Cómo planificar las tareas familiares para volver a ensayar con mis amigas.
El Método Komodo: lo que no se mide, no existe.
Komodo es un método de planificación y reparto de tareas en el ámbito familiar, abierto, flexible y basado en las metodologías ágiles, que reduce el peso de la carga mental, soportado generalmente por las mujeres.
El diseño siempre habla de la vida de personas.
Mis amigas y yo tenemos un grupo de música. Nada profesional, aunque pudo llegar a serlo. Al principio ensayábamos los fines de semana. Quedábamos sobre las 7 y nos pasábamos la noche allí encerradas.
Los últimos años, los ensayos han cambiado. Ahora son los miércoles, y duran poco más de 2 horas. Raro es el día que estamos todas; siempre pasa algo, siempre falta alguien.
Cuando lo conseguimos, más que un ensayo termina siendo una sesión de terapia (y de cotilleo). Sesión que suele ser interrumpida por llamadas de niñeras que avisan de que un hijo tiene fiebre, llamadas de maridos que preguntan que qué hay de cena o mensajes de texto que cuestionan la hora de vuelta.
Durante este tiempo, además de algunos singles, ha habido 3 matrimonios, 4 bebés, y alguna que otra idea de negocio fallida.
Está claro que hay un problema, y un reto: cómo podríamos hacer que las mujeres (mis amigas) reduzcan su carga mental (estén más relajadas) para mejorar su bienestar (para que nos dejen ensayar en paz)?
Confía en el proceso, Laura.
Aunque con idas y venidas (iteración-iteración-iteración), el proceso seguido para desarrollar la solución ha sido:
- Investigación y análisis de la carga mental, razones y efectos.
- Entrevistas, encuestas y talleres con familias y expertas.
- Análisis de metodologías existentes.
- Desarrollo del Método Komodo.
- Prototipado del MPV.
1. Yo puedo con todo… Sí, ¿pero a qué precio?
Desde que la mujer se incorporó al mercado laboral de forma masiva (tras la II Guerra Mundial) ha habido muchos avances. Pero una realidad sigue latente: hemos pasado de “llevar la casa” a “llevar la casa y trabajar”.
La mujer ha asumido un cambio de rol, más bien una ampliación, que no ha venido acompañado por un cambio del resto de la sociedad.
La sobrecarga de tareas, de obligaciones y responsabilidades, hace mella en la salud física y mental de las mujeres. Sufrimos más estrés, mayor fatiga mental y aparece, silencioso, el objeto de nuestra investigación.
La carga mental: profundizando en un problema profundo.
La carga mental es “ese runrún constante que tenemos en la cabeza con todas las cosas que tenemos que hacer”. Un estado de alerta continuado que afecta en mayor medida a las mujeres.
Aunque hay muchos estudios y datos que muestran la magnitud del problema (algunos aquí) vuelvo a mi planteamiento inicial: hablamos de personas. Así que eso hice, hablar con ellas: con madres, con padres, con parejas, con psicólogas.
Me planteé el reto de conocer si las mujeres son conscientes de que sufren carga mental, y cuáles son los aspectos de su vida que la provocan.
2. Esto no va solo de mujeres, va de familias.
Lo más interesante de los procesos de diseño, son los problemas. Profundizar, empatizar, tomártelos como algo personal. Desde las entrañas se diseñan los mejores productos y servicios.
“Siento la cabeza como cuando tienes la memoria del ordenador llena, que los programas tardan en cargarse y todo va muy despacio”.
Es lo que hay.
Lo primero que me sorprendió fue que, llamándolo carga mental o no, las mujeres son conscientes de que sufren esa sobrecarga cognitiva, y de que les afecta negativamente. Pero nunca se han planteado reducirla. La consideran inherente al hecho de ser mujeres, madres, trabajadoras. El famoso “es lo que hay”.
La carga mental es invisible para la sociedad, pero no para quienes la sufren.
Yo ayudo en casa.
¿Os imagináis diciendo yo ayudo en mi oficina? ¿Ayudo a mi jefe a hacer el trabajo? Las palabras dicen mucho, y ese “yo ayudo en casa” escuchado en algunos hombres, denota un problema de base: no consideran que las tareas familiares sean también su responsabilidad.
No hablamos de hacer más o menos, sino de responsabilizarse y comprometerse, de cargar mentalmente con las tareas.
Planificamos sobre la marcha.
Las tareas familiares aparecieron como uno de los mayores puntos de dolor en la carga mental, así que preguntamos a las familias cómo las organizaban, si es que lo hacían. Lanzamos una encuesta a más de 50 parejas (con y sin hijos) y las respuestas dibujaron la solución que buscábamos.
Muchas afirmaban que repartían las tareas de forma equitativa, sin embargo no tenían un momento de planificación, sino que iban haciendo sobre la marcha. Si no planificas, ¿cómo puedes repartir de manera equitativa?
“No todo es hacer, sino pensar en hacer.”
Las parejas que planificaban siguiendo un sistema, confirmaban nuestra hipótesis: planificar les hacía la vida más fácil.
Si quienes no planifican creen que les ayudaría y, quienes ya lo hacen, dicen que sin duda ayuda… El reto de diseño parece claro:
¿Cómo podríamos desarrollar una solución que mejore la planificación y reparto de las tareas en el ámbito familiar?
“La parte contratante de la primera parte, será la parte….”
Conocemos a la persona que carga con la planificación, ¿pero qué hay de la otra parte? Su implicación es imprescindible para atacar el problema.
En las entrevistas vislumbramos diferentes barreras que encontraban (“mi mujer siempre está encima”, “nada de lo que hago le parece bien”, “elige el peor momento para pedirme las cosas”…)
Atendiendo a si saben lo que hay que hacer y en qué grado colaboran, desarrollamos 4 perfiles.
Sería maravilloso que Manolo se convirtiera en el perfecto amo de casa, pero seamos realistas: hay que empezar poco a poco.
Nuestro público objetivo serán parejas en las que el reparto de tareas es relativamente equitativo, pero en las que solo una parte se encarga de planificarlas. Vamos a convertir a “El Mandao” en “El Hombre”.
¿Facilitar viene de fácil?
Porque a mí no me lo pareció. Uno de mis retos personales era facilitar un taller, así que reuní a algunas de las mujeres entrevistadas (¡gracias, amigas!), y seguí con ellas el Método Basadur: hechos-retos-mapa de retos-soluciones.
El taller no nos dijo cómo había que hacerlo, pero sí lo que debía incluir.
Resumiendo: si conseguimos agrupar, categorizar, valorar, repartir, delegar, tarificar y priorizar las tareas de una manera lúdica, podemos hacerlo.
Vamos, 4 cosas.
3. La solución es evidente. Su forma, no tanto.
Había que tomar una decisión estratégica. La solución se dibuja como un algo que ayuda a planificar y repartir las tareas familiares, que las enumera, las reparte, las valora… ¿Pero qué forma tiene? ¿Es un producto digital? ¿Es un servicio? Debería ser todo eso, y nada de eso.
Este problema no se resuelve con una aplicación, ya que supeditas su éxito al de un producto. La solución tenía que ser algo más: un sistema, un método, un cómo se hace.
Seguir un método ayuda, pero no hay ninguno… ¡Pues vamos a desarrollarlo!
Pero… ¿en qué consiste un método?
Observando métodos que podían tener similitudes, analicé las metodologías ágiles, el sistema japonés de ahorro, a Marie Kondo, el Realfooding… ¡hasta la forma de organizar los gobiernos! Al final, como decía el anuncio, tu casa es tu república independiente.
Y muchos de estos métodos tenían cosas en común: procesos, categorías, reglas, rituales, herramientas... Así, empecé a dibujar los elementos que debía incluir el sistema.
Destripando tareas
La unidad mínima de información es una tarea. Analicé sus diferentes facetas y, en base a ellas, categoricé las tareas más comunes (y no tanto) que hay en los hogares.
4. El Método Komodo.
Ya conocemos las necesidades, sabemos de qué elementos constan las metodologías y tenemos claro de qué se compone una tarea y cómo se categorizan. Es el momento de dar forma a la solución.
Tono: un lenguaje “apropiado”.
Komodo aborda un problema serio, sin embargo necesitamos un componente lúdico para facilitar la adherencia. Y lo haremos tomando prestada la terminología institucional.
Las categorías se denominarán Ministerios, y la persona responsable, obviamente, será el ministro o ministra de esa categoría. Tendremos carteras, sesiones de control, posibles mociones de censura… Una apropiación lingüística que, por un lado, facilita la comprensión del método y, por otro, le dota de la importancia que requiere de una forma diferente y divertida.
Ser ministro no implica hacer todas las tareas que incluye el ministerio, sino ser responsable de las mismas. Al final, es una manera de repartir la planificación y la carga mental de las tareas, el objetivo principal de Komodo.
Puntuación: dando valor a las tareas.
Puntuar las tareas es necesario por varias razones. Por un lado, al hacerlo damos valor al esfuerzo que suponen, aunque no sea económico. Además, es la manera más lógica de evaluar la cantidad de tareas que realiza cada miembro de la familia (no basándonos en número de tareas, sino en el esfuerzo que suponen) y facilita el reparto. Si, por ejemplo, en la familia un miembro trabaja y el otro no, podemos asignar a ese trabajo unos puntos base, y a partir de ahí repartir.
Rituales: sin hacer sangre.
La empatía y la comunicación son fundamentales para el éxito de Komodo. Proponemos una standup cada noche para hablar de las tareas. Desde una que te ha alegrado hacer, a una que ha sido difícil. Desde el amor, no es momento de echar en cara, sino de compartir.
Además, cada mes se revisarán las tareas y ministerios y se podrá plantear un cambio de carteras.
Herramientas: se ha escrito un libro.
Todo método se apoya en herramientas para facilitar su uso.
Además de reglas y procesos, hemos diseñado herramientas gratuitas como una Guía Rápida de Iniciación y plantillas de reparto de tareas (en PDF y Excel) descargables en la web.
También ofrecemos una serie de herramientas de pago: un manual que explica el método en profundidad, agenda de seguimiento de tareas, packs de insignias para los peques y pizarras.
Recompensas: una palmadita siempre ayuda.
Para los niños, sin duda, ya que fomenta la participación. Pero, ¿y los adultos? Aunque el método no se ha de seguir por conseguir una recompensa, sumar puntos tiene que servir para algo.
Recompensas sí, pero conjuntas y decididas en familia: desde pedir pizza a un viaje familiar.
5. Prototipando el MPV: una web y luego ya vemos.
La primera versión de Komodo se centra en RRSS (Instagram) y una web en la que explicamos el método y ofrecemos las plantillas gratuitas y los productos a la venta.
La web debía respirar el espíritu de Komodo: orden, sencillez, cercanía… Y así ha quedado:
Si todo es gratis… ¿Cómo lo monetizamos?
El plan de negocio está basado en la captación de leads, crear seguidores que hagan que el método sea conocido. Por eso, todas las plantillas son gratuitas: con su uso y referencia, conseguiremos adherencia y generar interés en más usuarios. Los comprometidos, comprarán el libro, las insignias para sus peques…
Una vez tengamos seguidores, y seamos influencers, el retorno vendrá solo. Basta ver el camino seguido por otros métodos personales como Marie Kondo o el Realfooding… Netflix, ¡allá vamos!
¿Entonces cuándo ensayamos?
Llevamos más de dos meses sin ir al local. Ahora la culpa es de la cuarentena. Sin embargo, mis amigas ya se han hecho seguidoras de Komodo (no podían negarse).
Confío en que este método ayude a las mujeres y sus familias a, al menos ser conscientes de la carga mental que soportan. Si además conseguimos repartir la carga, y así reducirla, podremos decir: ¡reto conseguido!
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¡Hola! Soy Laura Payán. Soy diseñadora pero no pinto. ¿Entonces qué diseño? Diseño estrategias, contenidos, narrativas… ¡Ah! Y además escribo. Si quieres saber más sobre mí u ofrecerme un trabajo majo, echa un ojo a mi Linkedin.