La evolución del poder en la Revolución cubana. 1975–1991 (I)

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La Tizza Cuba
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26 min readJun 11, 2020

Por Juan Valdés Paz

El Gran Apagón, 1994, Pedro Pablo Oliva

Fragmento del libro La evolución del poder en la Revolución cubana. Tomos I y II. Rosa Luxemburg Stiftung Gesellschaftsanalyse und Politische Bildung e.V., Ciudad de México, 2018. Esta obra se encuentra bajo Licencia Internacional de Creative Commons 4.0: Atribución-Licenciamiento Recíproco.

Introducción, Ordenamiento jurídico y División político-administrativa

I. Introducción

Este capítulo examina la evolución del poder revolucionario cubano desde mediados de los años setenta hasta principios de los noventa. Este nuevo periodo se extiende desde 1975, año en que se decide una nueva estrategia de desarrollo, hasta 1990, año en que se inicia un lapso de crisis económica y social resultante del derrumbe del llamado campo socialista europeo, en lo general, y de la URSS en lo particular.[1]

a) El poder desde el periodo anterior

El poder revolucionario emergió del periodo anterior más fortalecido en cada uno de sus subsistemas sociales, no obstante las mayores restricciones internas y constricciones externas. En el transcurso de aquél, este poder se vio debilitado en la esfera económica por los intentos de un desarrollo acelerado de las fuerzas productivas, por los cambios acumulados en la sociedad cubana y por el curso de los acontecimientos en su ambiente externo. Al iniciarse este periodo, el poder revolucionario debía enfrentar iguales desafíos y otros nuevos, como:

· Mantener el bloque popular revolucionario y la unidad del estamento político en las condiciones de una institucionalidad de inspiración soviética y del acceso al escenario nacional de dos nuevas generaciones sociopolíticas.

· Alcanzar un desarrollo acelerado y eficiente de las fuerzas productivas y, por extensión, de las esferas política, civil y cultural de la sociedad cubana, en un nuevo modelo de transición socialista.

· Mantener el consenso mayoritario de la población, aislar a la oposición interna y derrotar a las fuerzas contrarrevolucionarias.

· Enfrentar la permanente agresión de EEUU en sus distintas modalidades, garantizar la soberanía nacional, asegurar la sobrevivencia de la Revolución y avanzar en su proyecto socialista.

De hecho, una nueva institucionalidad jurídica, política, económica, civil e ideológico-cultural, así como la implementación de nuevos modelos de gestión en cada esfera, lograron superar estos viejos y nuevos desafíos, y garantizar la continuidad y el cambio de la Revolución.

b) Características del periodo

La principal característica de este lapso fue la instauración de un modelo de transición socialista que, con las experiencias del periodo anterior, superara las condiciones de partida, completase la recuperación económica del país y continuara la creación de las bases de un socialismo más cercano a la experiencia internacional. A su vez, las estrategias de transición implementadas en el periodo demarcaron claramente dos momentos: un primer subperiodo, de 1975 a 1985, en el que se restablecieron las bases de un socialismo convencional, inspirado en la experiencia del «socialismo real» europeo; y un segundo, de 1985 a 1990, en el que se regresó a la pretensión de un socialismo más autóctono y presuntamente más avanzado. Visto en conjunto, las estrategias de transición socialista dominantes en el periodo produjeron un escenario de fuerte institucionalización de la sociedad cubana y de mayor racionalización económica, aunque con el mismo grado de estatización ya establecido.[2]

De manera semejante al periodo anterior, cada una de estas estrategias tuvo como «núcleo duro» la promoción de un cierto «Sistema de Dirección y Planificación de la Economía», así como su implementación compulsiva, a saber:

· De 1975 a 1985, se instauró un nuevo sistema económico de inspiración soviética, enfatizando su carácter de economía «centralmente planificada».

· En el periodo 1985–1990, se pasó a la crítica y modificación de tal sistema en favor de un mayor peso de las decisiones políticas y sus prioridades. Para esto, se recuperaron algunas de las prácticas y parte del imaginario de los años sesenta.

c) Transición socialista o al socialismo

El periodo estuvo marcado por limitados debates, pero amplias consultas populares sobre las propuestas de nueva institucionalización del país. Dichas consultas y las expectativas de mejorar las condiciones de vida de la población, en parte confirmadas, dieron una fuerte legitimidad a las políticas en curso, las cuales se entendía que tributaban al objetivo mayoritariamente compartido de crear una sociedad socialista.

El nuevo modelo de transición socialista promovido entonces se reconocía –sin perder del todo su autoctonía– en la voluntad compartida de «normalización» del proceso de transición, con base en la experiencia internacional del socialismo, fundamentalmente la de Europa del este y, en particular, de la URSS. Esta normalización tomaba como referente a un modelo que integraba a todas las esferas de la sociedad, en un sistema coherente y centralizado y, a la vez, rígido y poco permeable a la innovación y al cambio. Este modelo se acompañaba de una ideología que no sólo legitimaba la «construcción del socialismo» –vista en el periodo como «la creación de la correspondiente base técnico-material del socialismo»–,[3] sino que argumentaba que dicho modelo era en sí mismo el socialismo deseable y posible.

Pero más que el «socialismo», lo que se alcanzó en el periodo fue transitar bajo un modelo socialista más coherente, más funcional y más institucionalizado. Para cada uno de los elementos del proyecto socialista –poder popular, soberanía e independencia nacional, representación social, socialización de los principales medios de producción, planificación del desarrollo económico y social, bienestar social universal, desarrollo de la identidad y cultura nacionales, etc.– se creó una o más de una institución, integradas en un sistema más o menos formalizado.

d) Escenario y ambiente externo

Uno de los aspectos más relevantes del periodo fue la consolidación y mayor seguridad del poder revolucionario como Estado nación, en el marco del sistema internacional. Si bien las constricciones externas se mantuvieron –e inclusive se agravaron hacia el final de esta división temporal– el fortalecimiento interno y un ascendente protagonismo externo le permitieron al poder revolucionario un periodo de mayor estabilidad y de contundencia en sus objetivos. En este sentido, el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, con el cual se inició este periodo, dejó expreso este papel y estos objetivos.[4]

Inserción económica externa

A la vez que Cuba se adaptaba a los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero de EEUU –impuesto desde los años sesenta–, así como a su relativo aislamiento del mercado mundial, la isla logró ubicar la mayor parte de sus intercambios bajo acuerdos políticos, en general, y alcanzar una mayor integración en el sistema económico de los países del este europeo, en particular.

Esta mayor integración se expresó en la participación de Cuba en el Programa Complejo de Integración Económica Socialista, en su admisión al Banco Internacional de Inversiones y al Banco Internacional de Colaboración Económica, en la coordinación de sus planes nacionales con el Plan 1976–1980 del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), así como en el incremento del monto de sus intercambios.[5] El 18 de enero de 1977 se inauguró en la ciudad de La Habana la 79 Reunión del Comité Ejecutivo del CAME.

La mayor proporción de esta integración económica –tanto comercial y financiera como de asistencia técnica y cooperación– correspondió a las relaciones económicas entre la URSS y Cuba.[6] De hecho, el 6 de abril de 1978, Cuba y la URSS acordaron el más importante protocolo de intercambio comercial hasta ese momento: más de 5,840 millones de dólares: cuatro veces el monto de 1968.

Relaciones internacionales

Las relaciones internacionales del país en este periodo se caracterizaron por un mayor protagonismo de Cuba y por un mayor reconocimiento internacional del Gobierno Revolucionario.[7] Sus relaciones económicas y diplomáticas continuaron extendiéndose a todos los continentes –pero con mayor énfasis en el campo socialista europeo–, principalmente en la URSS,[8] América Latina, el Caribe y África.

Relaciones con países socialistas

Éstas se vieron reforzadas desde los años setenta por la creciente integración de la economía cubana en el CAME y por la evolución favorable de las relaciones interestatales. A finales del periodo, estas relaciones se vieron crecientemente afectadas con los procesos que entre 1989 y 1991 llevarían al derrumbe del campo socialista europeo. Caso particular fue la mejora de las relaciones partidistas y estatales con Yugoslavia.[9]

Contrariamente, las relaciones con China continuaron tensas y distantes en la medida en que la política exterior de este país produjo un giro de normalización de sus relaciones con EEUU y fue aquiescente con las políticas imperialistas en diferentes escenarios. Estas relaciones no mejorarían hasta finales del periodo. Las relaciones con Vietnam y demás naciones del sudeste asiático se hicieron mucho más estrechas, así como con Corea del Norte.

Relaciones con la Unión Soviética (URSS)

De manera inversa, las relaciones con la Unión Soviética se demarcaron en dos etapas: una de creciente integración económica y concertación política, de 1971 a 1985; y otra de creciente desacuerdo y divergencia, entre 1985 y 1991. En esa primera etapa –no obstante el encuentro de Raúl Castro con Andrópov en 1980–,[10] las relaciones políticas, económicas y de cooperación militar se fortalecieron como nunca antes.[11] En la segunda, el impacto económico, político e ideológico desatado por la Perestroika y la Glásnost fue degradando las relaciones hasta el momento de la disolución de la URSS en 1991.[12]

África

En el periodo que atañe a este capítulo, se expandió la presencia e influencia de Cuba en el continente africano. A ello contribuyó el viaje de Fidel Castro por África a partir de febrero de 1974, el sostenido apoyo de Cuba al movimiento de liberación nacional africano, la expansión de las relaciones diplomáticas con los Estados africanos y con la Organización para la Unidad Africana (OUA), la cooperación civil de Cuba, principalmente médica, y sobre todo la participación exitosa de tropas cubanas en la defensa de la soberanía de Angola y de Etiopía.

De hecho, la derrota de las tropas intervencionistas en Angola, incluidas las sudafricanas, determinaron la independencia de Angola y de Namibia, así como la subversión de la política de apartheid en Sudáfrica y una mayor democratización de su sociedad.[13]

América Latina y Caribe

Continuando la tendencia del periodo anterior a la normalización de las relaciones diplomáticas de Cuba con los países de América Latina y el Caribe, éstas se vieron aceleradas desde 1975, cuando la OEA acordó por mayoría de votos liberar a los países miembros de restablecer sus relaciones con Cuba, al nivel y forma que estimasen conveniente. Consecuentemente, se inició un largo ciclo de normalización de las relaciones que se extendería hasta los años noventa.[14] En 1990, ya estaban restablecidas las relaciones con la mayoría de los países de la región. No obstante esta tendencia, no dejaron de presentarse situaciones y conflictos puntuales en países de la región que incidieron sobre la actuación cubana, como el caso de la política norteamericana de contención del movimiento popular, de la instauración de dictaduras militares en la región latinoamericana, del triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, del auge del movimiento de liberación nacional en Centroamérica, de la crisis de la deuda externa,[15] de la invasión de Granada por tropas de EEUU, etcétera.

Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL)

En su condición de Estado fundador del MNOAL y uno de sus principales activistas, Cuba elevó su rol protagónico tercermundista a lo largo de los años setenta, hasta ocupar en 1979 la Presidencia del Movimiento. Algunos de los hitos más importantes de su desempeño fueron éstos: en marzo de 1975, se celebró en la ciudad de La Habana la tercera reunión ministerial del Buró de Coordinaciones del MNOAL; en agosto de 1979, comenzó en el Palacio de las Convenciones la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de los Países No Alineados, que precedió a la VI Cumbre del MNOAL; en septiembre de 1979, se celebró en La Habana la VI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados a la cual asistieron 138 países, con la participación de 55 Jefes de Estado y de Gobierno, y en la cual Fidel Castro pronunció el discurso inicial en su condición de Presidente del Movimiento NOAL; el 12 de octubre de 1979, Fidel Castro expuso ante la Asamblea General de la ONU las posiciones del MNOAL en su VI Cumbre; etcétera.[16]

Numerosos conflictos internacionales que afectaron la concertación del Movimiento NOAL en este periodo –conflicto entre Irak e Irán, presencia militar de la URSS en el conflicto afgano, invasión de Kuwait por Irak, guerras en el llamado Cuerno Africano, conflictos armados en el Cono Sur Africano, etc.– demandaron de Cuba un permanente esfuerzo en pro de la unidad del Movimiento. La lucha por un «Nuevo Orden Económico Internacional» continuó siendo la base de la más amplia concertación de los miembros del Movimiento.[17]

Relaciones con EEUU

Las relaciones de Cuba y EEUU continuaron afectadas a lo largo del periodo por las políticas de hostilidad de sucesivas administraciones norteamericanas –bloqueo económico, intentos de aislamiento diplomático, uso subversivo de los derechos humanos,[18] apoyo a la contrarrevolución, campañas de descrédito, agresiones biológicas, agresiones radiotelevisivas, etc.– No obstante, algunos contactos entre ambos gobiernos dieron lugar al establecimiento en mayo de 1976 de oficinas de intereses en los respectivos países,[19] al acuerdo migratorio de 1984 y al acuerdo sobre zonas económicas en el Golfo de México de 1977.[20]

Sin embargo, situaciones como la cooperación civil y militar de Cuba en África, el conflicto centroamericano, la invasión norteamericana a Granada en 1983, la invasión a Panamá en 1989, los ejercicios militares y de guerra de EEUU alrededor de la Base Naval de Guantánamo en 1990, la explosión migratoria cubana del año ochenta y otras situaciones estorbaron cualquier intento de distensión.

Relaciones con Naciones Unidas

En el periodo, Cuba estableció relaciones diplomáticas plenas con la inmensa mayoría de los países miembros del sistema de las Naciones Unidas. El 18 de octubre del 1989, Cuba fue elegida Miembro No Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU por un periodo de dos años, con más de dos tercios de los votos. Cuba asumió la Presidencia del Consejo de Seguridad durante el mes de febrero de 1990.

Relaciones con la comunidad cubana en el exterior

El 21 de noviembre de 1978 se celebró un primer encuentro entre autoridades cubanas y representantes de la comunidad cubana en el exterior. Se discutieron y tomaron acuerdos sobre tres temas: la situación de los presos sancionados por actividades contrarrevolucionarias; la reunificación familiar y las visitas a Cuba de miembros de esa comunidad. El día 8 de diciembre se tuvo una segunda reunión con el Presidente Fidel Castro, formalizando dichos acuerdos.[21] En abril de 1988 se informó a la prensa de las flexibilizaciones a las regulaciones de visitas de miembros de la comunidad cubana en el exterior.

Todo ello inició un ciclo de nuevas relaciones entre la emigración cubana y la sociedad nacional, el cual se extendería a periodos ulteriores.

Sociedad internacional

En el periodo, las asociaciones civiles cubanas adquirieron mayor presencia y reconocimiento por parte de la sociedad civil internacional. El sistema de la ONU reconoció como ONGs cubanas a la FMC, la ANAP, la UNEAC y otras.

e) Escenario y ambiente interno

La consolidación de las transformaciones revolucionarias de la sociedad cubana, el nuevo proceso de institucionalización socialista, la recuperación y mayor desarrollo económicos; así como el flujo migratorio dieron lugar a un escenario interno de menos tensiones y conflictos políticos y sociales.

Base social y alianza política

La base social de apoyo a la Revolución se mantuvo en niveles muy altos, incluidas las capas medias de la población recompuestas por un funcionariado, profesionales y oficialidad militar, emergidos al proceso revolucionario.

Como en el periodo anterior, la vida cotidiana continuó afectada por las estrecheces derivadas del bloqueo norteamericano, en gran parte paliadas por la reinserción externa de la economía cubana en el campo socialista y por un mayor equilibrio macroeconómico, propiciado con la implementación de la nueva estrategia económica. La incidencia de la política social en el bienestar de todas las capas de la población y su contribución a un menor patrón de desigualdad favorecieron y sostuvieron un altísimo consenso de apoyo a su gobierno y liderazgo.

Oposición

En este periodo, la oposición interna decreció como efecto del incremento de la emigración hacia EEUU, España y México, favorecida por sus respectivos gobiernos, así como por las restricciones a las actividades de oposición política. La subversión interna auspiciada por la CIA fue virtualmente derrotada y desarticulada por la acción combinada de los órganos de la seguridad del Estado y el apoyo popular. Alternativamente y con igual auspicio, se incrementaron las acciones terroristas y armadas en el espacio internacional contra misiones, instalaciones, naves, aeronaves y funcionarios de Cuba, por parte de grupos contrarrevolucionarios basados en EEUU.[22]

Por otro lado, se manifestaron en el periodo en ciertos grupos de la población –opositores, disidentes, marginales, sectarios, aventureros, familiares de emigrados, etc.–, en parte bajo influencias externas y en mayor medida por su propia intención migratoria, comportamientos que dieron lugar a sucesos tales como entradas forzadas en embajadas, la sustracción de medios de trasportación, la emigración irregular e ilegal, etc.[23] Estas manifestaciones se relacionaban más estrechamente con la evidente consolidación del régimen revolucionario, con las condiciones internas y dificultades acumuladas en la sociedad cubana, así como con frustraciones personales; que con la actividad enemiga.

Los derechos humanos

El tema de los derechos humanos, instrumentalizado como arma política desde comienzos de la administración Carter y por las administraciones norteamericanas posteriores, sorprendió a la Dirección y al funcionariado cubanos como un tema del enemigo y no propio, no obstante tratarse de ideales y derechos surgidos de las luchas sociales y populares. Las campañas iniciales tuvieron una pobre respuesta cubana, aunque el Partido y Gobierno Cubano lograron finalmente elaborar una estrategia que les permitió remontar los desafíos planteados en este nuevo terreno de lucha política e ideológica. Si bien la diplomacia cubana logró neutralizar la política norteamericana sobre el tema de los derechos humanos en el marco de las instituciones internacionales, éste continuaría centrando las campañas de propaganda contrarrevolucionaria en periodos sucesivos.[24]

f) El cambio institucional (1975–1990)

Este periodo estuvo determinado por la primera y gran reforma institucional iniciada en 1976. El poder revolucionario quedó institucionalizado mediante la refuncionalización de organismos anteriores, la creación de otras nuevas y la instauración de un nuevo orden más racional e integrado, en el que se mantenía la preeminencia del sistema político. Particular importancia y condicionamiento tuvieron en este nuevo ordenamiento los campos de lo jurídico y territorial.

La función rectora del sistema político se vio reforzada con un mayor desarrollo de las instituciones partidarias y estatales, las que elevaron enormemente su representatividad social.

La reinstitucionalización del país produjo en los primeros tiempos del periodo una fuerte descentralización, una menor desviación de la norma institucional y un incremento de la eficiencia de la gestión. En su última etapa de «rectificación» estas tendencias se hicieron regresivas.

g) Los años del periodo

Como en periodos anteriores, cada uno de los años de éste fue bautizado con un lema que en gran medida caracterizó su transcurso:[25]

· 1975. Año del Primer Congreso.

· 1976. Año del 20 Aniversario del Granma.

· 1977. Año de la Institucionalización.

· 1978. Año del 11 Festival.

· 1979. Año del 20 Aniversario de la Victoria.

· 1980. Año del Segundo Congreso.

· 1981. Año del 20 Aniversario de Playa Girón.

· 1982. Año del 23 Aniversario de la Revolución.

· 1983. Año del 30 Aniversario del Moncada.

· 1984. Año del 25 Aniversario del Triunfo de la Revolución.

· 1985. Año del Tercer Congreso.

· 1986. Año del 30 Aniversario del Desembarco del Granma.

· 1987. Año 29 de la Revolución.

· 1988. Año del 30 Aniversario de la Revolución.

· 1989. Año del 31 Aniversario de la Revolución.

· 1990. Año del 32 Aniversario de la Revolución.

2. Ordenamiento jurídico

El ordenamiento jurídico establecido en periodos anteriores fue ampliamente renovado en éste mediante una intensa actividad legislativa. No obstante, la cultura jurídica de la población no alcanzó un desarrollo paralelo.

Constitucionalidad

Todo el periodo estuvo bajo el orden constitucional establecido por la nueva Constitución de la República de Cuba promulgada en 1976, que sirvió de marco a todo el proceso de institucionalización iniciado en 1975 e implementado en años sucesivos, a saber:

· El 10 de enero de 1975, se examinó y aprobó en primera instancia el Proyecto de Constitución presentado por la Comisión Mixta del Partido y el gobierno, creada para su redacción. Se acordó su discusión por toda la población.

· Se promulgó a fines de diciembre de 1975 la Ley de Referendo Constitucional, mediante la cual se debía aprobar el Proyecto de Constitución; y la Ley de Tránsito Constitucional.[26]

· El 15 de enero, el periódico Granma publicó el texto del Proyecto de Constitución de la República y de la Ley de Tránsito Constitucional, cuyos anteproyectos fueron sometidos a discusión pública, con su ratificación por 5,500,000 ciudadanos, su aprobación con propuestas de modificación por otros 600 mil y la abstención de 983 ciudadanos.

· El 15 de febrero de 1976, el Proyecto de Constitución y el de Ley de Tránsito Constitucional fueron sometidos a referéndum, en el cual participó el 98 % de los ciudadanos aptos para el voto, con un nivel de aprobación del 97.6 % de los votantes.

· La nueva Constitución de la República de Cuba entró en vigor el día 24 de febrero de 1976, proclamada en acto público donde el Viceprimer Ministro Raúl Castro pronunció las palabras centrales.[27]

Esta nueva Constitución de la República definida como «constitución socialista» e inspirada en la experiencia constitucional de todos los países socialistas, promulgaba el nuevo ordenamiento institucional y a la vez regulaba su posterior evolución.

Soberanía territorial

La nueva Constitución de 1976 definió la soberanía territorial del Estado cubano como: «El Estado socialista mantiene y defiende la integralidad y soberanía de la patria».[28] Antes, en abril de 1975, se había aprobado la ley que creó la línea base para medir la anchura del mar territorial de la República de Cuba.[29]

Posteriormente, en febrero de 1977, se promulgó el Decreto-Ley núm. 1, el cual, partiendo de las coordenadas geográficas de su línea de base del territorio nacional y de la anchura de su mar territorial, describía su soberanía territorial como sigue:[30]

«Soberanía del Estado sobre la Isla de Cuba, Isla de Pino, demás Islas y cayos adyacentes, aguas interiores, mar territorial y espacio aéreo situado sobre los mismos y el subsuelo del espacio territorial, se extiende al lecho y al subsuelo del territorio acuático formado por las aguas interiores y el mar territorial, así como a todos los recursos naturales vivos y no vivos que se encuentren en todos los espacios antes relacionados, sujetos a soberanía del Estado cubano».

En igual fecha se promulgó el Decreto-Ley núm. 2 que establecía la «Zona Económica de la República de Cuba», zona adyacente a su mar territorial de 200 millas náuticas medidas a partir de la línea de base.

Códigos

Una gran parte de la legislación cubana anterior fue renovada en este periodo mediante su codificación, a saber:

· Código Civil. A la nueva Constitución de la República le siguió en importancia jurídica y política la elaboración y promulgación de un nuevo Código Civil de Cuba. El código vigente en los periodos anteriores había sido el Código Civil de 1889 con las modificaciones posteriores, particularmente las introducidas desde 1959. Una vez aprobada la nueva Constitución, los legisladores estuvieron en condiciones de elaborar un nuevo Código Civil que fuera coherente e inspirado en iguales concepciones socialistas. En 1987, los días 16 y 17 de junio de su I Periodo Ordinario de Sesiones, la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) aprobó un nuevo Código Civil donde declaraba que «además de proteger y salvaguardar los intereses de las personas en sus relaciones jurídicas, debe fortalecer nuestro sistema económico y jurídico, estimular la ayuda mutua y reflejar la moral inherente a los intereses de la clase obrera».[31]

· Código de Familia. En febrero de 1975, el Consejo de Ministros aprobó el Código de Familia, tras la discusión pública de su proyecto. En 1977 la ANPP aprobó varias enmiendas a este código.[32]

· Código de la Niñez y la Juventud. En mayo de 1978, la Comisión de Atención a la Juventud de la ANPP hizo entrega a su presidente del Anteproyecto de Código de la Niñez y la Juventud, previamente debatido en las bases por más de cinco millones de ciudadanos. En junio de 1978, la ANPP aprobó el Código de la Niñez y la Juventud, en el cual se enfatizaba el papel formador de la familia, así como el papel educativo del estudio-trabajo.[33]

· Código Penal. En febrero de 1979 se promulgó el nuevo Código Penal.[34]

· Código del Trabajo. En diciembre de 1984 fue promulgado el Código del Trabajo, que racionalizó la profusa legislación laboral existente.[35]

Ley Electoral

En julio de 1976, el Consejo de Ministros aprobó la primera Ley Electoral del periodo revolucionario, bajo la cual se constituirían los nuevos órganos representativos del Estado, los Órganos del Poder Popular prescritos constitucionalmente.

Bajo esta Ley Electoral quedaron refrendados estos principios: a) voto universal, directo y secreto de todos los ciudadanos; b) derecho de todos los ciudadanos de ser elegidos y elegir; c) candidaturas conformadas de manera directa por los ciudadanos en las Circunscripciones Electorales y Asamblea Municipal, y de manera indirecta mediante Comisiones de Candidatura integradas por las OOMM y presididas por el PCC, para las Asambleas Provinciales y Nacional; d) rendición periódica de cuentas de los representantes ante sus electores; e) revocación en cualquier momento de los representantes por sus electores; y f) prohibición de cualquier forma de la propaganda electoral.

Años más tarde, en julio de 1982, la ANPP aprobó una nueva Ley Electoral, elaborada sobre iguales principios. Ésta fue modificada en julio de 1986.[36]

Otras legislaciones

Durante este periodo se promulgaron numerosas leyes, en su mayor número relacionadas con el mandato constitucional de 1976. Algunas de las más importantes fueron:

· En agosto de 1977 se promulgó la Ley de Procedimiento Penal.[37]

· En agosto de 1977 se promulgaron la Ley de Procedimiento Penal Militar y la Ley Procesal Penal Militar.[38]

· En agosto de 1977 se promulgó la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral.[39]

· En agosto de 1977 se promulgó la Ley núm. 4 de Organización del Sistema Judicial.

· En enero de 1978, el Consejo de Estado emitió el Decreto–Ley núm. 13, que modifica numerosos incisos del Código de Defensa Social.[40]

· En agosto de 1979, la ANPP aprobó la Ley de Seguridad Social.[41]

· En enero de 1981 se promulgó la Ley núm. 33, «De protección del Medio Ambiente y del Uso de los Recursos Naturales».[42]

· En julio de 1982, la ANPP aprobó la Ley de Cooperativas Agropecuarias.[43]

· En diciembre de 1988, la ANPP aprobó la Ley núm. 65, Ley General de la Vivienda.[44]

Legalidad

El 13 de abril de 1984, se creó la Comisión Permanente de la Legalidad Socialista, adscrita al Jefe de Estado y gobierno, presidida por el Ministro de Justicia, Juan Escalona. Este organismo respondía al programa de medidas en curso para el cumplimiento de los objetivos económicos.

Como señalamos, el desarrollo del ordenamiento jurídico durante el periodo no fue acompañado del correspondiente comportamiento social, ni de la adecuada cultura jurídica de la población. De hecho, en 1987, la ANPP debatió y acordó medidas para propiciar una mayor «cultura de respeto a la Ley».[45]

3. División político-administrativa (DPA)

La división político-administrativa prevaleciente en el periodo fue la establecida entre 1963 y 1965: seis provincias históricas, 58 regiones y 407 municipios o seccionales. Con esta división territorial quedaban definidas, para todo el ordenamiento institucional, hasta cuatro instancias de dirección. A fines del periodo anterior, se efectuó un minucioso estudio de planificación física sobre una nueva división político-administrativa del territorio nacional, basada en parámetros comunes y en sólo tres instancias de dirección:

· En julio de 1976 se promulgó la Ley núm. 1304 de la Nueva División Político-Administrativa,[46] mediante la cual se suprimían las «regiones» y se dividía el territorio nacional en 14 provincias,[47] 169 municipios y el Municipio Especial de Isla de Pinos, adscritas directamente al gobierno central.[48]

· En junio de 1978, se dictó la Ley núm. 18 sobre Los Límites Territoriales de las Provincias y los Municipios, mediante la cual se fijaron los límites legales de los respectivos territorios. Esta nueva DPA significó no sólo una mayor racionalización y equiparación de los territorios sino el marco al que se adaptaría todo el orden institucional del país.

En diciembre de 1977, el Consejo de Ministros decretó la creación, con carácter permanente, integrada por varios organismos y presidida por el Instituto Cubano de Cartografía y Catastro, de la Comisión Permanente de Catastro. En 1982, el Consejo de Ministros acordó crear en los territorios las correspondientes «Comisiones Permanentes de Catastro», adscritas a los Comités Ejecutivos de las Asambleas Municipales del Poder Popular.[49]

Vea aquí la próxima entrega: La evolución del poder en la Revolución cubana. 1975–1991 (II). El sistema político.

Notas:

[1] Tampoco en esta ocasión tendremos en cuenta en nuestro examen la historiografía sobre el periodo, sino que atenderemos fundamentalmente a la lógica de la evolución seguida por el nuevo poder revolucionario; ello hará que nuestra exposición se reitere inevitablemente sesgada.

[2] Diversos autores caracterizan a este periodo como de «la institucionalización socialista» sin definir el modelo al cual aquella tributaba. De hecho, Fidel Castro se refirió al periodo iniciado con el Primer Congreso del PCC como «la fase de institucionalización del proceso revolucionario». Cf. «Discurso de clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba», en La unión nos dio la victoria. La Habana, DOR del CC del PCC, 1976.

[3] Cf. Oleg Darushenkov, Cuba, el Camino de la revolución, capítulo V, Moscú, Editorial Progreso, 1978.

[4] Cf. Tesis y Resoluciones. Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, La Habana, DOR del CC del PCC, 1976.

[5] A comienzos del periodo, en 1976, el intercambio de Cuba con el campo socialista alcanzaba el 70 a 80 % del total.

[6] Éstas se expresaron en diversos acontecimientos: el funcionamiento de la Comisión Intergubernamental Soviético-Cubana para la Colaboración Económica y Científico Técnica, creada en 1970; el 6 de febrero de 1976, Cuba y la URSS suscribieron en Moscú su primer convenio quinquenal de intercambio comercial con el cual duplicaba el nivel de intercambio; el 14 de abril de 1976 Cuba y la URSS firmaron en Moscú un Convenio Quinquenal de Colaboración Económica y Científico Técnica; en 1984, ambos firmaron un nuevo convenio para el quinquenio 1985–1990 ya sin bases objetivas. Aún en abril de 1990, Carlos Rafael Rodríguez por Cuba y Leonid Abalkin por la URSS firmaron un protocolo de intercambio para 1990, ascendente a nueve mil millones doscientos mil dólares, con un incremento del 8.7 % del intercambio.

[7] Una expresión de esto fue la profusión de Jefes de Estado y de gobierno que visitaron Cuba en este periodo, entre otros: Pierre E. Trudeau, Canadá; Mengistu Haile Mariam, Etiopía; Agostinho Neto, Angola; Michael Manley, Jamaica; Eric Williams, Trinidad y Tobago; Saddam Hussein, Irak; Kurt Waldhein, ONU; Felipe González, España; Mohamed Abdelaziz, República Árabe Saharaui; José López Portillo, México; Miguel de la Madrid, México; Samora Machel, Mozambique; Joaquim Chissano, Mozambique; Arístides Royo, Panamá; Maurice Bishop, Granada; Denis Sassou-Nguesso y Marien Ngouabi, República Popular del Congo; Kaysone Phomvihane y Príncipe Souphanouvong, Laos; José Eduardo dos Santos, Angola; Nguyen Huu Tho, Vietnam; Rajiv Gandhi, India; João Bernardo Vieira, Guinea-Bissau y Cabo Verde; Luís Alva Castro, Perú; Heng Samrin, Kampuchea; Kenneth Kaunda, Zambia; Olof Palme, Suecia; Hans Peter Kolvenbach, Compañía de Jesús; Mijaíl Gorbachov, URSS; Thomas Sankara, Burkina Faso; Joshua Nkomo, Zimbawe; Sam Nujoma, Namibia; Spyros Kyprianou, Chipre; Yasser Arafat, Palestina; etcétera.

[8] Una delegación militar cubana, presidida por Raúl Castro, asistió a las maniobras Escudo 76 del Tratado de Varsovia.

[9] De hecho, el 6 de marzo de 1976, el Primer Ministro Fidel Castro visitó Yugoslavia; y el 29 de junio de 1982, el Comité Central del PCC envió un mensaje a la Liga de los Comunistas de Yugoslavia con motivo del XII Congreso de esa organización en el que rendía homenaje a Josip Broz Tito, y enunciaba los peligros que se cernían sobre el escenario internacional.

[10] Cf. Raúl Castro Ruz, entrevista por el periodista Mario Vázquez Raña, en Granma del 23 de octubre de 1993.

[11] Este mayor estrechamiento de las relaciones se expresó en visitas mutuas de dirigentes de ambas partes: en diciembre de 1975, Mikhail A. Suslov asistió al Primer Congreso del PCC; en febrero de 1979, Raúl Castro visitó la URSS al frente de una delegación militar, ocasión en que impuso a Alekséi Kosyguin la Orden «José Martí» y fue condecorado a su vez con la Orden «Lenin», concedida por el Soviet Supremo; Fidel Castro asistió al XXVI Congreso del PCUS, iniciado el 21 de febrero de 1981; Castro asistió a los funerales de Leonid Brézhnev, el 15 de noviembre de 1982.

[12] No obstante, las relaciones diplomáticas se mantuvieron al más alto nivel en dicha etapa: en febrero de 1976 Fidel Castro asistió al XXV Congreso del PCUS; en febrero de 1981, al XXVI Congreso del PCUS; en 1986, al XXVII Congreso; en 1987, viajó a Moscú presidiendo la delegación cubana para asistir al LXX Aniversario de la Revolución de Octubre, ocasión en que se entrevistó con Mijaíl Gorbachov; entre el 2 y el 5 de abril de 1989, Gorbachov, como Secretario General del PCUS y Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, visitó Cuba, firmando durante su estancia el primer Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos gobiernos.

[13] El 22 de diciembre de 1988, concluyeron las conversaciones iniciadas entre Sudáfrica, Angola y Cuba en 1986 con la firma de un acuerdo de paz para el cono sur africano.

[14] Se establecieron relaciones diplomáticas: en 1974, con Panamá; en 1975, con Islas Bahamas, Venezuela y Colombia; en 1977, con Costa Rica; en 1979, con Nicaragua, Granada y Santa Lucía; en 1985, con Ecuador y Uruguay; en 1986, con Brasil. A la vez, se presentaron rupturas circunstanciales de relaciones con Colombia en 1981, con Costa Rica en 1981 y con Jamaica en 1981.

[15] Desde mediados de 1985 se levantó el tema de la deuda externa. El 18 de julio de 1985 se publicó la «Convocatoria al Diálogo Continental», que hizo el presidente Fidel Castro sobre el tema de la deuda y el contexto internacional.

[16] Mucho más tarde, en enero de 1990, se inauguró en la ciudad de La Habana, la Conferencia Ministerial del MNOAL.

[17] Cf. capítulo VIII, «La situación económica mundial», referente al Segundo Congreso del PCC, en Informe Central. I, II y III Congreso del Partido Comunista de Cuba, La Habana, Editora Política, 1990.

[18] El 6 de marzo de 1990 la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó un Proyecto de Resolución de EEUU contra Cuba por el voto de 19 de los 43 miembros.

[19] El 30 de mayo de 1976, durante la administración Carter, los gobiernos de Cuba y EEUU acordaron la apertura simultánea de oficinas de intereses en los respectivos países.

[20] También se llegó durante la administración Carter a un acuerdo sobre pesca en el Golfo, denunciado por Cuba en 1978 por los incumplimientos norteamericanos.

[21] Cf. Jesús Arboleya, Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio cubano, La Habana, Editorial Casa de las Américas, 2013.

[22] Este espacio internacional incluyó acciones contra embajadas y consulados cubanos, así como contra misiones extranjeras en Cuba. El caso más connotado fue el allanamiento de la embajada del Perú en abril de 1980, que dio lugar a una declaración del Gobierno Revolucionario sobre el allanamiento de misiones diplomáticas, interpretando tales hechos como parte de una política de agresión de EEUU y fijando la posición de Cuba en la implementación del derecho de asilo o de salida del país de ciudadanos cubanos. Cf. Fabián Escalante, Operación exterminio. 50 años de agresiones contra Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2008.

[23] Casos de asalto a las embajadas de Venezuela y de Perú, robo de aeronaves y embarcaciones, éxodo del Mariel, etcétera.

[24] Por ejemplo, no obstante haber sido elegida miembro de la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU para el bienio 1989–1991, en marzo de 1990 la Comisión aprobó, por 19 votos de los 43 miembros, un Proyecto de Resolución presentado por EEUU criticando la situación de los DDHH en Cuba y creando una misión para su examen en el terreno. Cuba recibió dicha misión y colaboró con ella en la elaboración de su informe. Posteriormente, Cuba encabezó las acciones que llevaron a la disolución de la comisión y a la creación en su lugar de un Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para la atención integral, no discriminatoria y despolitizada de las situaciones de los DDHH en todos los Estados del sistema.

[25] En 1988, la ANPP acordó que en adelante todos los años, salvo las excepciones que acordase la Asamblea, serían bautizados con el ordinal de Aniversario del Triunfo de la Revolución, desde 1959.

[26] Cf. Ley núm. 1299, del 29 de diciembre de 1975, de Referendo Constitucional.

[27] Cf. Editorial del periódico Granma del 2 de febrero de 1976. También, Emilio Marill, Constitución de la República de Cuba. Temática y legislación complementaria, La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 1989.

[28] Cf. Constitución de la República de Cuba, Art. 8, inciso A.

[29] Cf. Ley núm. 1292 del Consejo de Ministros, del 26 de abril de 1975.

[30] Cf. Decreto-Ley núm. 1 del Consejo de Estado, del 24 de febrero de 1977. Este derecho de soberanía incluía derechos exclusivos tales como jurisdicción exclusiva, derechos exclusivos de exploración y explotación, jurisdicción exclusiva en la preservación del medio marino e investigación científica, etcétera.

[31] Cf. Ley núm. 59, del 16 de julio de 1987, publicada de forma actualizada como Código Civil de Cuba, La Habana, Editora del MINJUS, 2003.

[32] Cf. Ley núm. 1289, del 14 de febrero de 1975, Código de Familia, así como las enmiendas posteriores en la Ley núm. 9, de 1977.

[33] Cf. Ley núm. 16, del 28 de junio de 1978, Código de la Niñez y la Juventud.

[34] Cf. Ley núm. 21, del 2 de febrero de 1979, Código Penal.

[35] Cf. Ley núm. 49, del 28 de diciembre de 1984, Código del Trabajo.

[36] Cf. Ley núm. 1305, del 7 de julio de 1976, Ley Electoral; Ley núm. 37, del 15 de agosto de 1982, Ley Electoral; y las Modificaciones a la Ley Electoral, del 4 de julio de 1986.

[37] Cf. Ley núm. 6, del 13 de agosto de 1977.

[38] Cf. Ley núm. 5, del 13 de agosto de 1977, de Procedimiento Penal. También, Ley núm. 6, del 8 de agosto de 1977, Ley Procesal Penal Militar.

[39] Cf. Ley núm. 8, del 22 de agosto de 1977, Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral.

[40] En ese espíritu se inauguró el 19 de noviembre de 1979 en La Habana el I Simposio Internacional sobre Sistemas Penitenciarios.

[41] Cf. Ley núm. 24, del 28 de agosto de 1979, de Seguridad Social.

[42] Cf. Ley núm. 33, del 10 de enero de 1981, de Protección del Medio Ambiente y del Uso de los Recursos Naturales.

[43] Cf. Ley núm. 36, del 3 de julio de 1982, Ley de Cooperativas Agropecuarias.

[44] Cf. Ley núm. 65, del 23 de diciembre del 1988, Ley General de la Vivienda.

[45] Cf. Acuerdo III-26, de 1987, sobre Cultura de Respeto a la Ley.

[46] Cf. Ley núm. 1304, del 3 de julio de 1976, Ley de la División Político-Administrativa.

[47] Las 14 nuevas provincias fueron Pinar del Río, La Habana, Ciudad de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spiritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.

[48] En 1984 los municipios constituidos ascendían a 169.

[49] Cf. Decreto núm. 6 del Consejo de Ministros, del 16 de diciembre de 1977, y el Acuerdo del Consejo de Ministros, del 31 de marzo de 1982, que creó Comisiones de Catastro en los municipios.

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