Mutatis mutandi
— Me hago a la idea de que eres como Amy, la de Big Bang Theory.
— Pues no casa muy bien conmigo, ni tampoco es mi serie favorita.
— Ni la mía, estoy ahora enganchado a la última de José Coronado.
— NPI.
— ¡Malhablada!
— ¿En serio me acabas de decir eso?
— Mujer, es broma, fluye y no pienses tanto. Pero realmente no me imagino a Amy diciendo palabrotas ni usando iniciales.
Estaba yo escuchando esta conversación con un walkie comprado en cash&converters que había pertenecido a un espía de partidos. De repente, cuando escalaba el tono de la conversación el puto cacharro se quedó sin pilas. Es por eso que no puedo transcribir sus momentos finales, a pesar de lo que me tienta inventármelos.
Este diálogo me refuerza en mi idea de que quien es percibido como débil, acaso por capacidad de ver y sentir más hondo, es quien que ha de mutar.
Debemos coleccionar máscaras para estar siempre impecables en cualquier ocasión. Algo como lo que le pasaba a la amiga de una amiga de mi amiga. Se tenía que hacer el depilado integral para el amante de los martes y ponerse una peluca para el pubis comprada en aliexpress para el amante de los sábados. Dictaduras de los encuentros líquidos para hacer intercambio de idem.
— ¿Cómo te voy a gustar más?
— Así, nena, tú sí que sabes.
Al final la mujer tragaba tanta … (ejem) bilis que acababa suspendiendo a alumnos con 4.9/10 y estrangulando deportivamente a menores en su clase de artes marciales.