El día que Leticia Sabater dejó de emular a Diana Ross

Dijo la exbizca en una entrevista radiofónica que su estrabismo le agenció chingues que no habrían tenido lugar siendo su visión más acorde con la simetría especular.

En lo del éxito con los machos, en el buenorrismo, en la divergencia ocular y en lo de cantar no cabe duda de que Diana Ross y Leticia Sabater eran afines.

Sin duda todos en una u otra forma aspiramos a la perfección en alguna faceta de nuestra apariencia, pero ser bizca cañón no tiene que ser nada fácil. Porque el estar follabilísima tiene gran parte de actitud que chorrea desde dentro, es decir, una convicción plena del “porque yo lo valgo”.

Bien es cierto que debe ser más fácil tener la autoestima alta a pesar de ser bizca cuando una posee una delgadez arquitectónica en la que calzar el clásico vestido de lentejuelas con tirantes, y tiene una voluminosa y larga melena negra y rizada (muero de envidia, que a veces soy muy sutil y no se me capta). También debe ayudar atesorar un bozarrón afroamericano y que ese integrante de mi santoral llamado Barry Gibb te haga canciones (y dale con las fijaciones, que este es el enésimo post en el que endoso referencia al segundo compositor más exitoso de la historia).

Desde luego cantar lo de la salchipapa y tener querencia por portar gorra de telepizzera no aporta fortaleza para sobrellevar una bizquera, por muchos alegrones que te granjee.

Has hecho bien, Leticia, ¡qué coño! Julio Iglesias está muy viejito y no le va a dar la cadera para un video tórrido a tu vera; y para que surjan rumores cuasincestuosos con Michael Jackson has llegado tarde. Has hecho bien en cejar en tu lucha por ser la cantante bizca más influyente de la historia. No te apenes por haber dejado de compartir tanto con Diana Ross.