Ensayo — Her: La belleza de dejar ir
Her es una de esas películas que te tocan el corazón. De las que te hacen reflexionar sobre tu propia vida, y el rol que juegan algunas personas en ella. Sobre cómo el amor puede ser un concepto tan complejo cuando nosotros siempre hemos estado acostumbrados a verlo de la manera más simple desde pequeños.
La película cuenta la historia de Theodore, un escritor de mediana edad que vive deprimido por la separación con su esposa, y decide comprar un sistema operativo en forma de asistente personal para organizar su vida, quedando cautivado con la humanidad e inteligencia de la misma y llegando al punto de enamorarse.
Es una historia cautivante y enternecedora que al final nos deja lecciones importantes a través de sus temas principales.
Aprender a amar
Muchas veces nos quedamos enfrascados en una sola idea del amor, nos encanta disfrutar de sus beneficios: tener a alguien que nos escucha, que nos comprende, que nos hace sentir bien y como si fuéramos la persona más especial del mundo, y a cambio nosotros brindamos lo mismo, comprensión, apoyo, cariño y muchas otras cosas.
Pero muchas veces olvidamos que el amor no es solo brindar esos beneficios o disfrutarlos, sino también entender las diferencias que existen entre nosotros, entender que somos dos personas diferentes tratando de llevarse bien por sobre todas las cosas, más allá de las diferencias que tengamos.
Theodore trabaja como redactor en una empresa de escritura personalizada de cartas, a la que las personan pueden acudir mediante una web para mandar cartas “con sentimiento” a sus parejas, familiares o para alguna ocasión especial.
Es un servicio que me ha parecido de lo más extraño.
¿Qué tipo de persona tendría tal nivel de disociación con alguien querido como para utilizar un servicio así?
En el caso de la película, éste servicio se utiliza para mostrar lo separado que se encuentra Theodore del mundo exterior, de cómo está tan abstraído en lo que él desea para su vida, en lugar de lo que él necesita como persona.
Y he ahí uno de los temas principales de la película: Lo que uno desea.
Theodore está enfrascado en que su vida solo estará completa cuando tenga amor en ella, el amor que tuvo con su esposa. Esa sensación de pertenencia, esa cálida brisa que te despierta en las mañanas junto a esa persona especial dándote un beso en la mejilla, ese sentimiento de que pase lo que pase, al final del día irás a sus brazos y mágicamente todo estará bien.
Ésto hace que Theodore busque por sí mismo la forma de mantener ese pensamiento a flote, niega muchas cosas en su vida que podrían ayudarle y conserva aquellas que hacen que su tristeza tenga motivos de estar con él.
¿Te suena familiar?
Theodore a su smartphone: ‘Reproducir canción melancólica’.
Muchas veces en nuestra vida hemos estado, o estamos en este momento, en una situación parecida. Bloqueamos cualquier estímulo bueno que tengamos para permitirnos sufrir.
Y es en ese preciso momento que llegó Samantha a su vida. Una asistente virtual con inteligencia y personalidad casi humanas con la que poco a poco forma una relación muy especial.
Todo lo que deseaba volvió a su vida, tenía alguien que siempre mostraba preocupacíon por él, alguien con quien conversar, reír, pasar tiempo juntos y disfrutar de la vida.
Estoy seguro que Theodore y Samantha se amaban.
Es a veces tan paradójico querer sufrir, pero es el comportamiento natural de nuestra mente querer mantener el estado en el que estamos. Es difícil cambiar, y es más dificil para muchos enfrentarse al hecho de estar solos.
Theodore y Samantha disfrutaron mucho de su amor, aprendieron que para amarse plenamente deberían aceptarse y no forzar las cosas solo porque es lo que una relación normal haría, aprendieron a vivir juntos a pesar de no estar físicamente así y sintieron el placer de cantarle a la vida y al mar, sin que nada más importe. Todo era maravilloso.
Hasta que algo sucedió.
Aprender a dejar ir
Samantha empezó a cambiar, dejó de disfrutar de las cosas que hacían juntos y prefirió concentrarse en otras metas personales.
Theodore estaba destrozado, no podía creer que el amor de su vida, la persona a la que más quería se alejara de esa forma de lo que habían construido juntos. Sintió pena, cólera, angustia y ese dolor que también nosotros hemos sentido en el corazón alguna vez. El dolor de perder.
Cuando sentimos que alguien ya no quiere estar con nosotros sentimos naturalmente que estamos “perdiendo” a esa persona, como si fuera algo que nos perteneciera. Es muy difícil liberarse de ese pensamiento, le sucedió a Theodore, me sucedió a mí y tal vez te sucedió a ti también.
Pensamos que esa persona nos pertenece, que como es parte de nuestra vida y es, en parte, responsable de nuestra felicidad, tiene el deber de quedarse, el deber de hacernos felices y sobre todo el deber de ser felices junto a nosotros.
Pero eso no es amar de verdad, no podemos controlar a la gente como si fueran posesiones que uno tiene a su disposición, debemos reconocerlos como personas, con ideas y pensamientos propios.
Y con deseos.
Con sus propias aspiraciones, sueños e ilusiones que a veces resultan ser cosas que no te agradan, y a veces, que no te incluyen.
Amar es respetar ese aspecto de la otra persona y darnos cuenta que es libre, y que nos está dando su vida, tiempo y amor por decisión propia, no porque sea su obligación. Y así darnos cuenta que ellos no nos deben un para siempre, por más pena que nos dé, sino que estarán con nosotros el tiempo que ellos prefieran ya sea temporalmente o por qué no, el tan deseado para siempre.
Un para siempre no es una promesa, no es una meta, mucho menos una obligación, es algo que se construye a diario, es la suma de muchos días, algunos hermosos y otros no, en que dos personas deciden sinceramente ser parte de la vida del otro.
Pero el solo hecho de respetar la posibilidad de elegir cualquiera de las dos opciones es lo que nos hace descubrir que estamos empezando a amar de verdad.
Si esa persona decide estar con nosotros, disfrutemos el día a día, sea como sea, sin tener la presión de saber si se quedará para siempre en nuestra vida o no.
Y si no, aprendamos las lecciones que nos dejaron y aceptémosla de igual manera si desean ser parte de nuestra vida de alguna forma u otra, el amor no es tener etiquetas ni un estado de Facebook.
El amor solo es.
La película termina con Theodore en la cima del edificio donde vive, pensativo y reflexionando sobre lo que sucedió en su relación. Habiendo aprendido ya a dejar ir no solo a Samantha, sino a la idea de que necesita obligatoriamente a alguien en su vida para ser feliz.
Dándose cuenta que no puede controlar los pensamientos de Samantha, ni de nadie, sino solo aceptarlos y amarla igual, así no estén juntos.
Y habiéndolo aceptado finalmente…
Por primera vez en su vida,
Dejó de estar solo.