Rally en Rila 13

Océane Bourchy
La Real Ciclismo
Published in
6 min readApr 4, 2016

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30/01/2016

Hace un año me subí por primera vez a una fixie.

Siempre me ha gustado la bicicleta, pero esta de piñón fijo, ¡me encanto! Muy rápidamente se convirtió en mi vida diría, mi medio de transporte, mi deporte, mi diversión. Sin darme cuenta ya había entrado en el mundo del ciclismo urbano. La bicicleta ya es parte de mi vida y hasta la fecha no me deja de sorprender y de encantar.

Y un día descubres lo que es un rally, te despiertas con nervios, pero sobre todo alegría, felicidad, con ganas de invadir las calles. Hoy toca, hoy es un día especial: un día de alleycat! El estrés aún no lo sientes, no ha llegado por el momento, va evolucionando mientras avanza tu día, hasta desaparecer para convertirse en motivación a la hora de la salida, hasta hacer aún más fuertes tus ganas de correr.

Dan la salida y la ciudad se transforma en tu campo de juego.

Te dan el manifesto y todo se acelera, todas las imágenes que tienes de la ciudad desfilan en tu mente, ves primero las avenidas principales, como se van a conectar a esos checkpoints que acabas de descubrir y que a veces ni ubicas bien. Se va diseñando una ruta en tu mente, rutas que vas armando con tu equipo, los con quien vas a compartir la aventura de hoy, tu camino se adapta en el momento en la mayoría de los casos. Sacas tu Sharpie y las palabras claves se escriben en tus brazos. ¡Listo! Llega el momento de la salida, todos tus sentidos al 100, agarras tu bici y las calles son tuyas.

Sientes que esa adrenalina tan especial, provocada por el rush de la carrera, te guía y solo fluyen tus piernas en los pedales.

Pero este sábado 30 de enero de 2016, no me tocó sentir todo eso, unas lesiones no me dejaron correr. Este día, cambié de lado y viví el evento del lado de la organización. Son las 3 de la tarde, empiezan a llegar los corredores, unos ya tienen sus números y están acostumbrados a participar a los rallys. Otros, nuevos, se animan a correr por primera vez. Todos tienen que firmar la responsiva, una vez firmada les doy su Spoke card. La mayoría ya sabe lo que es y la pone en los rayos de su bici. Ahí me doy cuenta que sí hay muchos novatos, cuando escucho: “¿Qué es eso? , ¿Qué tengo que hacer yo con eso?”. Damos muchos números, en el rush no tenemos el tiempo de contar cuantos salen. Llega el momento de entregar los manifestos, todos se concentran, trazan sus rutas. Ya es hora de salir, dejan sus bicicletas en el piso, y se ponen todos atrás de la línea imaginaria, listos para salir corriendo en el segundo en cual se grita: ¡SALIDA!

Ver a tanta gente subirse a su bicicleta y salir al mismo tiempo, todos en la misma dirección … sí es increíble. Es exactamente a ese momento que entiendes por que estas aquí y porque te encanta el ciclismo urbano. Después de ese shot de adrenalina que nos da la salida, hay que ponernos a preparar la llegada, organizar los premios, pensar en como los vamos a recibir. Eso es más tranquilo, me pongo a contar cuántos números salieron: 109.

109 personas están ahorita pedaleando en la ciudad buscando como llegar lo más rápido a todos los checkpoints.

Una hora, una hora y cinco minutos, una hora y diez minutos, nadie llega… Todos ansiosos en la meta, ¿Dónde están? Una hora y trece minutos, ya se acerca el primer corredor y todos siguen. Damos el segundo manifesto a los 30 primeros, tienen que ir a dos checkpoints más. Se siente la tensión y la sorpresa, muchos ya se habían bajado de la bici, pero no aún te faltan dos checkpoints que no tenías contemplados, ¡ándale ya casi acabas!

Poquito a poquito todos van llegando y empieza el convivio. Cada quién cuenta su propia experiencia del rally; los escucho con envidia, el próximo sí lo voy a correr! Este momento, en cual compartes lo que te gusta con gente a quien le gusta también, está increíble. Te sientes muy bien, lleno de alegría por compartir lo que te emociona en tu día a día.

Una mezcla de sensaciones.

Todos tus sentidos despiertos, un momento de diversión en una ciudad que descubres de otra manera y un poquito más cada vez. Todo eso te toca vivir un día de alleycat, y ese rush, esa adrenalina, que no encuentras en nada más. Sí es adictivo. ¡Nos vemos en el próximo rally!

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