Times are changing

Hair Scarlett
La ostra resiliente
2 min readJun 10, 2018

Ojalá hubiera recopilado más historias de la madre de la mía. Pero aún me queda el trozo mejor, y me reafirmo en que nunca rendiremos suficiente homenaje al valor de la tradición oral.

Le contaba yo un pequeño reconocimiento a su cordura y arranque que habría que sacar como el polvo de la paja de mis detritos, y entonces me soltó otra perla. En aquel barrio de San Francisco de Bilbao, donde puterío y proletariado convivían como judíos y musulmanes en la España medieval, no era lo mismo que hoy ser del bando perdedor.

No había siquiera empezado la década de los 50, y aquella niña famélica de los ojos grandes y pómulos que se adivinaban seductores en diferido llegó a casa diciendo que en la escuela le habían dicho que los comunistas eran el demonio. La señora del moño prieto replicó:

— Nena, ¿papá tiene cuernos y rabo?

— No, mamá.

— Pues, papá es comunista.

(No creo que a papá lo llamaran aita, pero tengo que corroborar el dato)

Seguramente la señora tampoco pensó mucho más en el papá de su hija aquel día, ya por entonces tenía el útero dilatado de engendrar y aquello daba muchos motivos para entretener la materia gris.

Pero lo más jugoso de esta historia radica en el hecho de que mi madre, al decir la palabra con cuatro letras que empieza con r me suelta una risa cómplice que le retorno. Y es que no ha mucho que he descubierto que los tipos de más de 45 de todo partido político usan esa palabra más que la que con el mismo número de letras empieza por p.

Menuda faena, con lo que a mi me había costado usar la otra con donaire y soltura en las tertulias cafeteras con olor a andamio, y a la vez aprender a no formularla en las conversaciones vespertinas con olor a quesito “El caserío” y niños gritando tras un balón profiriendo el mantra “tarjeta amarilla” cuando el roce pretérito lleva a gol del contrario.

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Hair Scarlett
La ostra resiliente

Collecting wtf ingredients in everyday life to cook sassy dishes. Recolectando momentos “peroquécoño” de la vida diaria para cocinar platos descarados.