Me meo toa …

Hair Scarlett
La ostra resiliente
3 min readApr 2, 2018

Así rezaba una colosal coletilla de un chiste de Martes y Trece, pero hoy no sé qué componendas me han llevado a acordarme de aquella psicópata que torturaba psicológicamente a niñas con sensibilidad a raudales, traum(it)as infantiles que mitigó amatxu coraje.

Las ganas de mear de las niñas, chicas, señoras, ancianas … esas grandes incomprendidas, las ganas digo …, que esas individuas son incomprendidas no da contenido original para un post.

Estos días que se nos pone en duda la existencia del infierno me tengo que imaginar un lugar donde pueda en algún momento encontrar la horma de su zapato aquella maestrita del EGB en la Euskadi transicional, en la que una niña de clase que se antojaba menos petardita nos obsequiaba con caramelos de menta envueltos en jaungoikoa eta lege zaharra. La niña que hoy será señora como yo impersonará acaso una insigne caricatura, pero hoy toca perfumar el blog con efluvios de azufre valiéndome de un retrato de la malhallada Srta. Mari C.

Aquella canija retaco feucha malfollada y malparida me negaba el permiso para ir al baño hasta que conseguía que mi incontinencia me humillara. Sí, seguro que aquella niña que todo lo preguntaba y cuestionaba, que tenía unas trenzas gordas como las patas de un jamelgo y negras como troncos, le resultaba un auténtico coñazo. Sí, claro, recurro a esa palabra que por el hecho de encarnar todo el mal femenino bíblico sigue siendo plenamente vigente para referirse a lo insoportable.

Una vez superados los párrafos catárticos es hora de dar el giro de 180º, atención, el doble no, por favor, solo 180º, El gatopardo no cabe hoy. Riámonos, digamos algo picante, aunque nos desviemos por momentos al esperpento y el delirio, pues en estos relatos solo caben tales.

Se nace meona y se muere idem, pero se me antoja que siempre he tenido una percepción inconsciente de lo efímero de la vida y por ello siempre he cumplido mi cometido a la velocidad del rayo. Con más ostras resilientes habría colas más cortas en los servicios de los baños, y en los que son unisex habría menos oportunidades para echar el anzuelo.

Mi celeridad fue recompensada con el efusivo abrazo y calurosas palabras de un apremiado efebo guiri una noche hace pocas. Pero ello no me distrajo de mi proyecto retomado de averiguar el motivo de que la mayoría de mujeres tarden en salir mucho más que yo. Manejo dos hipótesis. La primera e improbable es que las estadísticas de masturbación femenina mienten descaradamente. La segunda y más probable es que las ostras resilientes no nos preocupemos como se merece de recolocar las bragas bajo los panties y así vamos luego, que tenemos que hacer movimientos espasmódicos para que el salvaslip no acabe en el ombligo y todo se recoloque.

Ser una meona es una gran ventaja evolutiva en lo que respecta al sex appeal porque la postura de sentadillas es bien sabido que tonifica nucho los cuadriceps. Y no hace falta decir que, como celebraba el landismo, un buen muslamen da puntos.

Trato de borrar de la mente sin éxito una circunstancia reprobable en que alguien me confesó lo erotizante que le resultaba imaginar el proceso desvelador que precede a la micción. Las rutas de la fantasía sexual son intrincadas, voto a bríos.

Y como cuando se me va la pinza no me pongo coto, va siendo hora de encauzar por la vía de la seriedad y la militancia feminista. ¿Ha lugar al triple carpado con tirabuzón? Pues sí, sospecho que algún macho me lee y sospecho igualmente que no le consta esto que voy a decir, pero por el aprecio que pueda tener a las mujeres de su vida, que sepa que el poder dar vida nos condenó a tener vegijas más pequeñas. En consecuencia, no es que seamos meonas, es que nos han dibujado así.

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Hair Scarlett
La ostra resiliente

Collecting wtf ingredients in everyday life to cook sassy dishes. Recolectando momentos “peroquécoño” de la vida diaria para cocinar platos descarados.