Objetivo aspiracional
No quiero un BMW con llantas de 18.
Las voy a mellar en la primera visita al Carrefour y seguro que el jefe de taller no mola.
Lo que quiero es una pizarra negra en el comedor, para poder hacer veladas con ñampa-zampa y física teórica a lo pro, sin power point. Que escribamos las ecuaciones del movimiento de una teoría modificada de la gravedad con esa actitud del que se afeita sin espuma.
Y acojonar a la señora que venga a ayudar en casa bajo amenaza de excomunión si la borra.
El objetivo aspiracional es ir de pe**r*a, cimentado con un felpudo friki en la puerta de casa. Y una botella de Absolut en el congelador, porque los teóricos somos así, el vodka a pelo.
Pero si la ternura se abre camino a golpes y unas tizas de colores trazan un Ferrari, entonces sí que no habrá piedad para quien atente contra él. Aunque la razón de borrarlo sea escribir las identidades de Bianchi.