Parasite: apología a la estratificación social
Por: Amanda Font Martínez
El movimiento posmoderno surgió en los años 70 como contraposición al pensamiento moderno, que exaltaba la razón, el optimismo racionalista y el interés por los metarrelatos. La posmodernidad llega entonces con una visión renovada, con un aliento crítico y pesimista sobre la sociedad y, como otros fenómenos, se vio reflejado en el arte, no quedando el cine exento de ello. Esto, de la mano de la aparición de nuevas tecnologías y el consumo excesivo de los medios de comunicación que se ponían de moda en esta época, dio lugar a nuevas narrativas que se fueron fusionando para conformar lo que hoy se conoce como intertextualidad[1].
Al ser el cine, por su capacidad para recrear, decodificar, fragmentar y reinventar a través de la ficción, la realidad, no es de extrañar que se haya convertido en el más socorrido en los últimos 30 años para la construcción de imaginarios sociales y en una poderosa herramienta de censura o legitimación. El cine adscrito al posmodernismo posee características muy marcadas y distintivas, por ejemplo, se inspira en formas y géneros anteriores, pero los vilipendia a su antojo, distorsionando la línea que define la alta cultura de la cultura popular. Es un movimiento en donde los cineastas producen para un público específico, al que creen suficientemente formado como para comprender sus referencias en ocasiones muy rebuscadas. Insta además a la reflexión, el existencialismo, las sociedades distópicas, lo kitch, lo paródico, lo fragmentado, etc…
El largometraje coreano “Parasite”, ganador en 2019 del Premio Óscar a Mejor película y la Palma de Oro en el Festival de Cannes, del director de cine surcoreano Bong Joon-Ho, es un ejemplo muy interesante de cómo se manifiesta la posmodernidad en el cine actual. Resultó motivo de polémicas dentro del mundo de la crítica cinematográfica, puesto que para unos los mencionados premios estuvieron correctamente otorgados, muchos no comparten la misma opinión y esto ha causado conmoción en los círculos de los cinéfilos y los estudiosos de la teoría cinematográfica.
La pregunta más común alrededor de este fenómeno fue: ¿Es realmente “Parasite” una obra maestra del cine contemporáneo? Yo pienso que quizás no llega a ser una obra maestra, más aún si la comparamos con otras producciones cinematográficas de directores igualmente reconocidos. No obstante, no podemos negar la grandeza de un filme que nos mantiene a la expectativa durante las casi tres horas de duración, que nos hace reír y al final nos deja una sensación de vacío que nos consume, nos parasita y logra enmascarar detrás de una aparente sátira social una realidad que aunque, es cierto que todos conocemos, muchos no hemos concientizado.
No podemos tampoco pasar por alto, en mi opinión, la importancia de asimilar la película despojándonos de nuestra mirada occidentalista, adentrándonos en un sistema de valores y códigos morales que nos es ajeno por naturaleza y al cual solo nos hemos acercado en alguna ocasión de modo muy superficial. Y es que, utilizando uno de los diálogos de la película, en “Parasite”, “es todo tan metafórico”.
Bong Joon-Ho coloca una serie de factores inherentes a la cultura coreana de relieve en su película y los convierte en metáforas y juegos de cámaras, que quizás puedan pasar desapercibidos al ojo poco experimentado de los espectadores, dada la falta de familiaridad con ciertas costumbres o comportamientos típicos de las sociedades orientales, pero que no dejan de llamar la atención todo el tiempo a nivel subconsciente y psicológico.
La primera toma del filme nos sitúa en la ventana de lo que parece ser un sótano, para luego descubrirnos una casa situada por debajo del pavimento y gracias a un paneo hacia abajo podemos ver las condiciones de vida de la familia Kim. Esta primera imagen no es más que la síntesis del filme. “Parasite” es una representación de la pirámide social, contada a partir de la historia de las familias Kim y Park, quienes estarían representando cómo funciona el status quo en la actualidad. Para ello será necesario atravesar por un grupo de situaciones impregnadas de un profundo humor negro, que en ocasiones roza con lo perverso y lo grotesco.
El largometraje llega a ser tan insolente que en ocasiones asusta. Es esto lo que atrapa al espectador en la espiral de engaños que conforman la trama y que en ocasiones no creemos posibles en vida real. Por ejemplo: cómo es posible que una familia pobre, con unos padres aparentemente poco preparados, tenga dos hijos tan competentes, con conocimientos de idiomas, buenos modales, dominio de la informática y en cierta medida hasta de la psicología básica. Personas con semejantes habilidades deberían estar trabajando o al menos estudiando en una buena universidad, más aún en Corea del Sur, que se encuentra entre las 15 economías más grandes del mundo, donde la esperanza de vida es de las más altas y casi la mitad de la población es de nivel educativo superior. Sin embargo, los Kim tienen dificultades para conseguir trabajo y se ven forzados a trabajar doblando cajas de pizzas, robar la señal wifi de los vecinos, y en mayor escala, a elaborar todo un complot para lograr salir a la “superficie”.
La explicación más inmediata para esto se encuentra en una de las características más importantes dentro del código/sistema de vida coreano y es que los empleos son de índole familiar; existe un negocio importante o una empresa y sus trabajadores, en especial los de mayor rango ejecutivo están emparentados. De lo contrario para ser contratado sin ser parte de estas familias debes ser recomendado, esto se ve reflejado en el filme en la manera en que la familia Kim logra irrumpir en la vida de los Park, a través de la recomendación de Min, un amigo de Ki-woo. Esto nos resulta quizás un poco difícil de procesar, puesto que, en Cuba se conoce esta práctica como nepotismo y está mal visto a nivel social llegando a ser considerado un acto de corrupción.
El director surcoreano logra articular una historia que nos lleva de un extremo a otro de las sensaciones, más propia del llamado cine negro que de la comedia, como fuese catalogada la cinta. Cada una de las decisiones que se van tomando como parte de la trama de la película nos acerca un poco más al terrible desenlace, pero lo hace empleando el humor negro y el absurdo como recursos permanentes. Es por esto que cuando logramos abstraer nuestra visión y aplicar esta situación a la realidad social del mundo, nos encontramos en una encrucijada, ya no sabemos si reír y disfrutar de la aparente ficción representada, o dejar que la ansiedad producida por ciertas escenas nos ocupe la mente e intervengan en nuestro poder de análisis. Esta es una de las mejores cosas que tiene este filme, la forma en que te pone a pensar, como desdibuja las realidades de la sociedad actual.
En “Parasite” vemos cómo los personajes representan otro papel, se crean una nueva imagen, un alter ego si así quisiéramos verlo, alter ego que es todo lo que ellos quisieran o pudieran llegar a ser, pero que su estatus de clase baja no le permite ser. Esto es solo una referencia de cómo las nuevas tecnologías y los medios nos permiten reconstruirnos a placer y aparentar ser lo que no somos, poniendo de relieve la farsa que es nuestra vida muchas veces y la falsedad imperante en la sociedad.
Esta intensión de representar lo falso de la sociedad también se aborda en la película desde el simbolismo. Para los coreanos la imagen física está asociada a la bondad espiritual, a tal extremo que están aprobadas por las leyes del país realizar cirugías plásticas a partir de los doce años de edad. Es por ello que tener una piel blanca y perfecta es sinónimo de educación, bondad y alto poder adquisitivo. Entonces, cómo encaja el color de piel rojizo, la piel curtida y maltratada por el sol del señor Kim en esta historia, sin mencionar el “olor a trapo mojado” que refiere el Señor Park, y que, según él, se pasa de la raya. Para el espectador es muy fácil interpretarlo como otra manera de establecer diferencias de clases, no obstante, si miramos más allá, podríamos pensar que es la metáfora perfecta para representar el descubrimiento de la falsa. Estas son las primeras señales que debería notar la familia Park, sin embargo, las pasan por alto, precisamente, porque la clase alta y acomodada son incapaces de ver más allá de sus propios intereses.
En cuanto a recursos fílmicos, la cinta es un deleite de referencias. Los múltiples y bien socorridos planos detalles recuerdan a la cinematografía de Hitchcock, padre del thriller. Los paneos, los planos contra plano y los travellings, característicos del cine actual, que ayudan a entrar en atmósfera y conocer el espacio, funcionando como un complemento bastante fuerte en el momento en que la historia, da ese giro dramático tan abrupto luego de la escena de la inundación. La luz y el agua son otros de los recursos que adquieren una importante connotación metafórica. La luz como elemento que marca tu lugar en la pirámide, mientras más abajo estás, menos acceso tendrás a la luz. Es por ello que la mayoría de los planos o tomas que involucran a la familia Kim carecen de luz natural, son iluminados con una luz artificial muy tenue, incluso en las escenas al aire libre, a excepción de la toma del pastel. El agua, que por lo general es visto como elemento purificador, en esta película adquiere un carácter completamente opuesto, es la que desencadena el desenlace fatal. Corea es uno de los países con mayor índice de precipitaciones al año, es por ello que Bong Joon-Ho, no podía dejar de aprovechar este recurso en su metáfora fílmica. Mientras para los Kim, la lluvia fue una desgracia, que los hizo casi quedar en evidencia frente a sus jefes, los llevó a casi matar a dos personas y por demás a perder su casa y lo poco que poseían. Los Park regresan de una acampada frustrada por el mal clima, pero vuelven a la comodidad de su casa, a sus lujos, y con la idea maravillosa de aprovechar el buen clima que precede a la lluvia para realizar una fiesta en el jardín. Las referencias visuales al estatus social de los personajes, son otro de los recursos mejor logrados en este filme. Al poner constantemente a los Kim por debajo de los Park, ya sea al colocarlos en el sótano que tienen por hogar, al escondite debajo de una mesa, un sofá, una cama o incluso el sótano, frente a los Park que están siempre en escenas al aire libre.
Al final, la cinta es una obra cinematográfica que logra adquirir connotaciones sociales, políticas y psicológicas, al poner “under the microscope” todo un sistema de valores y creencias bien fundamentados, solo para hacernos dudar: ¿quién es el verdadero parásito? El pobre que intenta a toda costa escalar, para intentar tener al menos un poco de lo que el rico posee, o el adinerado, que deja en manos de terceras personas su seguridad, su familia y su estabilidad, con el fin de no tener mayores responsabilidades.
[1] Punto donde se fusionan dos obras de arte. En el cine se le llama así al momento en que una película se superpone con otra obra de arte, ya sea otra película, una obra literaria u otra forma artística