Intento de golpe de Estado en Bolivia: causas, hechos y preguntas

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La Tizza Cuba
16 min readJun 28, 2024

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Cartel: Josh Mayfield / Utopix

La Tizza comparte un grupo de reflexiones a raíz del reciente intento de golpe de Estado en Bolivia, acontecido el pasado 26 de junio.

Asonada en Bolivia: algunos hechos y muchas preguntas

Por Lautaro Rivara

A cinco años del último golpe de Estado, una nueva asonada militar buscó quebrar otra vez el orden constitucional boliviano.

Los hechos

En la tarde del día 26 de junio, un sector del Ejército boliviano comandado por el general de división Juan José Zúñiga se amotinó en la ciudad de La Paz, movilizando unidades de la Policía Militar –incluyendo a varias tanquetas– hacia la Plaza Murillo, centro del poder político boliviano desde la Guerra Federal de 1899, y sede de la llamada Casa Grande del Pueblo, que reemplazó al antiguo Palacio Quemado en 2018.

Zúñiga había ganado notoriedad internacional el día lunes, cuando en una polémica entrevista televisiva el militar asumió funciones deliberativas (algo prohibido por la Constitución política del Estado), e incluso ciertas atribuciones judiciales, decretando la presunta ilegalidad de una nueva candidatura a la presidencia por parte de Evo Morales Ayma.

Cuando la periodista del programa No mentirás preguntó al militar sobre «cómo haría cumplir la Constitución del país» llegado el caso, este deslizó una amenaza, asegurando que las fuerzas armadas son «el brazo armado de la patria», y llegó a sugerir el encarcelamiento de Morales.

A lo largo de todo el día martes corrieron diferentes rumores sobre la presunta destitución del general, quien se desempeñaba además como Comandante General del Ejército. Pero Zúñiga volvió a irrumpir en escena en un acto público, investido aún como comandante.

En horas de la mañana del miércoles, algunos mandos militares comenzaron a acuartelarse, lo que disparó todas las alarmas a nivel nacional e internacional sobre un eventual quebrantamiento del orden constitucional, apenas tres años y medio después de que la democracia fuera restaurada en la nación andina. Fue cerca de las 15:00 horas que comenzó el despliegue de tropas y se confirmó el motín. También se denunció la presencia de francotiradores apostados en las inmediaciones de la Plaza Murillo. Zúñiga ingresó a la plaza en una tanqueta que finalmente derribó la puerta del Palacio de Gobierno. Allí exigió cambios en el gabinete ministerial y alertó sobre la posibilidad de tomar los poderes ejecutivo y legislativo.

Además, en un giro inesperado, el general anunció que liberaría a Jeanine Áñez, expresidenta de facto, y a Luis Fernando Camacho, antiguo gobernador de Santa Cruz, responsables del golpe de 2019, a quienes definió como «presos políticos». Ambos cumplen condena en prisión por delitos varios como los de incumplimiento de deberes, sedición, financiamiento del terrorismo, cohecho, instigación a delinquir y asociación delictuosa. Paradójicamente, tanto Áñez como Camacho tomaron distancia de la intentona.

Tras estos hechos, el presidente Luis Arce en persona encaró al general sublevado en la sede de gobierno: «Usted respeta el mando militar, repliegue todas las fuerzas en este momento, es una orden», exigió. Ante la negativa del militar, el presidente en ejercicio nombró a José Wilson Sánchez como nuevo jefe de la fuerza, en cumplimiento de la Constitución nacional y de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas. Como primera acción, Sánchez ordenó el repliegue a los cuarteles de todos los amotinados, a lo que finalmente procedieron. Los enfrentamientos entre militares y manifestantes causaron unos seis heridos confirmados de momento, aunque no hubo que lamentar víctimas fatales.

Por último, en una trama vertiginosa que se desarrolló en cinco horas de máxima tensión, el Ministerio Público se pronunció a través del Fiscal General, emitiendo una alerta migratoria para detener a Zúñiga, quien finalmente fue capturado por las fuerzas constitucionales. Por estas horas se investiga si otros comandantes o sectores de la Armada y la Fuerza Aérea fueron parte o no de la conspiración.

A diferencia de lo que sucedió en el golpe de 2019, esta vez se evidenció una unidad social monolítica, pese a la profunda fractura política del bloque que supo llevar a Morales a la presidencia en 2006 y a Arce en 2020.

Rápidamente, la poderosa Central Obrera Boliviana (COB) condenó el golpe y convocó a una huelga general indefinida. Idéntica postura tomaron la CSUTCB, la principal confederación campesina del país; la Confederación de Mujeres «Bartolina Sisa»; la CIDOB, representante de los indígenas de las tierras bajas del Oriente boliviano, así como otras organizaciones sociales, sindicales, obreras, campesinas e indígenas.

A nivel internacional, los posicionamientos fueron rápidos y enérgicos. Incluso presidentes neoliberales como Luis Lacalle Pou en Uruguay, manifiestamente hostiles a los gobiernos del MAS, se pronunciaron contra el golpe, lo que da algún indicio sobre su prematuro aislamiento y su improvisación. Lo mismo hicieron Gustavo Petro en Colombia, Lula da Silva en Brasil, López Obrador y Claudia Sheinbaum en México, Nicolás Maduro en Venezuela, Díaz-Canel en Cuba, Gabriel Boric en Chile, etcétera. Hasta la canciller de Argentina, Diana Mondino, emitió una condena, aunque algo abstracta y elusiva. Por último, Xiomara Castro, la presidenta protémpore de la CELAC, convocó a todos los líderes del organismo a repudiar el hecho.

Las preguntas

Hasta allí los hechos. Hechos que debemos tratar de encuadrar en la historia reciente y en el contexto político general del país, y que debemos interpretar a la luz de una serie de preguntas por ahora irresolubles, pero que de todos modos es necesario formular.

La primera, y más urgente, es qué relación tiene (si es que tuvo alguna, ya sea directa o indirecta) esta tentativa de golpe con la interna pública y feroz que sostienen desde hace tiempo las dos facciones del partido de gobierno, personificadas en las figuras del presidente Arce y del expresidente Morales, ambos dispuestos a competir por la presidencia en 2025.

En principio, es posible que Zúñiga creyera que la debilidad del gobierno y el desgaste acumulado en la interna abonaba el terreno para una actuación de tipo providencial, y que de alguna forma su putsch podría contar con el apoyo de la oposición tradicional y de las élites que Áñez, Camacho, Marco Pumari y otros golpistas supieron movilizar con éxito en 2019. A esto debemos sumar un ambiente caldeado tras algunas semanas críticas, en donde se dieron una serie de protestas y bloqueos, fogoneados por la crisis de los combustibles, la inflación de los alimentos y la escasez de divisas.

La segunda pregunta, relacionada con la anterior, es si Arce saldrá fortalecido o no de este trance, lo que pareciera estarse verificando, al menos en el corto plazo.

Si bien es verdad que fueron elementos legalmente bajo su mando los sublevados, también es cierto que la restauración del orden fue casi inmediata y bastante ordenada, y que el presidente y la nueva cúpula por él nombrada lograron contener a la mayoría de los elementos de las fuerzas armadas que, ya sea por cálculo o por convicción, decidieron no plegarse al motín. La otra pregunta tiene que ver con la suerte futura de Zúñiga, el principal actor en discordia. En principio, la rápida actuación del Ministerio Público y la orden de captura y posterior detención del exgeneral, anticipan quizás un tratamiento rápido y expedito como el que merece un delito flagrante de sedición. Como sea,

actuar con premura y decisión podría cortar de raíz con toda especulación presente o futura sobre la posible articulación entre la interna y la tentativa de golpe.

Otra cuestión, tan pertinente para Bolivia como para el resto de la América Latina y el Caribe, se relaciona con la salud democrática de nuestras Fuerzas Armadas.

¿Cómo es posible que un gobierno progresista que sufrió un golpe de Estado hace apenas un lustro, no haya logrado purgar a los elementos sediciosos que siguen haciendo sonar «la hora de la espada» ante la menor insatisfacción doméstica, o ante cualquier intento del poder civil de medrar en sus privilegios de casta?

Recordemos, por ejemplo, el triste caso de Williams Kaliman, el general que «sugirió» la renuncia de Morales en 2019. Tras dar el paso decisivo en la consumación del golpe el militar se fugó a los Estados Unidos, no sin antes recibir de manos de Bruce Williamson, el encargado de Negocios de la embajada estadounidense, nada menos que un millón de dólares. Kaliman, quien había sido nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en diciembre de 2018, se formó con militares estadounidenses en la tristemente célebre Escuela de las Américas, lo que comprometió desde un comienzo sus lealtades.

Otra pregunta, que supura desde la herida abierta por el 2019, es si en esta ocasión «el diablo volvió a meter la cola». Recordemos la participación probada de la embajada estadounidense, la Organización de Estados Americanos (OEA) y de otros actores internacionales en aquella coyuntura crítica (hasta el propio Elon Musk celebró y asumió como propio un golpe que siempre tuvo en la mira las ingentes reservas bolivianas de litio). ¿O se trató más bien, en este caso, de un hecho ante todo doméstico, precipitado por los intereses corporativos de la fuerza y por la inminente destitución de Zúñiga tras sus resistidas declaraciones a la prensa? Como sea, el rápido aislamiento de la intentona, tanto local como internacionalmente, abonan a esta última hipótesis.

La última pregunta, y quizás la más importante para los tiempos por venir, es si la tentativa de golpe y la unidad social manifestada en las calles como respuesta servirán como voz de alarma y podrán atemperar la crisis. O si por el contrario, los balances dispares de la jornada harán parte de un nuevo y amargo capítulo de una lucha fratricida que enfrenta a diferentes sectores de las clases populares.

Clases populares que se posicionan no solo frente al desafío de garantizar la continuidad de un proceso de cambio inédito en la región y el mundo, y que se enfrentan ya no solo a una oposición oligárquica que celebra el divisionismo y se fortalece en términos electorales, sino que empieza a manifestarse a través de actores no civiles y de estrategias no democráticas para retornar al poder.

Tomado de: https://www.diario.red/articulo/america-latina/asonada-bolivia-algunos-hechos-muchas-preguntas/20240627101020031997.html

¿Por qué el reciente intento de golpe de Estado en Bolivia fracasó y por qué el golpe del 2019 se consumó?

Por Ollantay Itzamná

En 2019, el gobierno boliviano se encontraba aislado de los movimientos populares. Las clases medias, manipuladas por los golpistas, ganaron las calles ante la ausencia de los pueblos y movimientos sociales.

En 2024, el gobierno de Luis Arce, luego de las apoteósicas asambleas populares recientes en las que participó, estaba conectado con los sectores populares. Y fueron estos sectores quienes inmediatamente ocuparon la Plaza Murillo, teléfonos celulares encendidos en mano, ante el violento ingreso de los militares al Palacio de Gobierno para destituir al presidente. No hubo miedo popular. En el 2019, sí.

En 2019 la ecuación política fue: pueblos desmovilizados + movilización de los «pititas» bajo el mando de Luis Camacho + insubordinación militar + huida del gobierno = Consumación del golpe de Estado, seguido de dictadura sangrienta de un año.

En 2024 la ecuación fue: sectores populares a las calles + gobierno de Luis Arce enfrentando a los golpistas con su «cuerpo» = fracaso del intento del golpe, cabecillas de golpistas detenidos y presentados públicamente como delincuentes por las autoridades legítimas.

En 2019, el gobierno «autoaislado», asustado, desconvocó a los pueblos y huyó. En 2024, el gobierno acuerpado por sectores populares, ejerció su autoridad, ordenó a los militares cuerpo a cuerpo a retornar a sus cuarteles, ordenó arrestar a los golpistas.

Un factor/lección importante de esta victoria popular sobre los militares insubordinados fue la «unidad en la diversidad» mostrada por las diferentes corrientes políticas dentro del propio Movimiento Al Socialismo (MAS) que lograron mostrar la profundidad de su conciencia política.

Álvaro García Linera: «Las peleas internas nos hacen olvidar enemigos mayores»

El exvicepresidente de Bolivia entre 2006 y 2019, Álvaro García Linera, ha repudiado el intento del golpe de Estado que hubo contra el gobierno de Luis Arce y ha asegurado que los poderes de facto están siempre latentes y «sacan la cabeza» cuando los proyectos progresistas se muestran débiles. En una entrevista con Víctor Hugo Morales en la 750, García Linera llamó a reflexionar sobre el rol de los «poderes fácticos» que atentan contra los gobiernos en la región.

«En todo el mundo, en todas las democracias, hay poderes fácticos que escapan al voto. Las oligarquías empresariales, las fuerzas armadas y, en el caso de América, la embajada norteamericana», ha dicho García Linera apenas horas después del intento de golpe de Estado en Bolivia, donde el general detenido Juan José Zúñiga intentó ingresar al Palacio de Quemado con tanquetas, lo que desató las alertas del gobierno boliviano y de presidentes de toda la región, con excepción del argentino, Javier Milei.

El exvicepresidente sostuvo que «esos poderes fácticos siempre están ahí, al margen de la democracia». Y que actúan «cuando ven debilidad en los gobiernos». «Ayer le tocó actuar a una facción, a un pedazo muy conservador, del interior de las Fuerzas Armadas», dijo, y descartó de ese modo la versión de un posible «autogolpe», tal como sugirió un sector del propio Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Arce y Evo Morales. Este jueves, el diputado Anyelo Céspedes Miranda le dijo a la 750 que «todo ha sido planificado» por Arce.

García Linera, lejos de suscribir la idea de que hubo un autogolpe de Estado, dijo que se trata de «los peligros siempre latentes, que nunca desaparecen, pero que se vuelven más inmediatos cuando los gobiernos progresistas tienen dificultades, están débiles. Y quedan más silenciados cuando los gobiernos son fuertes».

De hecho, sostuvo que las declaraciones del propio exgeneral Zúñiga –quien se puso al frente la insurrección y luego, al ser detenido, aseguró que era todo un plan orquestado por Arce– «hay que tomarlas a título de inventario, porque ya es un hombre detenido que no tiene nada que perder».

«Esas son las fracturas internas que nos muestran débiles. Y peleas internas nos hacen olvidar enemigos mayores. Que como ayer, sacan la cabeza, asoman las orejas», dijo con contundencia en medio de un tumultuoso gobierno de Luis Arce, mediado por una gran pelea con Evo Morales.

Por eso, aclaró que

«las fuerzas progresistas tienen siempre contradicciones. Pero cuando se convierten en fundamentales, dejamos de ver al verdadero adversario que está agazapado». Finalmente, relató: «En Bolivia [el verdadero adversario] viene actuando desde principio de año con la corrida bancaria. Hay empresarios que no entregan sus dólares de exportaciones y prefieren dejarlos en sus cuentas norteamericanas. Y ahora este intento de golpe de Estado…»

Tomado de: https://www.pagina12.com.ar/747648-alvaro-garcia-linera-las-peleas-internas-nos-hacen-olvidar-e

Hugo Moldiz: «Una gestión exitosa de la defensa de la democracia en Bolivia»

teleSUR conversó con el exministro de Gobernación, economista, catedrático y analista boliviano, Hugo Moldiz, quien, junto a nuestra periodista Marcela Heredia, abordó un análisis de los acontecimientos de la víspera en La Paz que terminaron en el fracaso de la intentona golpista contra el presidente constitucional Luis Arce.

Marcela Heredia (teleSUR): Hablemos de lo que se considera «una gestión exitosa de la defensa de la democracia en Bolivia». Así titulan algunos medios de comunicación inclusive, así que abrimos por ahí el análisis a ver qué te parece.

Hugo Moldiz: Yo creo que han confluido varios factores para que la democracia y el gobierno legalmente constituido no sufrieran un golpe de Estado por parte de algunos militares. Lo primero fue la actitud del presidente Luis Arce: no se va. Arce se queda, enfrenta, encara al general golpista y le ordena que se repliegue. Este le dice que no, pero eso no amilana la actitud y la firmeza con la que Arce enfrenta la situación. Segundo,

la rápida respuesta de la gente que se traslada por miles hacia la sede de gobierno, hacia la Casa Grande. En la plaza Murillo ya hay enfrentamientos con militares — felizmente sin bajas de la parte civil y tampoco de la parte militar—, pero se producen enfrentamientos.

Tercero, la reacción rápida de la comunidad internacional: desde gobiernos de izquierda progresistas, hasta la propia OEA, incluso algunos presidentes de derecha. Cuarto, la imposibilidad — lo ha planteado Fredy Morales— de Zúñiga de lograr que a tiempo se pueda articular a otras unidades y regimientos. Él instruye a las 12:30 del mediodía el acuartelamiento, eso sucede de manera efectiva — todas se acuartelan en el país sin saber el motivo — . Sin embargo, ya cuando el general Zúñiga toma la plaza Murillo, la Octava división, por ejemplo, que queda en el Oriente boliviano en Santa Cruz, decide no plegarse a la aventura golpista. Lo mismo pasa con la Séptima división — que está acantonada en Cochabamba— y lo mismo pasa con Challapata — donde hay vehículos pesados y de asalto—: deciden no plegarse. Prácticamente lo dejan solo. Yo diría que un factor adicional es — aunque luego cambia— el rechazo de sectores, incluso de la oposición, a un golpe de Estado en Bolivia.

Marcela Heredia (teleSUR): Una vez que ya los hechos están desplegados, que se emitió la orden de aprehensión — la emitió el Ministerio Público contra Zúñiga por la presunta comisión de delitos de terrorismo y alzamientos armados contra la seguridad y soberanía del Estado— y ya se empieza a conocer el documento, se empiezan a difundir otros detalles. Cuando aparecen estas denuncias del presidente Arce de movilizaciones irregulares en algunas unidades del Ejército boliviano, los medios de comunicación ya empezaban a mostrar los hechos. Quiero referirme con esto al punto del tratamiento que le dieron esos medios y si esto funcionó. Si haber estado desde el mismo momento en el cual se daban los hechos le funcionó como apoyo al pueblo de Bolivia para salir a defender su democracia. ¿Qué diría sobre eso?

Hugo Moldiz: Yo diría que hubo una aparente neutralidad en muchos medios. De todas maneras sirve como un mecanismo que va a favor del presidente Luis Arce. Todavía hay mucho por tejer ahí: averiguar si esta aparente neutralidad realmente lo era o no. Creo que en un inicio hay una suerte de imprecisión en el gobierno cuando dice que hay un inusual movimiento de tropas. Minutos después la situación llevaría al propio gobierno a rectificar rápidamente esto y denunciar el intento golpista. Hay una serie de hechos, Marcela, que desbaratan por ejemplo la tesis del autogolpe: ¡ojo!

Hay que recordarlo, sobre todo ahí en Venezuela, que cuando fracasa el golpe contra Chávez sectores de la oposición tratan de instalar la tesis del autogolpe ante el fracaso de un plan para derrocar a la revolución chavista. Estamos salvando distancias y tiempos, por supuesto, y personajes: estamos en un escenario de esta naturaleza.

Yo tengo una hipótesis, Marcela, y es que el proyecto de acortamiento de mandato del presidente Arce no ha concluido. Las formas para ese acortamiento van a ser distintas: ayer vimos una de ellas pero eso no significa que no vayan a aparecer otras formas para lograr el objetivo del adelanto de elecciones generales.

Marcela Heredia (teleSUR): Por eso justamente es importante hablar de esta frase que ayer se escuchaba en la plaza, una vez que llega el pueblo, y es «¡Lucho no está solo, carajo!». Ese es un concepto que es muy, muy importante de recalcar porque finalmente es el pronunciamiento y la decisión que asume el pueblo de Bolivia de mantenerse junto a su presidente y de resguardar la institucionalidad, Hugo.

Hugo Moldiz: Sí, sí, la rápida reacción de la gente fue fundamental; la actitud del presidente, la rápida reacción de la gente. Yo diría que incluso gente que puede no haber votado por Luis Arce y no haber ido a la plaza Murillo expresaron, dieron muestras, señales de estar en contra de un golpe de esta naturaleza, por los efectos que además de eso produce que ya la gente lo vivió en el año 2019 cuando el presidente Evo Morales sufrió un golpe de Estado:

entonces utilizaron el mecanismo de la renuncia para decir que no hubo golpe, cuando sí hubo un golpe de Estado contra el presidente Evo Morales. Como mismo ayer hubo un intento de golpe de Estado contra Luis Arce que lastimosamente está siendo puesto en cuestión por alguna gente que milita junto al expresidente.

Creo que no están haciendo una lectura objetiva porque detrás de este proyecto evidentemente todavía falta mucho por investigar: yo no creo que el general Zúñiga haya intentado dar un golpe de Estado por el solo hecho de que le dijeron veinticuatro horas antes que iba a ser relevado de su cargo. No, no, eso no se organiza de la noche a la mañana. Yo pienso que la declaración que él hace, cuarenta y ocho horas antes, contra la democracia boliviana, incluso contra el expresidente Morales — a quien dice que si podría lo detendría, algo que las fuerzas armadas no pueden hacer salvo en momento o en regímenes de excepción— es donde se empieza a develar el proyecto golpista que finalmente fracasa para felicidad del pueblo boliviano el día de ayer.

Marcela Heredia (teleSUR): Hay un pronunciamiento de David Choquehuanca que voy compartir ahora en pantalla: «La democracia ha prevalecido en Bolivia, pero debemos mantenernos alertas por el bien de nuestro país y de las futuras generaciones». O sea, que vas completamente en línea con lo que piensan las autoridades gubernamentales en Bolivia desde tu análisis, Hugo. «Solicitamos — dice Choquehuanca— a la justicia ordinaria y a la justicia militar que juzgue con todo el rigor de la ley al general Zúñiga y a todos los responsables con el fin de evitar cualquier futuro intento de golpe de Estado. Agradecemos a toda la población, organizaciones sociales, alcaldes y a la comunidad internacional por defender la democracia que tanto nos costó recuperarla». Estamos hablando de una figura clave, hoy vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, pero que junto a Evo Morales y a otros miles y miles de bolivianos han trabajado y trabajan desde el ámbito de la política por la democracia de Bolivia. Así que, Hugo, te invito por favor a llevar la línea fina de este posteo que hace Choquehuanca — que es un hombre además muy respetado en el escenario político internacional por la trayectoria, por el tiempo que tiene de trabajo en organismos públicos — .

Hugo Moldiz: Hay que ver el tablero en su conjunto, no el hecho particular del día de ayer.

El presidente Arce enfrenta un virtual acoso, un virtual bloqueo, sobre todo que viene desde el ámbito legislativo y una articulación todavía preliminar de diferentes fuerzas sociales — cuando hablo de sociales hablo de algunos sectores del movimiento campesino, lastimosamente, sectores del transporte pesado, sectores gremiales, se dice que por atrás también varios sectores empresariales — que lo que están haciendo es cada vez cercándolo más, de tal manera que el presidente Arce no tenga otra alternativa que el adelanto de elecciones.

Yo coincido plenamente con lo que dice el vicepresidente: el día de ayer se ha vivido un episodio de un capítulo que todavía no ha concluido, va a depender de cómo reacciona el gobierno, de cómo hacer ajustes muy rápidos en la gestión, en el grupo de colaboradores que acompañan al presidente y de cómo logra consolidar relaciones políticas con un amplio sector del campo popular para poder desbaratar el peligro que acecha todavía a la democracia boliviana.

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