Y al tercer día, café con sal

-Madre mía, menuda kurda lleva el Jesús.
-Nadie se mete con Jesús — protesta el aludido.
-Vaya pedazo cabrón está hecho, aún le quedan ganas de soltar el puto chiste de siempre, mejor habría sido no ponerle esa escena de “El gran Lebowski”.
-Calla y sigue sujetándole fuerte, que lo estoy arrastrando yo solo.

Los dos hombres mantienen cuasi erguido y asido por las axilas al hombre demacrado con pequeños puntos de sangre seca alrededor de su frente, el pelo sudado, y una herida con un aspecto asqueroso en su costado. El taparrabos está hecho jirones y huele a orines.

-El colmo ha sido cuando el mamonazo se ha hecho un kalimotxo con tu Grand Cru Saint Emilion. Es que no sé cómo le has dejado la coca-cola cerca.
-Os quiero hijos de puta — musita el ecce homo.

Los dos hombres se miran con resignación y cierto enojo y uno propone al otro:
-¿Y si lo metemos en esa cueva y cuando se despierte decimos que ha resucitado?
-Joder, eso no se lo va a creer nadie.
-¡Que sí, coño, mira lo de María y la Paloma!
-¡Hostia, pues sí! Ahí le has dado. A la cueva con él, ¡jajajajajaja!

Tras denodados esfuerzos consiguen sellar el improvisado panteón con la piedra de 200 kg.

-¡Kabenzotz, me he dejado dentro la bufanda del Athletic!
-¡Bah! Si vamos pronto habrá algún puesto de iñakis en Pozas y te puedes pillar otra.
-Espera, que me ha llegado un brassap de la parienta. Que pase por un “todo a cien” chino a comprarle un dedal, que la ikurriña se ha descosido un poco y mañana no quiere quedar mal en el aberri.
-¡Pues hala! Que lo primero es lo primero.
-Ya te digo, que no me apetece añadir el ser mal marido a los pecados que tengo confesar mañana antes de misa. Bastante con ser coprotagonista de este cuento blasfemo.