo de los actores. Algunos llegan al borde de la extravagancia pueblerina, otros, más complejos, resaltan por su agilidad de pensamiento y respuestas punzantes y graciosas. El director crea un villano desagradable e inescrupuloso, como para que no nos interese su desgracia, bastante categórico de una comedia de Hollywood. Están bien delineados en un tono similar al del grotesco criollo.

Cabe destacar la comparación entre el bien y el mal hecha por el director mediante el uso de los personajes en la seducción. La mujer del antagonista es una diva plástica de pecho y labios operados y él mismo mira con lujuria a otra mujer en una fiesta, poniendo del lado del mal la mera contemplación de una mujer. Lo cual, a su vez, contrasta con el enamoramiento del hijo del protagonista con la secretaria del malo, el cual transcurre en episodios de luces blancas, sonrisas y frases gastadas.

La película está llena de argentinidad, lo cual dificulta que todos los espectadores se identifiquen con la historia o entiendan algunas de las referencias hechas sobre el panorama nacional. Esto se ilustra a través de frases usadas frecuentemente por algunos de los personajes para añadir comicidad a los diálogos. A pesar de esto, se logra dibujar un retrato bastante acertado de la sociedad argentina, con personajes de distintos niveles culturales y afinidades políticas.

El filme tiene una estructura lineal, se introducen a los personajes, se presenta y arma el conflicto hasta su resolución. Tras el segundo tercio de la historia, la narración se vuelve predecible, incluso se puede decir que el ritmo va decayendo, debido al uso de esquemas ya consumidos por las películas de atracos de la industria. En casi ningún momento genera dudas sobre adónde se dirige y, en su avance, nos ofrece una subtrama romántica algo innecesaria, sin dotar a la historia de un verdadero peso sentimental.

Los personajes evolucionan poco y su comportamiento no cambia durante la historia; tras lograr su cometido vuelven al punto de partida en el momento previo al conflicto. Se nota la influencia de otras películas del cine de atraco y se hacen referencias a situaciones y personajes ya existentes como en “Ocean´s Eleven” donde el protagonista persuade al resto de su equipo de que la única forma de vencer a las instituciones del gobierno es aliarse en su contra.

Además, otro de los métodos tomados de la industria hollywoodense es el llamado “salvamento de último minuto” implementado por David W. Griffith en “Nacimiento de una Nación”, donde, en la resolución del conflicto, ocurre un giro argumental supuestamente inesperado en el cual, el espectador, presencia la cercanía entre los protagonistas y el antagonista. Así, una situación que desmantelaría los planes de los primeros, resulta en la utilización de un último recurso, el “as bajo la manga”, que felizmente da lugar a la total resolución.

En la fotografía son recurrentes los encuadres panorámicos, las secuencias en parajes campestres y la toma elevadas sobre caminos de tierra, característicos del género western. No sobresalen movimientos de cámara muy dinámicos y se utiliza mucho la cámara estática. Los colores son de tonos cálidos y se aprovecha la luz solar.

La música adaptada para la película se compone de canciones clásicas del rock argentino y algunas intervenciones de instrumentos de cuerdas gauchos, que contrastan con el vals de Strauss utilizado en el momento del clímax de la resolución del conflicto. Este último, mostrado al principio del filme y en el momento que le correspondía en la narración de la historia, dota de un considerable dramatismo a la escena y logra transmitir tensión en el espectador.

Asimismo, la selección sonora es totalmente extradiegética. En el primer tercio de la película se hace uso de la voz-over del protagonista que, a la vez que narra los acontecimientos, ayuda al espectador a conocer a los personajes y a comprender su comportamiento. Este recurso no se vuelve a utilizar hasta el final de la trama como epílogo de la historia.

En general, resulta difícil definir si la película pasa de ser una comedia para entretener a la familia, a resultar en una sátira del momento histórico. Trasciende de un tema aparentemente específico para hablar de un comportamiento humano que debe ser erradicado, aunque no con toda la fuerza moral que debe llevar. Pese a los escasos elementos de acusación, deja claro su mensaje de repudio y ese es el mérito del autor: llevar a otros horizontes la realidad vivida en su país para ser comprendido e, incluso, transmitir empatía a los espectadores.

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