Paulocoelhismo tóxico

-Que exponencie y que no logaritmice.

-Paulo, no podemos poner eso, ¿qué tal que sume y que no reste?

-No sé, no lo veo. Venga, ni para ti ni para mí. Que multiplique y que no divida.

-Paulo, de verdad, “simplifica”.

-Odio cuando me dices que simplifique, me pongo de los nervios.

-Pero si es el título de uno de tus bestsellers.

-Conho, ahí le has dado.

-¿Te das cuenta de que estamos perdiendo un buen rato en procesos irrelevantes?

El escritor respira mientras se reclina en el sillón de diseño y se toma su tiempo antes de emitir su réplica.

-Pues a veces merece la pena.

-Mira que estás contradiciendo tu decálogo.

-Cago en deuro.

-¿Cómorrrll?

-Perdón, quería decir cago en dioro. Se me olvida que tengo un editor español. Anda, vamos a por un carajillo, que he dormido poco, vinieron unos amigos y nos liamos.

-No digas más, triunfaste en plaza.

-Oye,ese símil taurino heteropatriarcal no te lo consiento.

Pronuncia su queja descruzando las piernas, poniendo las manos sobre el regazo y adelantando el torso. El editor se siente amenazado y su animal interior restablece la distancia recostándose más en su silla. De nuevo al resguardo ejerce su derecho a réplica.

-¡Touché!, me la envaino.

-¿Te das cuenta de que siempre tengo raçao?Anda, vamos a por ese carajillo, pero el mío con cachaça.

-Pues el mío con Lepanto, puestos a elegir …

-Calla, maricona, y tira para la calle.

-Mira por donde te sale el pelo de la dehesa, a ver quien es ahora el machirulo. Menos mal que eres nuestro autor más vendido.

Y se miran a los ojos con franqueza, se agarran del bracete y no hace falta más, porque a veces el silencio es tanto o más elocuente que las barbaridades que puede soltar uno cuando hay exceso de confianza, y el amplio paraguas de golf con una varilla doblada los acoge mientras caminan bajo la bien recibida suave lluvia en la ciudad mediterránea. Las mascarillas no dejan ver que ambos esbozan sonrisas de cariño.