La Espasa y otros aprendizajes
Aquel señor guapo, moreno y viril que tenía la Espasa en su consulta de Indautxu, cual notario, te desvitalizaba una muela sin anestesia, y tenía un asistente chino. En aquel Bilbao de los 70s todos aquellos “aprendizajes” te compensaban por el sablazo que te metía.
Dos niñas precoces, (una muy), no fueron inasequibles a aquel torrente de übersexualidad y se rieron confesándoselo mutuamente en muy pretérito.
Irónicamente, me ha sido dado a conocer su clon (también bilbaino, también moreno, también odontólogo), han pasado 40 años.
Pero no he sentido haberme enamorado (ni siquiera artistotélicamente). No me han roto el corazón, en parte porque ya lo llevaba roto, en parte porque entonces, como ahora, solo tiemblo con ojos que sonrían.