Para cuando no exista horizonte

La Jeringa
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6 min readApr 30, 2022

Por: Flavia Barrio Alvariño

¿A qué horizonte se ancla la especie humana en la época de la imposibilidad del ser? Producto de su propio accionar negligente, el horizonte como episteme de futuro, de deber ser, incluso, como reservorio de esperanza se torna cada vez más escurridizo, incierto, improbable. Atrás quedan los momentos en que este se erguía, sólidamente, cual puerto seguro, punto de fuga, plataforma para la ensoñación, nicho en el que replegarse si el statu quo patentiza sus matices más nudos y ominosos. Se experimenta, así, una frustración de esa panacea y el horizonte deviene, cuando menos, émulo de inestabilidad.

Horizontes inestables es el título de la muestra presentada en la Fototeca de Cuba que recoge el quehacer de diez artistas de disímiles latitudes. Bajo una línea conceptual que entronca con la reflexión ecologista, sobre todo, con posturas de eco-tecnología, eco-conciencia y eco-responsabilidad, la exposición discursa, sin ánimos panfletarios ni adoctrinadores, sobre el grado de fricción generado por el comportamiento pernicioso y nada proactivo del hombre hacia el medio natural en que se circunscribe. En ese sentido, aquí cuentan con terreno para la elucubración problemáticas como los nexos manifiestos entre los espacios naturales y los antropológicamente intervenidos, las transformaciones en su diseño y asimilación, las dinámicas y tensiones presentes entre los diversos ecosistemas y las especies que los adoptan como hábitats, los conflictos eco-sociales, la globalización, el neoliberalismo y el saqueo de los recursos naturales como flagelos ingentes.

Fotos: Marlon Román Alfonso Garcia

Todo esto se ensalza con tal lirismo que pone de relieve el leitmotiv de las piezas tanto desde la perspectiva individual de sus respectivos autores como de los grupos, elementos que acarrean las consecuencias de los insólitos niveles de degradación a los cuales se está llevando el entorno. Por momentos, también se colocan frente al espectador los principales causantes de tal depauperación. Se genera una suerte de empatía, de sinergia del público hacia los hechos expuestos. De ahí que uno de los saldos más sustanciales de las obras estriba en la capacidad para transmitir esa sensación de responsabilidad compartida, de perjuicios comunes; puesto que, a fin de cuentas, el horizonte es el mismo para todos, cada ser humano indistintamente tributa y se retroalimenta de esa línea imaginaria.

Para ello, se apuesta por la multisensorialidad en la recepción de las variadas poéticas presentadas. En la exhibición se dan cita tanto obras que responden al perfil por antonomasia de la especificidad de las manifestaciones del arte como otras que apuestan por la hibridación y la conformación de una propuesta estética transensorial, que trasiega entre numerosas prácticas artísticas.

Sebastián Verea es un artista argentino que interviene en la muestra. Su trabajo se nutre de las potencialidades que brindan los nuevos medios tecnológicos, con particular énfasis en la concreción de productos artísticos que privilegian lo sonoro. Sonidos del Antropoceno se titula la pieza que presenta en Horizontes inestables. Con ella, el autor convida a la reflexión respecto al papel desempeñado por la humanidad en los cambios geológicos. Se trata de una instalación con material audiovisual que da paso al análisis en torno a las relaciones humanas, naturales y tecnológicas, guiadas por el ritmo de la música.

Marcela Magno es otra artista argentina participante en la exhibición. Aquí somete a consideración a Land, una serie de capturas satelitales de diversos sitios geográficos. Se conforman así especies de atlas de grandes dimensiones, dispuestos secuencialmente, que resaltan las zonas con mayores índices de extracción. De esta manera, se establecen nexos entre la evolución histórica y el descenso natural.

Bernhard Lang es un artista alemán que propone un acercamiento, desde una óptica ambientalista, a la antinomia desarrollo-destrucción. Vistas aéreas constituye una serie de capturas tomadas desde un helicóptero. A partir de determinadas huellas de enunciación advertibles en el paisaje, versa sobre el impacto del accionar humano en la naturaleza. Grosso modo, resulta patente una especie de arqueología de la presencia en la medida en que las formas naturales van contando su historia al ser develadas desde un ángulo atípico.

Paz Encina es una de las artistas paraguayas presentes en la exposición. Cuenta con una destacada trayectoria en el séptimo arte, en la que destacan aquellos materiales orientados a ahondar en la historia y cultura de su país natal. En esta ocasión exhibe dos instalaciones sonoras: Rugir y Tráeme agua, tráeme miel. A través de ellas, se imbuye al espectador en los conflictos generados entre las compañías encargadas de extraer recursos naturales de la región, la deforestación y comunidades nómadas. De esta forma, estas últimas experimentan una reducción ostensible de la zona donde han habitado históricamente.

Belén Rodríguez es otra de las artistas paraguayas participante en la muestra. Su labor se remite al cuerpo humano como espacio para la elucubración, a quien lo habita, a procesos sociales, imaginarios religiosos, costumbristas, al impacto de los avances tecnológicos en las interacciones entre los sujetos y en las problemáticas medioambientales. Proyecciones sobre cenizas se alza en Horizontes inestables como ese subterfugio para dialogar acerca del trágico devenir del medioambiente signado por las lógicas de la deforestación.

Cecilia Barreto es una artista plástica mexicana inserta en la muestra. Su poética se inclina hacia la recopilación de datos, en un afán cuasi estadístico, que luego se traduce en obras que intentan visibilizar juegos de poder, posturas hegemónicas, implicaciones socioeconómicas del neoliberalismo. Caer en el abismo sintetiza los últimos años de investigación de la autora sobre la extracción minera y la afectación del territorio mexicano de Guerrero por el dividendo económico. Esto se materializa en gráficas que reflejan las variaciones de los intereses extractivistas con el decurso del tiempo.

Renata Román es una artista brasileña participante en la exhibición. Su trabajo se acompaña de un marcado lirismo y sutileza. Este oscila entre la música experimental, la instalación, grabaciones de campo y el videoarte. Entre líneas constituye una serie de muestras digitales aquí presentadas y que, a su vez, encarnan un resumen de sus últimos diez años de bregar como artífice. La pieza, mediante una visualidad fotográfica acompañada de un sonido computacional, ofrece un ejercicio sensorial en el que se sitúa al público dentro de las experiencias sonoras provenientes del medio natural.

Gabriele Rothemann es una artista de Austria convidada a esta exposición. Aquí presenta Miniatures about Disappearance, se trata de una serie de fotografías en las que documenta el gradual derretimiento de los glaciales y el hallazgo de especies fosilizadas contenidas en ellos durante siglos. En su quehacer se advierten principios caros al discurso posmoderno como la entropía, el apropiacionismo y la intervención de imágenes. En todo ello, la dimensión temporal adquiere connotaciones sui generis, pues se recrean juegos cronológicos entre los motivos de las piezas.

Fibra es un colectivo de artistas peruano, conformado por Lucía Monge, Gianine Tabja y Gabriela Flores del Pozo, que se da cita en Horizontes inestables. Su trabajo destaca por las incursiones con soportes provenientes de la naturaleza, la interacción con materiales biodegradables y el discurso ecologista. Desbosque: desenterrando señales lanza una retórica en contra de la deforestación. Esto se lleva a cabo a través de un material audiovisual que recrea el paupérrimo estado de los bosques en Perú.

Al igual que no existen dos horizontes posibles para la misma angulación del paisaje, tampoco el mismo cauce conduce a dos destinos diferentes. Si el hombre, en sentido genérico, continúa desarrollando su praxis vital, en tanto relación sujeto-medio, tal cual la realiza actualmente, esa línea sólida, firme, que se reconoce como horizonte cada día se hará más endeble, imprecisa, ondulante. La humanidad habrá desdibujado cualquier posibilidad de destino promisorio y subyacerá en la incertidumbre que, paradójicamente, es la única certeza que puede brindar un horizonte inestable.

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