Phalaenopsis o la voracidad picopoética de María Karla Larrondo González

La Jeringa
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3 min readJul 13, 2024

Por: Grechent Ledesma

Fotos: Byrom

La fe pública ediciones, bajo el sello editorial Coup de chance, ha publicado Phalaenopsis, el primer poemario de la joven periodista cubana María Karla Larrondo. De La Habana a Perú y de Perú hacia La Habana otra vez llegan estos pasos breves –veintiún poemas en total–, sintéticos, contenidos, sencillos en apariencia pero profundos en cuanto a temas e ideas. Poesía intimista, de la familia, la maternidad –desde el punto de vista de los hijos y nietos, de la descendencia: la relación entre el linaje de mujeres de una misma familia, ser una dentro de otra incluso después de que la madre haya dado a luz, ser una con las otras: “El alma de mi madre se enlazó a la mía/mientras cortaban la madeja umbilical. Me convertí en su sombra (…)”[1]–, del recuerdo de la infancia como pilar y base de la adultez, pero también de la naturaleza, el miedo, el dolor y la muerte:

Bordaron mis labios con retazos

del viejo sillón,

las últimas palabras de mi bisabuela

se congelaron en mis dedos.

Dos almas en un mismo cuerpo.

La primera retiene palabras

para disimular la alegría.

La segunda juega con los recuerdos,

los cactus y las agujas del tiempo.

Se desabriga la nostalgia

para cantar juntas en el jardín,

observamos el mar

mas no apreciamos lo mismo.

Tú aprendiste a ver el fin de los océanos,

apenas yo, aprendo a caminar.[2]

También el cuerpo es un elemento importante dentro de la cosmovisión de la poeta, el cuerpo como reflejo de la historia, también mediante el acto de ingerir elementos poetizantes no comestibles como perlas, mariposas, savia de los árboles, espinas, va construyendo un cuerpo otro, se va liberando del dolor de la existencia, de la pérdida, y resurge rebelde y libre, “como una diosa”.[3] La voz lírica refiere tener un apetito insaciable de mar, de bosque, de vida. Son los labios, la boca, la lengua y la garganta sitios predilectos para expresar tanto angustia como placer. Veamos el siguiente texto:

Renazco.

Tres zunzunes se posaron

en mi hombro.

Enero.

Tránsito del polen,

angustia en mi garganta.

Devoro la savia,

crecen dentro de mis glándulas

nuevas alas.

Vida.

Dejo de ser indefensa

para convertirme en

semilla del bosque.[4]

La que habla es una voz femenina, equiparable a la de la propia autora, consciente de su pasado, de su poder, enlazada a las voces de las mujeres de su familia, conectada con la naturaleza que la circunda, con el mar, el reino vegetal, los animales pequeños: colibríes, mariposas, que no teme a la muerte y puede y sabe verla como un fenómeno natural que es parte final de la vida misma; esa voz lírica da una gran sensación de libertad. “Soy la libertad de mi noviembre”[5] afirma en “11:11.

Larrondo menciona sitios de La Habana pero prefiere los entornos naturales. La noción que maneja de la belleza no es del todo clásica, porque también se regodea en imágenes putrefactas, abyectas, pero que al describir la muerte simbolizan el (re)surgir de la propia vida; juega también con el dolor y la fragilidad de lo que está vivo al referirse a objetos punzantes como las espinas o “filosos” como su propia lengua, o al acto de sangrar: “Mis manos sudaron sangre/más de una vez/y mi muslo derecho tiene grabado/el dolor”.[6]

Phalaenopsis es el nombre científico de la pequeña orquídea mariposa. La autora juega con este dúo flor-mariposa en el poema que cierra el cuaderno y que es también uno de los más logrados del conjunto:

Existen variedades de mí,

fracciono mis momentos en sonrisas,

descubro que las mariposas llegan,

sedientasentran a mi boca,

me trago la resistencia de sus alas

y comienza a batir dentro una furia sin corsé.

Crecen garras de mariposas

y tejo con el filo de mi lengua

una ciudad desnuda en mi espalda.[7]

Ansias de mundo, libertad, vida, dolor, muerte, pérdida, renacer son algunas de las emociones claves en este poemario, una propuesta acertada que admite más de una placentera y provechosa lectura.

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[1] Larrondo González, María Karla: “Amada”, en Phanaelepsis.

[2]Larrondo González, María Karla: “Almas”, Ob. cit.

[3]Larrondo González, María Karla: “Oleaje”, Ob. cit.

[4]Larrondo González, María Karla: “Enero”, Ob. cit.

[5] Larrondo González, María Karla: “11:11”, Ob. cit.

[6] Larrondo González, María Karla: “Clemencia”, Ob. cit.

[7]Larrondo González, María Karla: “Phalaenopsis”, Ob cit.

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