Réquiem y Pascuas en La Catedral de La Habana

La Jeringa
La Jeringa
Published in
5 min readApr 18, 2023

Por: Ana Karla Recio Monier

El pasado sábado 15 de abril, la imponencia musical Mozartiana se esparció sobre la Catedral habanera en una misa para difuntos, “Réquiem en re menor” (1791), basado en textos latinos, que fue nada más y nada menos que la inconclusa obra póstuma del compositor clásico austríaco Wolfgang Amadeus Mozart. Dos piezas del autor romántico alemán, Félix Mendelssohn, preludiarion esta celebración de pascuas, la Sinfonía para cuerdas #13 en do menor “Symphoniesatz” (“Movimiento sinfónico”, 1823) y el Salmo #43 “Richte mich. Gott” (“Júzgame, oh Dios”, 1844):

Júzgadme, oh Dios,
y defiende mi causa contra una nación impía, líbrame
del hombre engañoso e injusto.

Las obras poseían una fuerte carga emotiva y dramática y los textos eran sobre todo un clamor de resurrección y piedad. Hacían alución a la muerte, el juicio final y el ruego por las almas de los difuntos.

“Música, talento, buen gusto y espiritualidad” fueron las palabras del padre Yosvany Carvajal (párroco de la Catedral de La Habana y rector del Centro Cultural Padre Félix Varela) quien dio la bienvenida al público y presentó el concierto.

La orquesta del Lyceum de La Habana, Schola Cantorum Coralina, Coro de Cámara de la Universidad de las Artes (ISA), Coro del Teatro Lírico Nacional, Coro Masculino de la Escuela Nacional de Música y los solistas Katja Stuber (soprano alemana), Anne Bierwirth (contralto alemana), Roger Quintana (tenor cubano) y Lisandro Abadie (barítono argentino) unieron sus voces a este espectáculo sinfónico bajo la dirección de uno de los directores más versátiles y fascinantes de su generación, el maestro alemán Thomas Hengelbrock, a quien le desbordaba una gran pasión y emoción en cada gesticulación.

Fue una maravillosa experiencia. Trabajar con artistas internacionales es algo importantísimo y que nos haya dirigido de esa manera el maestro Thomas, ha sido espectacular. Desde el primer ensayo fue todo empatía, un trabajo diferente. Nos puso a realizar varios ejercicios con la misma obra. Fue creciendo poco a poco el trabajo y nos demostró que no hay una sola interpretación, si no muchas en dependencia de la mirada de cada director. El réquiem al ser una misa de difuntos, es algo serio, pero dentro de esa solemnidad, aprendimos a disfrutar, expresarlo y articularlo correctamente. Desde el inicio, los solistas nos dieron clases magistrales muy importantes para nosotros. Fue una experiencia maravillosa. Esta no es la primera vez que interpreto la obra pero fue muy especial. (Rey Quinteros, 39 años, tenor del Coro del Teatro Lírico Nacional)

La Catedral se encontraba abarrotada de espectadores, muchos incluso de pie, ya que el acontecimiento constituía una fiesta litúrgica y musical que no valía la pena perderse. El calor no impedía que el público se mantuviera conectado de principio a fin, durante al menos los más de 50 minutos que duró el evento. Un concierto lleno de espiritualidad y divinidad, los santos de la Catedral contemplaban desde su altura y belleza este acontecimiento sobrecogedor.

El “Lacrimosa”, provocó una especial conmoción en todos. Al ser del réquiem de Mozart una de las partes más conocidas por su gran dramatismo y lirismo, el estremecimiento fue colectivo. Este réquiem en general contiene su poco de misticismo, ya que fue una obra que Wolfgang Amadeus Mozart compuso en sus últimos días por encargo de un personaje misterioso. Algunas historias cuentan que el compositor incluso llegó a pensar que este ente desconocido era un mensajero del destino y que el réquiem iba a ser compuesto para su propio funeral. Poco tiempo antes, había acontecido el fallecimiento de su padre y esto provocó en el austríaco una obsesión hacia la muerte. Ya enfermo, tuvo que delegar labores compositivas a Joseph Leopold Eybler (compositor amigo) y Franz Xaver Süssmayr (discípulo), quienes completaron en gran parte la obra, bajo indicaciones del propio Mozart.

Un silencio impecable se apoderaba del espacio ante cada cambio de movimiento, el público mostraba mucho respeto y valoración ante la interpretación de los músicos y cantantes. El elenco integraba desde jóvenes de nivel medio, que cursan estudios aún, hasta profesionales consagrados.

Me sentí bien, tuve la oportunidad de conocer más a fondo el trabajo sinfónico coral, pues es la primera vez que canto en un coro y de cantar al lado de mi profesor. Eso me aportó mucho y me sentí respaldado. Fue muy gratificante tanto musicalmente como a nivel espiritual. De la música, como compositor, pude aprender mucho de estas obras maravillosas. (Fabio, 20 años, alumno de primer año en la especialidad de composición musical en la Universidad de las Artes)

Este concierto fue el punto culminante de un proyecto de intercambio artístico y académico que se dio entre el Lyceum Mozartiano de La Habana (Cuba) y el Baltasar Neumann Chor & Ensamble (Alemania) en el marco del Mes de la Cultura Europea en Cuba y las Jornadas de Música Sacra organizada por el Centro Cultural Padre Félix Varela. El intercambio incluyó clases magistrales y talleres en las especialidades de violín, viola, cello, contrabajo, viento madera, viento metal y canto a los músicos de las instituciones culturales y estudiantiles participantes.

Estuvimos trabajando con este magnífico director que se destaca por su musicalidad y humildad y con profesores como Igor Karsko y Andrea Rognoni (ambos violinistas de renombre europeos) quien nos trabajó la música barroca. Fue una semana espléndida porque interpreté esta réquiem de Mozart por primera vez. Como principiante para mí fue estupendo. Es una obra muy bella. Mozart la hizo casi muriendo y no la pudo terminar. Es una música cerca de su muerte que refleja eso. Estaba en un momento de su vida súper triste. Yo lo sentí en la armonía. El principio es una cosa mágica, en él se refleja todo lo que va a suceder en la obra completa. Tiene muchas variaciones, temas diversos, cosas muy lindas. Mozart fue, en mi opinión, un compositor adelantado para su época. (Jeyson Varona, 23 años, violinista de la Orquesta del Lyceum y estudiante de La Universidad de las Artes)

Mozart, La Catedral, los religiosos del catolicismo y los religiosos de la melomanía, las cuerdas, la academia, los vientos de abril, Alemania y La Habana, todo coexistió armónicamente en un mismo sitio, donde desde niños hasta ancianos, conectamos en comunión por la cultura y el arte de expresar a través del sonido y la palabra. Magia pura y seducción sonora en tiempo de Réquiem y Pascuas.

--

--