Brindis al sol

Salió al balcón a colgar la ropa húmeda. Pero con un salto hacia atrás tipo Bruce Lee tuvo que volver a entrar.

Acababa de ver que su vecina de enfrente ofrecía un tierno espectáculo cortándose las uñas de los pies embutida en un elegante albornoz. En nanosegundos se imaginó lo tensa que iba a ser la obligada conversación y agradeció que el running le hubiera dado algo de capacidad acrobática pero maldijo que el triple mortal carpado le hiciera resentirse de su pertinaz fascitis plantar.

Así nos cortamos las uñas en el norte

El infinitesimal lapso de tiempo no le permitió averiguar si la desinhibida jubilada llevaba ropa interior, cosa que con un poco menos de astigmatismo habría podido discernir ya que la postura de higiene corporal era de darlo todo, ya digo, un total brindis al sol.