La semilla de aire

Tercera parte

Óscar Solano
La Semilla de Aire

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La más mala de las mujeres con la que estuve, se llamaba Jimena. Yo siempre le decía que debía escribir su nombre con G, de Gripe, y no porque todos la hubieran tenido (aunque sí), sino porque ella era capaz de dejar a cualquier hombre en cama con los ojos rojos y jalando la nariz, ja, ja. Cuando la conocí, me usó para sacarse un clavo que tenía bien hundido. Yo estaba consciente de que me estaba usando para sobrescribir esos recuerdos que no lograba olvidar. Y sí, por dos años fui como tinta sobre los bocetos en su memoria, pero no me importó. Si se pregunta que si lloré por ella… Cada viernes, don Joaquín. Cada viernes sin falta.

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