Shalimar y fetidez

Hair Scarlett
La ostra resiliente
4 min readJun 29, 2021
Photo by Darya Jum on Unsplash

¿En qué momento conseguí callarme más y porfiar menos? Supongo que fue cuando me di cuenta de que mi singularidad transpira, no hace falta que ponga esfuerzo en hacerme notar, yo creo que mi culo habla por mi, seguro que cuando me estoy conteniendo para no soltar el chorro de mi sapiencia aprieto esfínter y se me acentúa la lordosis.

Aún no tengo claro si ellas tres son un tridente. La que aparenta más mayor tiene aspecto negurítico con mechas aberastúricas y cenas de latas de guisantes. Afirma rotundamente que Shalimar no se vende ya, creo que porque le han dicho previamente que surgió en los locos años 20. Yo lo sé, sé que se vende aún, así que me justifico que igual es que me ha parecido verlo y me he confundido. Y sé que lo venden, así que remitiéndome a lo de antes tengo que hacer tantas contorsiones que casi estoy a punto de que me se escape un pe(d)o. Sé que se dice se me escape y no me se escape, pero las flatulencias van más con la sintaxis choni.

La notanguapa, pega un meneo a su brillante y envidiable melena lisa y se aventura a ir a google, y en efecto, Shalimar se vende. Mi pe(d)o sigue ahí estrangulado, la contorsión me produce lumbago, porque dicen guerlen y no gueglan, pero por supuesto no me conceden la disculpa por haber negado que yo estaba en lo cierto respecto a que Shalimar aún se comercializa. No me importa (tanto), yo ya lo sabía por todas mis horas obsesivas pasadas en intenné buscando mis perfumes de invierno y verano.

Un rato después hago un comentario sobre los cortes de los años 20 y la delgadez necesaria para llevar algo así, y la senior me replica que aún peor es el new look de Dior que nos han contado que es el sucesor. Concedo, puede que tenga razón. Las delgadas pueden tener mejor criterio a la hora de decir si algo es más o menos difícil de encajar en una figura. Las magioratti que estamos fuera de espacio y tiempo directamente encontramos difícil de poner todo, cintura baja, cintura estrecha, a lo mejor un poncho nos vaya. En fin, que mi comentario era solo por hacer a la guía sentirse escuchada y para fingir que aunque estaba pendiente del móvil yo estaba más atenta de lo que se pudiera vislumbrar.

Pasamos a la siguiente sala y me tengo que apartar a un lado, el pe(d)o ya no puede ser retenido más tiempo. Pronuncian mal Tamara de Lempicka, que como bien sabemos los que metemos muchas horas viendo la eurocopa se dice Uempitsca. Ha sido un pedo ruidosito, menos mal que estaba lejos, menos mal que es bien sabido que esos no huelen.

Al acercarnos al lunch tenemos que seguir la norma de las cuatro personas por mesa y acaso mis esfuerzos por vestirme, peinarme y pintarme bien lleva a la maja a invitarme a sentarme. O quizá sea simplemente el hecho de que tampoco haya hablado demasiado (para mis estándares). Les hago un repaso visual a sus atuendos, gestos y discurso. La maja me cae ya bien solo por escoger ese azul que tanto me gusta a mi, tiene una mirada dulce, habla tranquila, y hace un perfecto equilibrio entre la ñoña mayorcita, que es la única que toca la genitalidad a la chica que sirve, y la notanguapa, que polariza toda la conversación con un afán de protagonismo muy acorde con el corte, tejido y diseño de su blusa. Ella misma remata la no tan positiva visión que me formo de ella cuando se refiere con desdén a la señora que tiene que comer sola, sospecho que el desprecio viene de que la mujer no va a la moda en su aspecto y que no usa nuestros artificios para disimular su edad.

A los postres surge el monotema de las vacunas, como las tres son fitsa (digo faiser) les digo que hemos tenido suerte, que es la buena, se lo digo como queriendo mostrarles que formo parte de la misma cofradía, pero entonces sus caras de incredulidad me impulsan a decir que soy científica, pero la cago cuando me sale una mueca al decir física y tener que morderme la lengua para no decir teórica. Mal, mal, eso hay que entrenarlo. Me quedo con la esperanza de que luego digan que están protegidas porque se lo ha dicho una científica, mi buena obra del día.

La maja me da detalles del próximo evento al que van a acudir y me dice que le gustará verme allí. Casi lo estoy logrando, casi estoy ampliando mi círculo social. Pero de repente me doy cuenta de que estoy a un tris de que me pongan (una vez más) una multa de aparcamiento. Cual Cenicienta me marcho corriendo un poco avergonzada por no poder hacer las cosas bien, como sugieren los cánones sociales, esta vez me he acercado, casi lo logro, casi amplío mi círculo de conocidas, casi me convierto en una persona normal.

Llego corriendo al coche y, al ver con alivio que no me han multado, entro, me siento, y me tiro una pedorreta que es como un llanto, y me quedo doblemente a gusto, porque todo el mundo sabe que el olor de los pedos propios se disfruta mucho.

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Hair Scarlett
La ostra resiliente

Collecting wtf ingredients in everyday life to cook sassy dishes. Recolectando momentos “peroquécoño” de la vida diaria para cocinar platos descarados.