El profeta ilustrado y nuestro Guaidó hegeliano

La Tizza
La Tizza Cuba
Published in
8 min readMay 13, 2020

--

Por Wilder Pérez Varona*

De la serie “Dibujos de cuarentena”, Octavio Irving, 2020

No creo que Bourdieu, al abordar los efectos de imposición de las titulaciones,[i] haya podido imaginar el caso de una «autoproclamada» titulación académica, pero sin sustento alguno en las propias normas de interpretación que toda obra impone. Ni en otro referente al uso.

Este parece ser el caso de Miguel Alejandro Hayes, coordinador y «disertante» habitual de La Trinchera y otros espacios, se complace en exhibir entre sus títulos el de especialista en «Lógica Hegeliana».[ii] El pasado 7 de mayo este oasis hegeliano en el desierto positivista que aprecia en la intelectualidad insular, publicó en su blog un escrito que denominó «El marxismo en Cuba hoy».[iii]

Para Hayes, el marxismo vigente en Cuba se distribuye, sin más, entre estalinistas y «neoestalinistas». Pero incluso esta distinción le llega a ser excesiva.

Hay razones para debatir, cuando los argumentos no son mera elucubración y generalización gratuitas. La dispensa infundada de calificativos solo merece la burla. Pero incluso la burla requiere de algún método. Veamos el antecedente que el texto de Hayes reconoce, antes de ocuparnos de «El marxismo en Cuba hoy».

El 30 de abril de 2018, Cubaposible publicó un artículo de Armando Chaguaceda,[iv] que declaraba analizar «los referentes teóricos y la potencialidad explicativa y transformadora de la agenda política» atribuida a una fracción de la «nueva izquierda cubana», una fracción que catalogara de «neoleninista».

Su categoría, «neoleninismo» criollo, cumple para él la necesaria función de legitimar la existencia de «un debate posible dentro del socialismo cubano». Esta filigrana conceptual es justificada por su agrupación institucional[v] y expresión mediática — La Tizza y La Joven Cuba — , y por el lugar central que, entre sus referentes, ocupa «el legado de los integrantes de la revista cubana Pensamiento Crítico». En una veloz «dialéctica», Chaguaceda realiza su «ajuste de cuentas», pero no lo hace de manera directa con lo escrito por los supuestos «neoleninistas». Ni siquiera la emprende contra el idealismo metafísico que adjudica a aquellos «mentores» de «su» propia generación intelectual y política… sino con Fernando Martínez Heredia.

Al proceder con tanta singularidad, Chaguaceda, con seguridad, hallará justificado que no tome una cosa por otra, y me refiera, no a lo que su texto declara expresar, sino a lo que en realidad expresa.

Al hilo de sus elucubraciones, el autor contrapone, por un lado, el proceso revolucionario cubano — cuya defunción ubica con tanta originalidad a mediados de los años setenta — al «movimiento general de la sociedad actual». Por otra parte, opone los «modos de ejercer el poder» al «proyecto nacional popular de 1959» — libertad metafórica que da lugar a no pocos equívocos de precisión histórica — . Lo que importa, sin embargo, es señalar que esta segunda distinción vuelve a colocarle en las coordenadas de interpretación — desarrolladas por Fernando Martínez Heredia — de la que la primera oposición pretende abjurar.

En su tan oportuna diatriba,[vi] Chaguaceda (des)caracteriza al sistema político vigente en Cuba sobre el fundamento de la acción demiúrgica y paternalista, así como por la voluntad de permanencia en el poder de sus dirigentes, ante una «ciudadanía desarmada» de credos liberales — «libertad de organización, expresión, manifestación y elección» — y, por ende, sin existencia pública, ya que «no es posible medir ni exponer públicamente las preferencias individuales o colectivas» (sic) que seguramente la distinguirían, de existir. En consecuencia, rehúsa conceder la condición de ciudadanos a una minoría de «personas» que se identifican con el «discurso y gobierno imperantes» — con lo que sustrae el proyecto y las «promesas emancipadoras del socialismo» de toda motivación política real — y que pueden ser distinguidas de una mayoría que, con su emigración galopante, «busca sobrevivir al margen de viejas y nuevas utopías».

Entre una mayoría despolitizada y enajenada y una minoría de personas interesadas en apoyar al régimen, Chaguaceda no reconoce, de hecho, la existencia de una ciudadanía en Cuba — pues solo depara el término de ciudadanos, como excepción, para «opositores conscientes» — .

Nada más consistente con su devaluación del concepto gramsciano de sociedad civil, que en los años noventa polarizara los criterios de los intelectuales cubanos y cuyo debate amplió y redimensionó la comprensión del proceso de la política en nuestro país. Y no solo en el marco académico. De hecho, tales afirmaciones ofrecen un curioso espectáculo: acaban avalando las conclusiones de la pulcra exhibición de DIAMAT que publicara en Granma, Valdés Vivó, en 1996: la sociedad civil no es un concepto pertinente para Cuba.[vii]

Sin embargo, son sus «neoleninistas cubanos» o «gramscianos criollos», lastrados por limitaciones de «comunicación, de información y socialización políticas», quienes andan en tren a vapor en pleno siglo XXI. Su «constatación» de esta desactualización de referentes bibliográficos y reales anima a Chaguaceda — que se siente cobijado por la «República de las Letras» — al vaticinio grandilocuente: aquellos «quedarán presos del mito y la cita pero nunca aprovecharán el método» del insigne sardo, superado además «por la historia y la realidad».

Al fin, el autor parece condescender a ilustrar con su recetario de propuestas «radicales, sustentables y cualitativamente nuevas», «para el presente» de Cuba… Pero solo hallamos una combinación de lugares comunes sobre problemas y necesarias apuestas, y una exhortación contra los males del «capitalismo autoritario» — ¿con caracteres soviéticos? — que impone el «aparato burocrático-militar» cubano. Además de un guiño a la cuenta de X Alfonso.

Acaso Hayes se haya sentido estimulado por «las potencialidades de una mirada dialéctica» de que hiciera gala Chaguaceda para endilgar categorías, solucionar entuertos y formular recetas.

Su lógica-con-perdón-de-Hegel es aún más atrevida.

Su premisa es que en Cuba el «fetiche de la institución» es un fenómeno extendido. Por ende, el marxismo en la isla solo puede ser de dos maneras: académico uno; falsamente crítico, el otro. De lo que sigue, muy en rigor, que el marxismo académico solo puede existir como «tradicional versión cubana de estalinismo» — tradición que él remonta a 12 años (¿?) — , cuyo fin es «defender la estructura política y el signo político del gobierno». En fin, un «discurso de Estado» que no es marxismo. Para argumentar este infalible silogismo, Hayes, cómo no, remite a tres textos de su propia autoría.[viii]

Pero la embestida contra falsos o no-marxismos no acaba ahí. Hayes se da por servido con las atribuciones de Chaguaceda, y no duda en endilgar a los «neoleninistas» — ahora rebautizados como «neoestalinistas» — el corpus doctrinario imaginado por el anterior. Pero veamos este balance entre dogmas inculpados y argumentos que los explican y corroboran.

Dogma:

«[los «neoestalinistas»] asumen la revolución cubana como un proceso continuado hasta la actualidad».

Argumentos:

«…establecen una similitud entre el carácter participativo y popular del período 59–62, e incluso años después, como vigente… [y, por tanto, es natural que] hagan referencias al poder popular, a la participación, a la autogestión en la Cuba actual.»

Ergo, se trata de un «marxismo sesentero» que ignora por completo una serie de cuestiones claves de Lenin, Gramsci y Marx — a saber el porqué de ese orden… debe ser porque ese «neoestalinismo» se proclama «gramsciano, leninista y marxista» — :

- «…la defensa que hizo Lenin del uso consciente del mercado (verdadera noción de Lenin de planificación) así como su carácter objetivo…»

- «…el peligro del sentido común para la reflexión teórica (Gramsci)… »

- «…el abandono de las teleologías en la teoría (Marx)…»[ix]

Contra este «neoleninismo» — pues a nuestro autor ya le da igual de qué neo-«ismo» se trate — sigue acumulando pruebas:

- «va a las ideas de los clásicos mencionados a extraer términos como comunismo, socialismo, imperialismo, no para otra cosa que construir un discurso de Estado…»[x]

Y ya está. Ahora podemos advertir la genialidad de este «hegelianismo» tropical/verdaderamente marxista: de una premisa común — fetichismo institucional en Cuba — , concluye que las dos formas de marxismo que solo pueden existir — académico y falsamente crítico — son ambos lo mismo: ¡«discurso de Estado»! Claro que solo varían las posiciones de enunciación, las instituciones que lo cobijan, los referentes teóricos y sociales, los problemas abordados o adjudicados, los temas que analizan (o ignoran), la forma del discurso… Pero son la misma mismidad.

Para quien afirma que El Capital es la Ciencia de la Lógica pasada por Smith y Ricardo,[xi] o acepta la dicotomía entre ciencia e ideología, atribuyendo al verdadero marxismo una y a su empleo estatal otra, o define la relación entre el «movimiento de la lógica de Marx» y la «práctica social que le concierne» como algo equivalente a «conocerlo y aplicarlo» de modo adecuada[xii]…una conclusión como la anterior no debería sorprendernos.

Hayes no descubre el agua tibia: declara que no existe, sin más, porque él mismo no la ha descubierto. Todo es cuestión de ser o no ser, sin mediaciones, se es o no marxista, se es o no revolucionario. Hayes se autoproclama hegeliano, pero sigue a Parménides.

Claro que esto, como tantas cosas, no lo sabe.

Notas:

[i] Ver capítulo 1 de La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Madrid: Santillana, 1988.

[ii] Como puede observarse en la presentación que hace de sí en El Solar, su propio podcast. Disponible en http://www.desdetutrinchera.com/el-solar/

[iii] Disponible en https://www.desdetutrinchera.com/marxismo-en-cuba/marxismo-en-cuba-hoy

[iv] «El neo-leninismo en Cuba: ¿renovación desde la izquierda?». Disponible en https://cubaposible.com/neo-leninismo-cuba-renovacion-desde-la-izquierda/

[v] «…escriben y reflexionan al amparo de foros e instituciones culturales cubanas como los centros Marinello y Martin Luther King o el Grupo América Latina Filosofía y Sociedad…». Los mismos referentes que enuncia nuestro Guaidó hegeliano insular.

[vi] Va y el texto de Chaguaceda quiso socorrer la orfandad intelectual que advirtió en sus «neoleninistas», y todo esto es solo un malentendido a causa de un gesto compasivo. Fernando Martínez Heredia había fallecido el 12 de junio del año anterior.

[vii] Valdés Vivó, Raúl (1996): «Sociedad civil o gato por liebre?», Granma, La Habana, 4 de enero.

[viii] Se trata de «El milagro que debe realizarse», «De Filosofía Marxista-Leninista a Filosofía» y «La historia sufrió mucho». Todos disponibles en su blog.

[ix] No alargaré esto, citando un sinfín de textos publicados en La Tizza, o compilaciones sobre eventos, aparecidos bajo el sello editorial del ICIC Juan Marinello o del Instituto de Filosofía, donde justo se problematizan y abordan aquellas cuestiones supuestamente «ignoradas» por los neo-«istas» para demostrar la ignorancia sobre lo que ignoramos que Hayes exhibe. Correría el riesgo de adjudicarnos una identidad donde, en rigor, ha existido una diversidad de posiciones y la voluntad de articular fines compartidos. Como botón de muestra, ver:

Rojas, Fernando L.(comp.) Y seremos millones. Memorias del taller «Lenin en 1917. De las Tesis de abril a El Estado y la Revolución», ICIC Juan Marinello, La Habana, 2017.

Dosier «Centenario de la Revolución de Octubre», Revista Cubana de Ciencias Sociales, №48, enero-junio 2018.

«¿El “materialismo histórico” es una filosofía de la historia?» publicado en La Tizza el 28 de mayo de 2018, disponible en https://medium.com/la-tiza/el-materialismo-hist%C3%B3rico-es-una-filosof%C3%ADa-de-la-historia-ad88f9a24e7b

Entrevista al Dr. Eric Toussaint «La lección de la Unión Soviética es que la burocracia elige la restauración capitalista». Publicado en La Tizza el 29 de mayo de 2019, disponible en https://medium.com/la-tiza/la-lecci%C3%B3n-de-la-uni%C3%B3n-sovi%C3%A9tica-es-que-la-burocracia-elige-la-restauraci%C3%B3n-capitalista-be801bb25126

Entrevista al Dr. Henry Mora Jiménez. «Socialismo con mercados: subordinar el mercado a un proyecto social de reproducción ampliada de la vida». Publicado en La Tizza el 1 de julio de 2019, disponible en https://medium.com/la-tiza/socialismo-con-mercados-subordinar-el-mercado-a-un-proyecto-social-de-reproducci%C3%B3n-ampliada-de-93e5ed8f50f8

«La respuesta a los desafíos de Cuba no la hallarán en la Crítica del Programa de Gotha», publicado por La Tizza, el 15 de abril de 2020, disponible en https://link.medium.com/ZfQSwHgRHS

[x] Tenemos así la graciosa ecuación: neoleninismo=neoestalinismo. Suprimiendo elementos comunes: Lenin=Stalin=metafísica de Pensamiento Crítico=marxismo cubano=reproducción ideológica (irreflexiva) y catecismo revolucionario que ve al mercado capitalista como una invención de sujetos burgueses cuya rapacidad imperialista no les permite apreciar que el comunismo es el fututo infalible de la humanidad=discurso del Estado cubano.

[xi] «El milagro que debe realizarse», disponible en https://www.desdetutrinchera.com/marxismo-en-cuba/marxismo-en-cuba-hoy/

[xii] «Ser marxista hoy», en Rebelión, disponible en https://rebelion.org/ser-marxista-hoy/

--

--

La Tizza
La Tizza Cuba

Revista digital y plataforma de pensamiento para debatir el proyecto de la Revolución Cubana, su relación con prácticas políticas de hoy, sus futuros necesarios